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05 de agosto de 2015

1919:La semana de enero (4)

 “El pueblo está para la revolución”, escriben los anarquistas en un boletín del 10 de enero de 1919, un día después de los enfrentamientos en el cortejo fúnebre y en toda la ciudad, que dejaron un saldo de más de 100 muertos.

 “El pueblo está para la revolución”, escriben los anarquistas en un boletín del 10 de enero de 1919, un día después de los enfrentamientos en el cortejo fúnebre y en toda la ciudad, que dejaron un saldo de más de 100 muertos.
“La jornada del 9 transformó totalmente la situación existente. Los sindicalistas revolucionarios se encuentran, sin quererlo, con una huelga general, que no sólo está lejos de ser un conflicto localizado y limitado, sino que es ya la huelga general más importante en la historia del movimiento obrero de la primera mitad del siglo” (subr. nuestro), escribe Edgardo Bilsky.
“El paro era total –cuenta Otto Vargas en El marxismo y la revolución argentina, tomo 2- . En los barrios, los obreros y particularmente los niños, rompían los focos del alumbrado público para que la oscuridad facilitase el enfrentamiento con la policía. Sólo se vendían los diarios obreros: La Vanguardia y La Protesta. Al mismo tiempo, el 10 de enero, se anunciaba el inicio de la guerra civil en Alemania y que los espartaquistas habían tomado varios edificios públicos: ‘Nuestro entusiasmo llegaba a la euforia’, escribió Domingo Varone”.
Mientras la dirección de la FORA sindicalista convoca a la huelga general al mismo tiempo que negocia con el gobierno de Hipólito Yrigoyen, crecen los aprestos represivos. El 9 por la tarde Yrigoyen había nombrado “comandante militar de la Capital Federal” al Gral. Luis J. Dellepiane, un oficial que había sido jefe de policía luego del asesinato del Coronel Ramón Falcón y se había destacado en la represión antiobrera en los días del Centenario. Hasta el día de hoy hay distintas versiones de si Dellepiane, que comandaba la IIda. División del Ejército con asiento en Campo de Mayo, movilizó tropas por orden del gobierno, o por su propia cuenta. Los radicales, obviamente, tratando de salvar la responsabilidad de Yrigoyen, dicen que Dellepiane actuó y que forzó al gobierno a nombrarlo al mando de la represión. Ese 10 de enero ya se habían concentrado en la Capital Federal “más de 10.000 policías, bomberos, soldados del ejército y de la marina”, cuenta Bilsky, quien reafirma la tesis de la autonomía relativa de Dellepiane. Vargas resalta que Yrigoyen necesitaba un militar de confianza al frente de la represión, debido a que los sectores golpistas podrían intentar derrocarlo. Militares agrupados en la Logia General San Martín dijeron que “los soldados y suboficiales por los menos de dos guarniciones habían estado formando ‘soviets’”. Dellepiane amenazó con un escarmiento “que será tan ejemplar que por 50 años nadie osará alzarse para perturbar la vida y la tranquilidad pública”.