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27 de mayo de 2015

Repercusiones de la Revolución Rusa (4)

Crónicas proletarias

En el Partido Socialista, el triunfo de la revolución bolchevique terminó de dividir las aguas entre los seguidores de Juan B. Justo y los que fundaron el que sería luego el Partido Comunista. Justo, en un lenguaje cuidadoso ante el entusiasmo generalizado en el movimiento obrero, planteaba “¿los socialistas argentinos tenemos que dirigir nuestra principal atención sobre Rusia o hacia países más afines con el nuestro? Nuestro punto de mira principal ha de ser países semejantes a éste, por su extensión, por la clase de su población, por sus partidos, por sus prácticas políticas y sociales en general. Me refiero, sobre a todo, a Australia”. La Vanguardia (12/abr/1920). Existió además una gran corriente simpatizante de los revolucionarios, que se quedaron en el PS, llamados “terceristas” por su adhesión a la Tercera Internacional.
Por fuera del Partido Socialista, pero con muchas vinculaciones con él, José Ingenieros fue en los comienzos de la Revolución Rusa uno de sus grandes defensores entre la intelectualidad argentina: “Mis simpatías, en fin, están con la Revolución Rusa, ayer con la de Kerensky, hoy con la de Lenin y de Trotsky, con ella a pesar de sus errores, con ella, aunque sus consecuencias hayan parecido por un momento favorables al imperialismo teutón…”, afirmó en 1918. En su artículo Significación histórica del movimiento maximalista, agregaba Ingenieros “¿Qué hacer, pues, frente a las aspiraciones maximalistas? Depende. Los que tengan anhelos de más Justicia, para ellos o para sus hijos, pueden saludarlas con simpatía; los que no crean que puede beneficiarlos, deben recibirlas sin miedo”. Aun así, Ingenieros fue criticado por el secretario del Partido Socialista Internacional, Penelón, por tener “Una definición antimaximalista del maximalismo”. 
Por su parte, Alfredo Palacios, por esos años fuera del PS, se diferenciaba de Justo diciendo “La dictadura del proletariado… fue necesaria en Rusia no porque ella surgiera de una frase de Marx sino porque así lo exigían las circunstancias especiales en las que se desarrollaba el drama estupendo cuyo escenario era Rusia”, aunque coincidía con el líder del PS al afirmar que en nuestro país “Podemos concretar jurídicamente el socialismo, valiéndonos del propio derecho, para destruir el derecho en vigor, sin conmociones intensas…”, y vuelve a coincidir con el PS en su concepción reformista y evolucionista cuando dice: “Para que los obreros piensen en reformas progresivas, sin violencias perturbadoras será preciso que nuestro parlamento deje sus pequeñas combinaciones electorales y se apresure a dictar leyes de justicia social”.