Noticias

18 de noviembre de 2015

Conversamos con la doctora Elda Cargnel, jefa de la Unidad de Toxicología del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez. En esta primera nota hablamos sobre cómo han crecido las adicciones en jóvenes y cómo afecta en su desarrollo físico.

El alcohol y las drogas en niños y adolescentes

Intoxicaciones (primera parte)

 

 
La doctora Cargnel nos recibió en el consultorio de Toxicología del Hospital Gutiérrez, donde desde 1962 trabajan en la atención de emergencia de casos de intoxicaciones. Esta Unidad de atención, surge a partir de una Resolución de Nación pero hoy dependen del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Son pioneros en la atención telefónica y personalizada de la toxicología en Argentina y América Latina. En esa Unidad se formaron profesionales formadores de otros centros. “Somos un servicio que tiene guardia las 24 horas, con atención telefónica personalizada, atendemos la demanda de todo el país, y de argentinos que tienen que viajar al extranjero con productos de acá como medicamentos u otro tipo de sustancias”, explica la doctora Cargnel. 
“Atendemos emergencias desde el embarazo, el nacimiento y la lactancia hasta el fin de la vida en forma telefónica. En forma personalizada, chicos desde el nacimiento hasta la adolescencia, los 18 años. Los días lunes tenemos un consultorio de atención con gente cuya intoxicación puede ser en el ámbito laboral.”
 
—¿Cuáles son las problemáticas hoy en términos de adicciones? 
—Nosotros en este momento nos vemos con una problemática no pensada entre los niños y los adolescentes, que es el consumo de drogas. Pero no es solo esto sino que ha variado la población y los comportamientos. 
Para nosotros es fundamental contar con el trabajo de la gente de salud mental, porque nos encontramos muchas veces con patologías duales: trastornos que aumentan la compulsividad, a consumir alcohol, drogas. Entonces, uno tiene que hacer diferenciaciones. 
Cada vez más aumenta la patología psiquiátrica en niños más pequeños. Nos vemos sometidos a problemáticas muy complejas, muchas veces uno trabaja desde el deseo de ayudar, de suplir algunas necesidades para el trabajo con un poco de voluntarismo, porque es lo que nos lleva a sostener muchas veces a este tipo de pacientes. 
El consumo de sustancias tóxicas se da prevalentemente desde los 14 años, aunque en el último tiempo ha disminuido la edad de consumo, a los 12 años. Hay niños que se internan en la adolescencia pero que han iniciado el consumo de alcohol en los 7 años. Esto, muchas veces viene fomentado por los mismos papás que los inician a los hijos en este tipo de consumo, con la cuestión cultural de “hacete hombre” e incluso de modelos familiares que se repiten. Miguens, un psiquiatra muy prestigioso, dice: antes el consumo de alcohol era en la mesa, con la cultura mediterránea, pero eso se ha roto; la mesa del mediodía, el momento de la charla, de estar, prácticamente no existe. Hoy vemos consumo excesivo. Si bien había alcohólicos, el perfil de éstos era diferente, eran adultos. 
En este momento, el alcoholismo del adolescente es el del famoso atracón del fin de semana, es el que origina accidentes y muertes. Y es el adolescente y el adulto joven que están afectados. La población de chicos con la que nosotros trabajamos es entre 14 y18 años.
 
El policonsumo
“Los jóvenes muchas veces solamente consumen alcohol pero en muchos otros casos, viene acompañado de otras sustancias como la marihuana, cocaína y hasta el famoso paco. Nosotros lo que vemos es que después se desemboca en el policonsumo. 
“La dificultad que tenemos como profesionales para trabajar en estos casos es que muchas veces se ha roto el vínculo familiar. Esto se da por las crisis, los cambios en las relaciones, pero la realidad es que necesitamos padres más continentes. Nosotros vemos que hay mucho consumo de alcohol en lo que llaman “la previa” que se hacen en las casas: los chicos muchas veces ya salen a bailar borrachos o “puestos”, como dicen. Entonces vemos padres que les cuesta ser autoridad en la casa para evitar esas situaciones. Vemos muchas veces que el padre y la madre quieren ser amigos de sus hijos por esa bajada de línea que viene de que “el adulto tiene que ser siempre joven”. 
A los pediatras formados en décadas anteriores, nos cuesta ver esta realidad que padecen los jóvenes y el cambio…
 
—¿Cuáles son los efectos más directos que tiene ese consumo desmedido hoy?
—Lo que nos preocupa es el aumento de los intentos de suicidio, sobre todo en estos chicos con problemas de adicciones. Nosotros hicimos un relevamiento entre junio y septiembre, donde tuvimos cien consultas por intentos de suicidio en adolescentes, que empiezan a los 11, 12 años y con mayor pico entre los 14 y los 16 años. 
Estos datos son solo de niños que intentan suicidarse con sustancias, sin contar acá los que utilizan otros recursos autodestructivos o autoagresividades físicas. 
Lo que vemos es el alarmante número de uso de medicamentos, que antes no se veía en adolescentes. Muchas veces son medicamentos para el tratamiento de su patología: sobredosis con antidepresivos de recaptación de la serotonina, que tienen un comportamiento muy complicado lo que trae aparejado cuadros muy graves de muy difícil resolución y aun la muerte cuando no se llega a tiempo. Estos medicamentos están al alcance de los chicos porque cada vez se los medica más. 
Pero la pregunta es qué pasa en nuestra sociedad que aparecen estas conductas tan autodestructivas de los adolescentes: ¿qué proyecto de vida tienen, qué educación reciben?
Hoy vemos el bombardeo de mensajes de exitismo: “si vos no tenés éxito no servís. Si vos no tenés dinero tampoco”. Los adolescentes reciben una presión enorme: presión del mercado, de los medios… por eso pienso que tenemos que tener una educación y una familia que acompañe (y cuando digo familia, puede ser compuesta por mamá y papá, monoparental, como sea). Pero muchas veces, tenemos padres que consumen algún tipo de estimulantes, esto no respeta estratos sociales: por ahí en una familia de escasos recursos se consume un tipo de droga no tan pura que en otro, con otro tipo de acceso. Pero que en el fondo, los dos son dañosos.
El otro problema: con el consumo de alcohol y las sustancias que le siguen, pierden hasta el conocimiento. Lo que vemos es que hay un aumento de una promiscuidad sin control, no tienen decisión sobre su propio cuerpo ni sobre lo que quieren hacer. Una relación sexual decidida, estando en lucidez, está bien y es parte de la vida misma, pero aparecen embarazos no deseados a edad muy temprana. Y acá se presenta una situación porque el período de mayor vulnerabilidad ante el alcohol es durante los primeros tres meses del embarazo, porque está en formación el sistema nervioso central. Y cuando tenemos esos antecedentes en la madre, vemos chicos con síndrome fetal alcohólico, niños con trastornos de conducta, falencias en el aprendizaje que se manifiestan en la escolaridad: uno busca la causa y puede estar el alcohol detrás de este trastorno. 
Con el consumo de drogas, aparecen hijos con malformaciones, hiperactividad, chicos que van a atención psiquiátrica más temprana… de ahí no se vuelve.
 
—¿Cómo se puede revertir esta situación?
—Yo creo que sí pero hay que terminar con el negocio de la droga. Yo no estoy de acuerdo con la punición al consumo. Eso no ha dado resultados. Sí tenemos que trabajar desde la educación, la gente tiene que tener acceso al trabajo, una vivienda digna. En el hospital uno atiende la intoxicación aguda pero necesitamos casas de medio camino, centros ambulatorios donde no sea todo punitivo. Por supuesto que lo mejor sería el sostén de la familia pero eso muchas veces no se da. Para mí hay que terminar con el negocio, tener una política integral de educación y salud. La escuela tiene que acompañar al niño que tiene más dificultades, al niño más castigado y más rezagado.
Pero también pasa por tener todas las necesidades cubiertas. El agua, una vivienda digna. Cuando un chico está en la calle, está expuesto al consumo. Ya la vida es muy dura para el chico. Nosotros lo vemos con chicos del conurbano, en familias donde viven en el hacinamiento… Pienso entonces  en otro tipo de Argentina, donde haya un desarrollo de las economías regionales y entonces no haya esas migraciones masivas del campo o de sus lugares de origen a las grandes ciudades, con estas políticas expulsivas que mandan toda la migración a una cabeza hidrocefálica, como es Buenos Aires, con un cuerpo anémico.
“El cultivo intensivo de soja, ha expulsado al productor chico y las economías de los pueblos han sufrido variaciones que hay que tener en cuenta”, finaliza esta primera parte de la entrevista con la doctora Cargnel. En la segunda parte, conversaremos sobre la contaminación por agrotóxicos.