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29 de julio de 2015

La política latifundista y proimperialista del gobierno kirchnerista, impulsando la sojización del país, lleva a la ruina a los pequeños y medianos chacareros y contratistas y a una mayor explotación de los obreros rurales, aumentando el número de pobres también en el campo.

Kicillof y los subsidios al agro

Parches de una política que fabrica cada vez más pobres

Tratando de evitar que los sectores empobrecidos del campo se sumen a la protesta agraria con sus propios reclamos, como ya había hecho el 16 de marzo pasado, el ministro Kicillof y su colega Casamiquela anunciaron una ampliación en el número de vendedores de trigo, maíz, soja y girasol que puede acogerse al subsidio por una parte de lo que se les roba con las retenciones, sin siquiera mencionar las diferencias entre regiones por el costo de los fletes y la acción de los monopolios comercializadores. El 16 de marzo se anunció que el subsidio alcanzaba a todos los que hubieran vendido hasta 700 toneladas de soja, girasol y trigo. Y en maíz, llegaba a los que vendían hasta 1.400 toneladas. Ahora, con esta ampliación, en soja se pasa a 1.000 toneladas y en los casos de trigo, maíz y girasol hasta 1.600 toneladas en total de los tres granos.
“Esto incluye a 6.687 nuevos pequeños y medianos productores”, afirmó el ministro Casamiquela, que se sumarían a los 46.121, contemplados en “el plan” anunciado el 16 de marzo por el ministro Kicillof. Por supuesto que, como entonces, al hablar genéricamente de productores en lugar de vendedores de esos granos, el kirchnerismo no aclara que se refiere tanto a productores directos (propietarios, arrendatarios o contratistas que reciben un porcentaje de la cosecha) como a los llamados mini-rentistas (cuando cobran como alquiler un porcentaje de la cosecha). No aclara eso, para no reconocer que esa diferenciación es producto de su política de favorecer el avance del latifundismo y la sojización, principalmente a través de los púles. Y porque con el subsidio –como hace con los demás subsidios–, quiere evitar que los pequeños mini-rentistas empobrecidos (parte de los excluidos del campo con su política prolatifundista y promonopolista) se unan en la lucha con los demás sectores oprimidos y explotados del campo, contra los púles y los grandes terratenientes, por la tierra para trabajar para ellos y para sus hijos.
Según el gobierno, estos subsidios alcanzan el 70% del total de los vendedores de esos granos inscriptos en la AFIP, que registran el 10% del total de las ventas. Al 30% restante de vendedores los engloba dentro de los que “producen” el 90% de los granos en el país. Así mete en la misma bolsa una mayoría de medianos productores (de 1.001 o 1.601 toneladas de granos para arriba), escondiendo a la pequeña minoría de grandes terratenientes y púles que se apropian de lo principal de esa producción –ligados a los monopolios comercializadores y usureros imperialistas–, cuando en la realidad los principales expoliados son los verdaderos productores: los arrendatarios o contratistas y los obreros rurales que trabajan con ellos, ya que el 70% de la producción granaria del país se realiza bajo contratos.
Es sabido que para las estadísticas burguesas los obreros rurales no son productores, pero también ocurre que la mayoría de los contratistas sin tierra y sus familiares que no trabajan por cuenta propia, al no ser vendedores de granos tampoco figuran como productores agrícolas, pues todo eso se vende como que “lo producen” los grandes terratenientes o púles.
También, Kicillof y Casamiquela anunciaron que se le dará continuidad por tres meses más [¿y después?] al Régimen de Recomposición del Pequeño Productor Lechero, que contempla un subsidio de 30 centavos por litro de leche para quienes entregan a la industria hasta 2.900 litros diarios. Aquí los vendedores incluidos sumarían 9.200, según los funcionarios.
Con estos parches no se solucionan los problemas más graves incluso en estos sectores de la pampa húmeda, para no hablar de los más lejanos de los puertos y del drama de todas las producciones regionales, que no recibieron siquiera una mención en los anuncios del ministro Kicillof y su colega Casamiquela. Sin una política agropecuaria que garantice salarios dignos, precios mínimos sostén en origen para todas las producciones y tierra para todos los que la trabajan o quieran trabajarla, los subsidios sólo sirven como demagogia para mantener la política latifundista y proimperialista, que es la que produce cada vez más pobres. ¡Un millón de chacras!, es la consigna del Frente Popular que resume las necesidades de todos los verdaderos productores del campo y del desarrollo integral del país, acabando con el latifundio y la monopolización comercializadora y usuraria subordinada al imperialismo.