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15 de abril de 2015

El salario no es ganancia

Un robo que también se acrecienta con la inflación

Desde agosto de 2013, con toda la inflación que ha habido (de más del 50% en estos casi dos años), el mínimo no imponible para el Impuesto a las Ganancias sigue en $10.032 para solteros y $13.875,6 para casados con dos hijos, a pesar que es aplicable para los que habían cobrado entre $15.001 y $25.000 de promedio mensual bruto en el primer semestre de 2013. Los trabajadores de un sueldo bruto hasta $15.000 no tributan.

Desde agosto de 2013, con toda la inflación que ha habido (de más del 50% en estos casi dos años), el mínimo no imponible para el Impuesto a las Ganancias sigue en $10.032 para solteros y $13.875,6 para casados con dos hijos, a pesar que es aplicable para los que habían cobrado entre $15.001 y $25.000 de promedio mensual bruto en el primer semestre de 2013. Los trabajadores de un sueldo bruto hasta $15.000 no tributan.
Es decir que un trabajador soltero que había cobrado $15.001 ya tiene que pagar el impuesto sobre $4.969, que es la diferencia entre el mínimo no imponible y lo que cobra en el mes.
Para los trabajadores que hayan cobrado en bruto más de $25.000, el mínimo no imponible que se utiliza como base de cálculo se mantiene como antes de septiembre de 2013 en una cifra todavía menor: $8.360 para solteros y $11.563 para casados con dos hijos. En tal caso, si un trabajador soltero sin hijos gana $25.001, el tributo se aplicará sobre los $16.541 de diferencia entre el mínimo y su sueldo final.
Después están las escalas de los montos de esas diferencias sobre las que se aplican las alícuotas o porcentajes, que van desde el 9% hasta el 35%. El problema es que esos montos no han sido modificados desde 2001, cuando todavía estaban en el gobierno De la Rúa y Machinea. Montos que hoy resultan ridículamente bajos por la inflación que ha habido desde entonces, de más del 1.000%, es decir más de 10 veces.
Así por cada aumento del salario por la inflación, como no se han modificado las escalas, y al acrecentarse la diferencia entre el mínimo y lo que cobra el trabajador, pasa a pagar un porcentaje mayor, como si se hubiera convertido en millonario. De esta manera ha ocurrido que en los últimos 8 años, entre 2007 y 2015, la recaudación por el impuesto a los salarios se ha incrementado en un 114% como porcentaje del PBI, mientras que lo recaudado a las empresas creció tan sólo 28%, según un estudio de Economía y Regiones (ver: “La recaudación impositiva”, en hoy, número 1562).
Al creciente robo a los asalariados que implica el impuesto a “las ganancias”, además del IVA y la propia inflación, se agrega la verdadera incautación de los fondos de los obras sociales que son de los trabajadores y no los devuelve en tiempo y forma, que hoy suman $25.000 millones, según denuncian hasta los sindicalistas al servicio de los monopolios y del propio gobierno (“El Estado ‘incautó’ fondos de las obras sociales, dice la CGT K”, Clarín, 12/4/15).
Por si todo esto fuera poco, con los aumentos de salarios por la inflación son cada vez más los trabajadores que cobran menos en las asignaciones familiares. Por ejemplo, la asignación por hijo, que asciende a $644 mensuales para los grupos familiares que perciben un ingreso de hasta $5.800, se reduce a $132 para los que superan los $9.800 mensuales en el grupo familiar.