Otra característica de los discursos de la presidenta Cristina Fernández es que, además de exagerar los porcentajes con los que presenta “los logros del modelo” –siempre referidos al peor momento del país, o sea a más de una década–, los acompaña con referencias personales que la constituyen en el demiurgo de esa historia.
Otra característica de los discursos de la presidenta Cristina Fernández es que, además de exagerar los porcentajes con los que presenta “los logros del modelo” –siempre referidos al peor momento del país, o sea a más de una década–, los acompaña con referencias personales que la constituyen en el demiurgo de esa historia.
Por ejemplo, en su discurso del 1 de marzo sostuvo que “el consumo de carne por habitante ha crecido en forma exponencial”, como si se hubiera duplicado o triplicado desde 2003, aunque después agregó: “29 por ciento, 110 kilos por habitante por año”, por supuesto sin aclarar que eso nos deja todavía muy por debajo de la media histórica de 120-140 kilos.
Pero la nota de color estuvo al señalar: “Porcina también, aumentó un montón, se acuerdan cuando yo hablé de los porcinos y casi del tema del sexo, bueno, 182 por ciento hemos aumentado la producción…” Y, aunque al precisar el consumo por habitante quedaba en evidencia que ese porcentaje partía desde una pequeña cantidad, por si a alguien no había entendido su mérito, no pudo dejar de decir que “antes no se comía chancho prácticamente pero, desde aquella famosa alocución, 10 kilos y medio” de carne de cerdo por año por habitante.