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18 de noviembre de 2015

“En la salud pública, al igual que en la educación, este gobierno deja el país destruido”, nos dice nuestra entrevistada. 

“Tenemos un sistema de salud fragmentado”

Entrevista a una trabajadora de la salud

 

 
 “Es verdad que no sólo ellos, esto viene hace mucho tiempo. Podemos decir que tenemos un sistema de salud totalmente fragmentado, no priorizan lo fundamental, que es la prevención y la promoción de la salud, que es cuando uno prioriza la atención primaria para evitar la enfermedad. Pero ni siquiera podemos decir que el acento está puesto en la enfermedad porque, por ejemplo, los pacientes oncológicos, como salió últimamente, empiezan a deambular para tener una droga oncológica porque no la consiguen. 
El sistema está fragmentado en el sentido de que no hay una salud pública de arriba hacia abajo que vea ¿cuáles son los niveles de atención que tenemos? ¿Dónde tiene que estar puesta la alta complejidad? No en cualquier lado ¿Cómo centralizo la alta complejidad para tener mejor calidad de atención, gastar menos y con un buen sistema de traslado? Estás supeditado a los vaivenes de la política local. A un intendente se le ocurre “tengo que tener una terapia intensiva para que con eso en mi comunidad parezca que yo me ocupo de la salud pública” y al mismo tiempo tiene 30 centros de salud totalmente vacíos, sin pediatras, sin las especialidades básicas, porque el problema en nuestro país es que no tenemos especialidades básicas en el primer nivel de atención que es pediatría, ginecología, obstetricia, todo lo que sea lo materno-infantil. 
A veces tenemos en un municipio dos respiradores y se le dice a la gente: “porque yo me ocupo de la salud”. Pero en realidad ¿qué le están dando? Mala calidad de atención, porque para tener alta complejidad hay que estar preparado, tener experiencia y práctica. Y eso se tiene en lugares donde haya muchas camas, concentrada la alta complejidad, donde se pueda tener un buen sistema de traslado y el paciente vaya y venga y se le dé los servicios que tiene que tener en el lugar que le corresponde.
Nuestro sistema de salud está diezmado. Los trabajadores están descontentos porque cobran poco, y el Estado te paga para que vos hagas que trabajás. Y la gente paga los platos rotos. El mecanismo es “yo no te controlo, por eso te pago poco”. En los municipios, la política de salud se hace con médicos que son provinciales, que cobran un poquito de cada lado y la calidad de atención es malísima.
 
—¿Hay diferencias entre Capital Federal, provincia de Buenos Aires y el interior o es más o menos parejo?
—Es parejo, lo que pasa es que la provincia de Buenos Aires ahora está llena de edificios vacíos porque han hecho una cantidad de hospitales. Ese es el otro gran tema: la vidriera que quieren mostrar. Hay préstamos internacionales que para lo único que sirven es para hacer edificios y compra de equipamiento pero no te permiten pagar los sueldos. Por lo tanto, lo que han hecho es edificios vacíos, como el Favaloro de La Matanza que fue inaugurado sin estar terminado. Pero no hay una política de recursos humanos en la Argentina para la salud… por más que tengas equipamiento… Hay que tener una política de salud pública más integral, no basada en edificios vacíos. Y en el interior, es exactamente igual. A lo mejor hay grandes hospitales que dan buena respuesta, pero no tenés un sistema de traslado, y el paciente que está a 400 kilómetros no tiene la misma posibilidad que el que está cerca de un hospital de alta complejidad.
Por eso nosotros siempre decimos que vivir, enfermarte o morir no es lo mismo según el lugar donde estés. Una cosa es en el interior alejado, otra cosa es en la ciudad.
Por ejemplo, en una provincia hicieron un edificio en una localidad que es una belleza, con equipamiento de lo mejor. Eso es lo que permite el préstamo internacional. A veinte kilómetros de ahí tienen otro hospital muy importante, regional, de cabecera, que no tiene ni incubadoras, pero que no las sacan del hospital nuevo porque el intendente hace campaña con ese edificio tan grande y tan lindo, sin preocuparle la salud de la población.
Se gasta mucha plata en salud, pero se malgasta. A veces necesitás insumos más pequeños que no se compran porque se compra un equipo de alta complejidad porque el préstamo internacional te permite comprarlo… no importa si después se va a usar o no. No está en el marco de una planificación de salud pública. Todo lo que se hace es fragmentado, sirve para sacar la foto y cortar la cinta, o para decir: hemos hecho 50 hospitales. No importa si están vacíos. Pero para la propaganda sirve. Es parte de esta política de doble discurso. Para mostrar, el centro de salud no sirve, el hospital sí. Es la vidriera de una salud pública que no existe.
 
—Los trabajadores de salud tienen propuestas…
—Si el sistema subsiste es gracias a los trabajadores de la salud. En ese marco hay un montón de gente que está “quemada”, como se dice, porque nadie puede dar lo que no tiene. Los trabajadores de la salud no tienen un sistema que los apoye, que los proteja, que los cuide, están todo el tiempo defendiéndose de todo: contra los juicios de mala praxis, de la gente que se queja y con la que tiene que poner la cara. Eso no les permite dar lo mejor que puedan dar como profesionales de la salud. Eso es lo peor que nos puede pasar, y es producto de esta política.