Los estudiantes de la Universidad Autónoma de Entre Ríos (Uader) marcharon el jueves 14 a Casa de Gobierno para reclamar por el edificio propio. Fue una contundente demostración de participación democrática, voluntad de lucha y unidad estudiantil frente al verso del gobierno de Urribarri que prometió hace 4 años el edificio y todavía no se puso un solo ladrillo. Al cierre de esta edición, el martes 26 se realiza una nueva movilización.
Los estudiantes de la Universidad Autónoma de Entre Ríos (Uader) marcharon el jueves 14 a Casa de Gobierno para reclamar por el edificio propio. Fue una contundente demostración de participación democrática, voluntad de lucha y unidad estudiantil frente al verso del gobierno de Urribarri que prometió hace 4 años el edificio y todavía no se puso un solo ladrillo. Al cierre de esta edición, el martes 26 se realiza una nueva movilización.
Desde su creación en el año 2000, la Uader no tiene edificio propio, ya que nació unificando distintas carreras e institutos terciarios que funcionaban principalmente en escuelas. La matrícula fue creciendo año a año (hoy tiene 12.000 alumnos) y hoy los estudiantes viven verdaderamente como nómades, deambulando de una escuela a otra, a veces a distancias que no permiten llegar a horario a las clases, con falta de aulas, cursando en los pasillos, sin el espacio necesario para estudiar en condiciones dignas.
Frente a esta situación, que también afecta a los secundarios de las escuelas donde funcionan carreras de la Uader, se dio una importante confluencia y una masiva participación estudiantil, con asambleas de curso, generales, que desembocaron en la masiva movilización a Casa de Gobierno de casi 2.000 estudiantes cantando a viva voz “Urribarri, Urribarri, ya no nos chamuyes más, si no hay edificio propio qué quilombo se va armar”. La Corriente Estudiantil Popular Antiimperialista (CEPA), como parte del Frente 15 de junio, que conduce el Centro de Estudiantes de Humanidades, viene jugando un rol activo, peleando por el protagonismo de la mayoría de los estudiantes, las asambleas y movilizaciones.
La lucha estuvo rodeada de la solidaridad del movimiento estudiantil de otras universidades y docentes. El centro de Estudiantes de Ingeniería (UNER), el Frente de unidad de estudiantes en lucha (FUEL) de Ciencias de la Educación (UNER) y los docentes de Agmer Paraná dieron su apoyo acompañando la movilización. En la sede Concepción del Uruguay de Humanidades también hubo asambleas, con más de 200 estudiantes debatiendo sobre las problemáticas edilicias.
La única garantía es la lucha
Quedó demostrada también la mentira –o verdad a medias– que intentó instalar el kirchnerismo universitario de que todos los avances eran “gracias a la lucha y un gobierno que escucha”. Sólo los estudiantes organizados y movilizados logramos avanzar en la conquista de nuestras necesidades. Prometieron el edificio hace cuatro años no porque la educación sea una prioridad de su política sino para sacar al movimiento estudiantil de la calle y vender la idea de un gobierno popular. Prueba de ello es que cuatro años después seguimos esperando, seguimos siendo nómades. Y el jueves 14 dijimos basta.
Los 430 millones de dólares para los acueductos chinos en la provincia (con sobreprecio de más de 300 millones), la anulación del impuesto a la timba o de Ingresos Brutos a la industria, demuestran dónde están las prioridades de este gobierno; fueron “trámites” que llevaron unos pocos días o meses. La educación pública no tiene la misma consideración.
El clima de debate y movilización estudiantil obligó al rector Sattler a convocarnos a una reunión para explicar los motivos de por qué hasta el día de hoy no se iniciaron las obras. La asamblea dio 15 días de plazo para que se entregue la escritura del terreno y 30 días para que se resuelva el financiamiento de la primera etapa de la obra. Estos avances marcan un camino por el que podemos avanzar en la conquista de nuestras reivindicaciones y derrotar los intentos del kirchnerismo de sacar al movimiento estudiantil de las calles, y convertirlo en un mero administrador y difusor de sus políticas, que no resuelven las grandes necesidades de la educación pública.