La presidenta cerró la Semana de Mayo en un acto en la histórica plaza que tuvo una gran concurrencia. Notoriamente, su discurso no hizo ninguna referencia a la Revolución de Mayo de 1810, cuyo 205 aniversario celebramos, ni a aquella Primera Junta, ni a la insurrección del 25 que la instauró, ni al pueblo que derrotó con las armas a las invasiones inglesas abriendo ese proceso histórico. Con numerosas referencias a Néstor y a ella misma, autoproclamó: “Hemos construido otra vez la patria”.
Luego de presentarse como abanderada de los derechos humanos, calificó al Ejército actual, que dirige el genocida Milani, como “ejército sanmartiniano”. Desde ya que no tuvo autocrítica de que los dos, Néstor y Cristina, como abogados, jamás hicieron un Habeas Corpus por un secuestrado por la dictadura, durante la cual, según su propia confesión, ella y Néstor se dedicaron a “hacer plata” porque Néstor quería ser gobernador de Santa Cruz. Tampoco dijo nada de los 33 asesinados en luchas sociales durante su gobierno, y de los cientos de jóvenes asesinados por el “gatillo fácil” policial.
Aseguró que su gobierno acabó con las “relaciones carnales”. Es cierto que se opuso al ALCA de los yanquis, pero la entrega de territorio nacional para la instalación de una base militar china, y la entrega del dispositivo antártico a manos rusas, son dos claras muestras de las nuevas relaciones carnales.