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16 de septiembre de 2015

Mientras los medios se dedican a mostrar a la camarógrafa húngara que patea inmigrantes, los gobiernos de la Unión Europea amplían las barreras contra los inmigrantes, y crece el rechazo a estas políticas en grandes sectores populares en todo el mundo.

Crece la oleada de refugiados en Europa

Despojados por la voracidad imperialista

Las manifestaciones a favor de la recepción de refugiados se repiten día a día en muchas ciudades europeas, y se extienden por el mundo. Un ejemplo son las decenas de miles de personas que se reunieron en Australia el pasado 7/9, repudiando la política aislacionista extrema del gobierno australiano. Distintas organizaciones populares, partidos políticos y hasta asociaciones médicas de Europa están llevando a cabo acciones concretas para paliar la situación de miles y miles de inmigrantes. 
En Alemania, junto a las cadenas humanas que se encargan de hacer llegar las donaciones hasta los centros de refugiados, estaciones de trenes, ómnibus, y hasta plazas donde se nuclean inmigrantes, sectores de izquierda denuncian que el gobierno de Angela Merkel apaña los ataques del gobierno turco contra los kurdos de Kobane, que a la vez enfrentan valientemente el avance del Ejército Islámico. Esto es importante, porque las fuerzas democráticas que combaten en el Kurdistán promueven el regreso a sus ciudades, para reconstruirlas, y el gobierno alemán se niega a abrir un “corredor humanitario” que atraviese Turquía y permita hacer llegar las donaciones, así como los médicos y otros profesionales dispuestos a ir a Kobane.
Ya hemos dicho que la responsabilidad en esta oleada de inmigrantes está en la política de saqueo y de guerra por parte de las potencias imperialistas. Hay olor a petróleo, a voracidad por los mercados, y al avance de una posible confrontación interimperialista en las largas filas de sirios, afganos, iraquíes, libios, nigerianos, eritreos, magrebíes, somalíes, entre otros, que se desesperan por subir a miserables barcazas para surcar el Mediterráneo, miles de los cuales mueren, como mueren otros, baleados en las vallas de Ceuta y Melilla, o hacinados dentro de camiones, como en Austria.
 
Millones escapan de la guerra en Siria
Un capítulo especial en esta “crisis de refugiados” es la situación en Siria, donde se entrecruzan los intereses de las distintas potencias en una guerra que ha ocasionado el mayor número de desplazados internos en el mundo -7,6 millones de personas- y de refugiados -4 millones-. De estos últimos, la mayoría está en Turquía (1,8 millones), Líbano (1,2 millones) y Jordania (650 mil refugiados). Estas cifras contrastan con los 120 mil refugiados que está dispuesta a recibir la Unión Europea (los principales países son Alemania con el 26,2%, Francia el 20% y España 12,4% y, en cifras mucho menores, recibirán refugiados Polonia, Holanda, Rumania, Bélgica, Suecia, Austria y Portugal.
Usando como pretexto el avance del Estado Islámico (a quien alimentaron con dinero y armas en sus orígenes) las potencias occidentales han aumentado su intervención en Siria, en abierta disputa con el gobierno del presidente Bashar Al-Asad. Al gobierno sirio lo apoyan tanto Rusia (que anunció un aumento de su presencia militar en Siria) como China (quien ha enviado recientemente barcos de su armada al Mediterráneo para “controlar” el accionar de los portaaviones de EEUU). Francia e Inglaterra, en los últimos días han mandado aviones y drones “de reconocimiento” a Siria, reforzando su alianza con los yanquis.
 
“La peor crisis de refugiados de nuestra era”
Según Salil Shetty, secretario general de Amnistía Internacional, “Estamos presenciando la peor crisis de refugiados de nuestra era, en la que millones de mujeres, hombres y niños luchan por sobrevivir en medio de guerras brutales, redes de traficantes de seres humanos y gobiernos que persiguen intereses políticos egoístas en lugar de mostrar una compasión humana básica”. Shetty calificó de “vergonzoso fracaso” la respuesta de la “comunidad internacional”. 
Esta “respuesta” la vemos a diario por parte de muchos gobiernos que, tras oportunistas declaraciones “humanitarias”, toman medidas cada vez más restrictivas para el ingreso legal de inmigrantes. Potencias como Francia y Alemania alientan el endurecimiento de estas políticas en países del Este europeo, como Bulgaria, donde las autoridades desplegaron tropas blindadas en la frontera con Macedonia, y Hungría, donde el gobierno concluyó la instalación de 200 kilómetros de una alambrada de púas- a lo largo de su frontera con Serbia, destinada a contener la llegada de inmigrantes. En este mismo país se conoció un video en el que la policía lanzaba paquetes de comida a la gente, en un hacinado galpón repleto de refugiados. 
Las principales potencias también estimulan “planes de contención” en el sur del continente. Así en la isla griega de Lesbos, donde se apiñan cerca de 20 mil inmigrantes a la espera de poder llegar al continente, hubo enfrentamientos entre inmigrantes afganos y la policía, que reprimió con palos y gases lacrimógenos a quienes intentaron subir a un barco. Ante el pedido del alcalde de Lesbos de más buques para el transporte de refugiados, el ministerio del Interior griego envió… dos escuadrones adicionales de la policía antidisturbios. Luego de Siria, la mayor parte de los refugiados en el mundo proviene de Afganistán (2,6 millones), y Somalia con 1,2 millones. El sábado 12 de septiembre, Alemania impuso un mayor control en sus fronteras, luego de la parcial apertura de días atrás. “El objetivo es detener el flujo” de refugiados, explicó el ministro del Interior, Thomas de Maiziére, al tiempo que los diarios alemanes comienzan a hablar del “caos” que generan los miles de refugiados ingresados recientemente. Poco duró la “generosidad” de la canciller Merkel sacándose “selfies” con los inmigrantes.
Párrafo aparte merece la hipocresía de los gobernantes de Arabia Saudita quienes ante el pedido de recibir refugiados, contestaron ofreciendo construir 200 mezquitas… en Francia y Alemania.
Y no hablemos de nuestra presidenta Cristina Fernández, a la que se le quiebra la voz cuando menciona a Aylan Kurdis, muerto en las playas de Turquía, pero ignora olímpicamente los muertos por desnutrición en nuestra patria, como el niño qom Oscar Sánchez, recientemente fallecido en el Chaco.
 
Solidaridad activa
Desde nuestro lugar, el mejor aporte que podemos hacer, es mantener en alto las banderas del internacionalismo proletario, como le decía el Che Guevara a sus hijos en su carta de despedida: “Sean siempre capaces de sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo. Es la cualidad más linda de un revolucionario”.
Y sobre esta base denunciar decididamente las políticas de profundización de la dependencia al imperialismo por parte del gobierno kirchnerista. Desde acá podremos confluir con las acciones de solidaridad con los millones de desplazados y refugiados, víctimas de la barbarie de este sistema que condena al hambre y la miseria a millones, avanzando en un camino revolucionario para la liberación de nuestra patria.