A fines de 1918, la Liebig’s Extract of Meat Company Limited de Colón, Entre Ríos, un gran frigorífico de capitales ingleses que en esos años ocupaba 3.000 trabajadores, entró en huelga. La Liebig aplicaba una brutal explotación, para lo cual contaba con policía privada, y la permanente amenaza de desalojo de los trabajadores, ya que la misma empresa era propietaria del barrio obrero en el que alquilaba las viviendas. Además, contaba con la complicidad de los poderes del Estado. Sobre esta base, en la fábrica se pagaba poco, se trabajaba mucho, y se multaba a los obreros reteniéndoles el salario en caso de accidentes o desperfectos, como por ejemplo cueros agujereados.
Hubo huelgas parciales en años anteriores, que fracasaron y culminaron con centenares de despedidos. En 1918, estábamos en plena oleada de luchas, cuyo pico fue la Semana de Enero de 1919, que se desató cuando los obreros de la Liebig estaban en pleno conflicto.
Los sindicalistas de la FORA 9° Congreso ayudaron a la organización sindical en toda la zona del Río Uruguay, principalmente a través de la poderosa Federación de Obreros Marítimos (FOM). El 30 de julio de 1918 se funda la Sociedad de Oficios Varios de Colón con 1.100 cotizantes: trabajadores de la Liebig en su mayoría, pero también integrada por los marítimos locales, los panaderos y los herreros. A fines de diciembre, el propio Sebastián Marotta, líder de la FORA 9°, llegaba a Colón para colaborar con la elaboración del pliego de condiciones: “1ºPara todos los obreros que ganan salarios de hasta $2, un aumento de 35%. Para los que ganan de $2 a $3, aumento de 25%. Para los que ganan de $3 a $4, aumento de 15%. De $4 a $5, aumento de 10%. Más de $5, 5%. 2º La fábrica admitirá a trabajar a todos los obreros que trabajan en ella antes de producirse la huelga y no ejercerá represalia con ninguno por haber participado en el movimiento. 3º La casa no tomará personal nuevo hasta tanto no haya sido incorporado todo el personal cesante”.
La huelga arrancó a fines de diciembre, y se desarrolló a lo largo de varios meses. La empresa usó de todo: echó a los trabajadores de las viviendas y utilizó a la policía local para reprimir. El gobierno, radical, envió tropas del Regimiento Número 6 de Caballería de Concordia, que el 9 de enero atacaron a tiros y sablazos a los obreros que salían de una reunión. Durante todo el conflicto hubo numerosos presos y heridos. La empresa otorgó una parte de los aumentos, utilizó “crumiros” (carneros), y rechazó el ofrecimiento de “mediación” por parte del gobierno provincial. La huelga se diluyó, y a fines de mes se volvía al trabajo.