En una fábrica de la zona sur del conurbano bonaerense de aproximadamente 80 obreros, los jóvenes volvieron a demostrar que no se resignan y luchan.
Desde hace bastante tiempo, la mitad estaba en negro y todos sufrían en su bolsillo la falta de recategorización.
En una fábrica de la zona sur del conurbano bonaerense de aproximadamente 80 obreros, los jóvenes volvieron a demostrar que no se resignan y luchan.
Desde hace bastante tiempo, la mitad estaba en negro y todos sufrían en su bolsillo la falta de recategorización.
Hartos de la situación, acorralados por la inflación, un grupo empezó a discutir en sus encuentros futboleros qué hacer: ¿cortar la ruta? ¿nada? ¿parar la fábrica y quedarse adentro?
Un problema rápido a resolver era la afiliación al sindicato. Ninguno estaba sindicalizado.
Tal es la situación de atraso en las condiciones de trabajo y salario que ante la presencia de los muchachos en el sindicato, éste inmediatamente se comprometió a avalar la iniciativa que tomaran. Conversaron con todos los compañeros en su sector, en el comedor. A los pocos días en una asamblea deciden parar la fábrica hasta tener respuesta.
A las tres horas aparece la propuesta patronal: recategorizarían empezando por los más antiguos y traen propuestas de mejoras concretas de condiciones laborales. Deciden volver a trabajar y ver qué pasa. En la práctica: la patronal echó a tres obreros participantes de la lucha.
Dos arreglaron y otro quiere mantener su puesto. Al mismo tiempo fueron recategorizados los obreros más antiguos.
Está en curso cómo sigue la lucha por aumento de salario y cómo se pelea por la reincorporación del compañero despedido que quiere mantener la fuente de trabajo.