Llegamos a este nuevo aniversario de las jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001 con un cambio en el escenario político, a pocos días de la asunción del gobierno de Macri. ¿Tiene vigencia el camino del Argentinazo? Creemos que sí, porque es un camino que permitió –en momentos que millones tenían inmensos sufrimientos producto de la política antipopular de Menem primero, y de De la Rúa después– forzar la suspensión del pago de la deuda externa, conquistó dos millones de planes sociales para paliar el hambre, eliminó el recorte del 13% a los estatales y jubilados, impidió el remate de 300 mil productores agropecuarios, obligó la devolución de parte de los ahorros atrapados en el “corralón”, y abrió una situación revolucionaria.
Aquellas jornadas fueron un paso superior de un camino que viene recorriendo nuestro pueblo desde hace casi cien años: el camino de las puebladas, que generó hechos como la Semana de Enero de 1919, el 17 de Octubre de 1945, el Cordobazo, entre los más relevantes. Las puebladas son una forma de lucha que está enraizada no sólo entre los trabajadores, sino en los más vastos sectores populares. Por eso aparecen, en menor escala, ante casos de femicidios o gatillo fácil, y hasta cuando la desidia de las políticas oficiales agrava hechos como inundaciones o cortes de energía eléctrica.
Con la llegada del kirchnerismo, tras “el caos” de 2002–2003, las clases dominantes lograron restaurar la “institucionalidad”. Pero, después de 12 años de gobierno kirchnerista, los problemas de fondo siguen pendientes, se agravó la situación de pobreza para millones en la ciudad y el campo, y las cadenas de la dependencia –aunque cambie el nombre del eslabón– siguen oprimiéndonos. Y pese a que la “institucionalidad” se restauró, como se vio en el pasado proceso electoral, no pudieron sacar al pueblo de las calles, y “grandes masas obreras y populares buscan ir por más y no quieren volver a experiencias pasadas”, como dijimos en el 12 Congreso del PCR en 2013.
La verdadera historia
Hay que rescatar la verdadera historia de esas jornadas del 2001, que tuvieron un centro en la ciudad de Buenos Aires pero se dieron en todo el país, y que en un proceso permitieron el desarrollo de formas de autogobierno como asambleas populares y cabildos abiertos, la puesta en marcha por sus obreros de decenas de fábricas recuperadas, y esa consigna que dio la vuelta al mundo, “que se vayan todos”, que expresaba el hartazgo de millones hacia los políticos burgueses.
Ya el 30 de marzo de 1996, el secretario general del PCR, Otto Vargas, en un acto en Córdoba, planteó que no había otra forma de acabar realmente con las políticas y los gobiernos del hambre y la entrega, que el camino de las puebladas, el camino de “un santiagueñazo nacional triunfante, un Argentinazo”. Durante cinco años las fuerzas clasistas y revolucionarias trabajamos para esta salida, en medio de un auge de luchas que venía del Santiagueñazo de 1993, y que tuvo hitos como Cutralcó, Tartagal–Mosconi, La Matanza.
Con De la Rúa la pelea se intensificó: 7 paros generales, innumerables luchas parciales, cortes de rutas, movilizaciones estudiantiles, masivos encuentros de mujeres, etc. El gobierno de la Alianza avanzó en la represión durante todo el 2001, golpeando luchas emblemáticas como la del SEOM y los desocupados de Jujuy. El repudio popular crecía, y se expresó en las elecciones de octubre, cuando más de 10 millones de personas votaron en blanco, anularon su voto o no votaron.
Se fueron configurando así, todos los rasgos propios de una situación revolucionaria objetiva. En primer lugar, los de abajo no podían vivir bajo el hambre, la desocupación y demás consecuencias de la crisis, y los de arriba ya no podían aplicar pacíficamente la política de hambre y entrega. El bloque dominante se fracturó entre defensores de la convertibilidad y devaluadores. Y las masas se vieron empujadas “a una acción histórica independiente”: las puebladas y el Argentinazo.
Los acontecimientos se precipitan
A comienzos de diciembre de 2001, el ministro de Economía de De la Rúa, Domingo Cavallo profundizando la política antipopular de Menem, recortó el 13% a los salarios de los estatales, las jubilaciones y las pensiones; congeló los depósitos y estableció el “corralito”. Esto se hizo cuando la masa de desocupados y pobres superaba los 15 millones de personas, con los comedores escolares cerrados a partir del fin de las clases. El gobierno redujo y no pagó los planes sociales, y no entregó los bolsones de comida a los movimientos de desocupados. El corte de la cadena de pagos se iba extendiendo por todo el país. Se produjo el cierre de numerosas empresas, dejando a miles de trabajadores en la calle. Sectores de las clases dominantes opuestos al gobierno de la Alianza empujaron saqueos a los supermercados, como preparativos de un golpe de estado.
Con el Argentinazo, el pueblo hizo tronar el escarmiento sobre el gobierno hambreador y entreguista de De la Rúa y Cavallo abriendo una nueva situación política. La pueblada culminó en Plaza de Mayo, en la gran jornada del miércoles 19 y el jueves 20, y en la lucha de calles que le siguió. Pero fue nacional: desde Jujuy hasta Tierra del Fuego, en la Capital Federal y el Gran Buenos Aires, en las capitales de provincia y ciudades y pueblos del interior, cientos de miles de personas protagonizaron el levantamiento popular.
El gobierno de De la Rúa, acorralado por las luchas populares, y en franca lucha con otro sector de las clases dominantes que empujaba una salida golpista, el 19 de diciembre dictó el estado de sitio y realizó un inmenso despliegue de fuerzas represivas. La respuesta popular no se hizo esperar. Cientos de miles se volcaron a las calles la noche misma del 19. Se libraron los primeros combates con las fuerzas represivas, que enterraron en la práctica el estado de sitio. El 20 de diciembre la lucha siguió hasta conocerse la renuncia del odiado De la Rúa, y su salida de la Casa Rosada en helicóptero.
El Argentinazo del 19 y 20 de diciembre de 2001 sacudió a la Argentina hasta sus cimientos. Treinta y nueve compañeros regaron con su sangre este hecho heroico. Entre estos mártires se encuentra el compañero de la CCC de Entre Ríos, José Daniel Rodríguez.
Vigencia de un camino
Durante el kirchnerismo tuvimos la rebelión agraria y federal del 2008, y la gran lucha de Kraft contra los despidos del 2009. Tuvimos las tomas del Indoamericano, Ledesma y Abasto, los cinco paros generales e innumerables luchas, que volvieron a mostrar la importancia de las mutisectoriales y los piquetes.
El gobierno kirchnerista se fue dejando una pesada herencia al pueblo y al país. El nuevo gobierno se apoya en esto para justificar duras medidas de “ajuste”. Ambos ocultan que hay una salida popular y nacional sin devaluación y sin mayores ajustes contra el pueblo.
No hay un cheque en blanco al gobierno. La oleada de luchas que recorre nuestra patria nos crea muy buenas condiciones para acumular fuerzas, en la lucha social, económica, y también en el terreno electoral con el PTP y el Frente Popular; y para fortalecer el PCR y que el proletariado dispute y gane su papel hegemónico, y para avanzar en la unidad obrera, campesina, estudiantil y popular, profundizando el camino del Argentinazo, en momentos que la política está siendo discutida por las amplias masas populares.
El camino del Argentinazo nos muestra que es posible una salida a favor de los trabajadores, los campesinos y el pueblo.