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26 de marzo de 2015

El Banco Central reconoce haber montado una “bomba”

Armada con la política inflacionaria y la “bicicleta financiera” para sostenerla

En declaraciones a radio América, que reprodujo la prensa escrita el jueves 19 de marzo, el presidente del Banco Central (BCRA), Alejandro Vanoli, cuestionó al jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, por prometer que si es presidente liberará la compra y venta de dólares en diciembre próximo, y consideró “irresponsable hablar livianamente” en ese sentido. Y agregó que, en tal caso, “tendrías una devaluación abrupta, una pérdida de reservas, inflación, es decir, una crisis”.
Por lo oído, el presidente del BCRA no sólo reconoce la existencia del “cepo” cambiario –un “mito urbano” sostuvo en octubre de 2012 la presidenta Cristina Fernández–, sino además, que su levantamiento detonaría una de las “bombas de tiempo” que viene montando el gobierno kirchnerista desde la megadevaluación de enero de 2014 y la abrupta duplicación de las tasas de interés que paga el BCRA desde entonces. Con lo que hundió la actividad productiva y armó la “bicicleta financiera”, para cubrir en parte el creciente déficit corrupto del Gobierno (otra de las “bombas de tiempo” del kirchnerismo). Esto, a costa de endeudar al BCRA con los grandes bancos e inversores a tasas de interés que rondan el 30% anual y el compromiso de mantener el dólar prácticamente “planchado” (para que la “bicicleta” reditúe). Con lo que se ha armado la bomba que estallaría si se libera el “cepo”, como dijo Vanoli, pues el mismo abarca no sólo el “dólar ahorro” sino también todos los otros usos del dólar, incluido las importaciones imprescindibles para la actividad productiva.
Por otro lado, a contrapelo de su afirmación anterior, Vanoli sostuvo que “el próximo va a recibir un Banco que, en primer lugar, ha acumulado reservas en estos meses por más de 3 mil millones de dólares, que tiene un patrimonio neto positivo, cuando muchos bancos centrales no lo tienen”.
Sobre la “acumulación” de reservas demás está decir que la cifra de aumento que Vanoli balancea, es inferior a los préstamos de corto plazo que implican la contabilización en las mismas de los tramos del intercambio de monedas (swap) con China y otros préstamos del mismo carácter como es el del Banco de Francia, que hoy suman casi 5.000 millones de dólares. A lo que hay que agregar los más de 8.000 millones de dólares de encaje de los depósitos en dólares de particulares, que les pertenecen a ellos y no al Central, además de que se siguen contabilizando como reservas los intereses pendientes de pago por el fallo del juez neoyorquino, Thomas Griesa, que también son parte del material inflamable acumulado por la política kirchnerista: hasta ahora 1.225 millones de dólares. Así, del total de reservas brutas que contabiliza el BCRA, en el orden de los 31.000 millones de dólares, nos quedarían apenas 17.000 millones netas o líquidas.
En cuanto al patrimonio del Banco Central, baste decir que dos tercios de los activos son deuda del Gobierno Nacional: la mayor parte son pagarés a diez años, no negociables; el resto son “adelantos” a un año. El Gobierno es manifiestamente insolvente –su gasto anual es 26% más alto que sus ingresos– y sus proyecciones de caja no contemplan la devolución de esos fondos, comenzando por “el papel” de 9.700 millones de dólares que vence en los primeros días de enero de 2016 (de cuando en 2006 se le sacaron esos dólares para pagar cash al Fondo Monetario Internacional). Descontando esos incobrables, el BCRA arroja un patrimonio negativo de 609.000 millones de pesos.
A las deudas de corto plazo de las reservas del BCRA y las impagables del Gobierno, hay que agregar la tercera bomba que implican las deudas contraídas por el BCRA con los bancos, con la “bicicleta financiera”, en crecimiento por el corrupto déficit fiscal. Para fines de 2014 ya sumaban 285.000 millones de pesos y sus pagos de intereses anuales superaron los 85.000 millones, 20% más de los que el Gobiernopagó por la llamada deuda pública, en la que no se incluye la deuda del Banco Central.
El estallido de estas “bombas” no se podrá evitar antes o después de diciembre –con la consiguiente profundización del hambreamiento del pueblo y la entrega nacional–, si no es con una reforma monetaria que defienda el valor del peso y saque todo el dinero de la especulación y lo destine al bienestar del pueblo y el desarrollo de la producción nacional, como proponen el PCR y el PTP en el Frente Popular (ver: “Hay una salida popular contra la inflación”, hoy, número 1553).