La Organización Internacional del Trabajo (OIT) indicó que la desaceleración económica en el año 2015 causa un aumento del desempleo e indicios de aumento en la informalidad, sobre la base del crecimiento del desempleo de mujeres y jóvenes. Todo ello se correlaciona con la proporción minoritaria que tiene el trabajo formal, respecto del conjunto del trabajo activo y su tendencia a decrecer aún más en la próxima década.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) indicó que la desaceleración económica en el año 2015 causa un aumento del desempleo e indicios de aumento en la informalidad, sobre la base del crecimiento del desempleo de mujeres y jóvenes. Todo ello se correlaciona con la proporción minoritaria que tiene el trabajo formal, respecto del conjunto del trabajo activo y su tendencia a decrecer aún más en la próxima década.
La organización internacional alertó que la situación es especialmente grave para los jóvenes, pues la crisis estructural los “ha castigado con especial dureza”. Es decir, que en este escenario que se va desplegando hacia las próximas generaciones, la situación se torna cada vez más desesperante.
Estas son las principales conclusiones de los expertos en derredor a la clara y veloz tendencia general a la concentración y polarización económica, que desde 2009 aumenta la vulnerabilidad laboral y no se cierran, sino que tienden a ampliarse las brechas en la estructura laboral y social.
l El debilitamiento de la participación en la fuerza de trabajo enmascara una situación de desempleo mundial aún peor.
l La brecha entre la fuerza de trabajo mundial activa y la desempleada se encuentra subestimada por las cifras oficiales.
l La situación mundial encubre que la economía mundial ha reducido drásticamente su capacidad para crear nuevos empleos.
l La disparidad de las tendencias de empleo entre regiones y sexos, da lugar a la oleada de migraciones que padece el planeta.
l Las regiones en desarrollo fuera de Asia, tienden a ahondar la brecha de productividad de la mano de obra, del nivel de vida y de las posibilidades de reducción de la pobreza, en comparación con las economías desarrolladas.
l Existe certeza de que “las perspectivas laborales en el mundo empeorarán durante los próximos cinco años”.
l “Los jóvenes, en particular las mujeres jóvenes, siguen viéndose afectadas por el desempleo de manera desproporcionada”.
l “Las crecientes desigualdades han socavado asimismo la confianza en los gobiernos, con unas pocas excepciones”.
La situación laboral ysocial en la Argentina
Tomando en cuenta que, según denuncia la OIT, cada una de esas tendencias para la región se encuentran presentes en la Argentina, la situación nacional se ve agravada por el falseamiento y/o ausencia de estadísticas oficiales.
Si bien el hecho de que en casi todo el mundo los índices se encuentran subestimados por el hecho de que los trabajadores desocupados que ya no buscan trabajo no son considerados “desempleados”, hace 8 años que la producción de estadísticas nacionales fue intervenida por las autoridades gubernamentales y a partir de allí ninguna referencia social fue confiable. Sólo la magnitud de los subsidios sociales, permite inferir que los problemas sociales relativos a la pobreza y al deterioro de los salarios y las condiciones laborales, lejos de atenuarse, tienden a agravarse.
Según el Instituto para el Desarrollo Social Argentino (Idesa), “el grueso de los problemas laborales no está constituido por el desempleo (es decir, personas que buscan trabajo y no lo encuentran) sino en la alta y creciente inactividad laboral (es decir, personas en edad de trabajar que no lo hacen ni manifiestan intenciones de hacerlo). Actualmente, 1 de cada 4 personas de entre 20 años y la edad jubilatoria no participa del mercado laboral. El fenómeno se agrava entre las mujeres y los jóvenes donde 1 de cada 3 personas elige la inactividad laboral”.
“Que la inactividad laboral –alerta Idesa en su informe del 13 de diciembre de 2015– sea tan alta entre las mujeres adultas y los jóvenes refleja comportamientos propios de sociedades más atrasadas y conservadoras con fuerte preeminencia masculina. El núcleo central del mercado de trabajo son los varones entre 30 y 64 años de edad con tasas de actividad del 93%, mientras una gran cantidad de mujeres adultas quedan relegadas a las actividades domésticas y los jóvenes sólo a estudiar, ayudar en el hogar o no hacer nada. Muchos factores explican este fenómeno, pero uno de particular importancia es la forma en que se instrumentó la política asistencial de la última década. Defectos en el diseño y la administración de las pensiones no contributivas, la Asignación Universal por Hijo y el Progresar, entre las intervenciones más relevantes, inducen a la inactividad laboral entre las mujeres y jóvenes en edad de trabajar”.
Según explica la periodista Annabella Quiroga: “Otra diferencia con respecto al resto de la región es que el aumento en la tasa de ocupación en la Argentina estuvo concentrado en los primeros años del ciclo. ‘Uno de los factores que explican esta particularidad es que la generación de empleo fue impulsada por la fuerte licuación de costos laborales que produjo la megadevaluación del 2002. Es decir, al contexto internacional favorable se le sumó la situación interna de salarios excepcionalmente bajos. Como era previsible, las remuneraciones tendieron a recuperarse y como los aumentos de salarios no fueron acompañados por políticas que los hicieran sustentables, la creación de empleos se debilitó’, explica Idesa”.
El persistente deterioro de las condiciones de vida y de trabajo de los últimos años en la Argentina, nos enfrentan a una agudización de la crisis ecosocial del empleo, subempleo, y desempleo que viene empobreciendo a los trabajadores y sus familias desde mediados de los años 70.
La marginación de los estamentos más vulnerables de los trabajadores, entrañan una el progresivo aislamiento y exclusión del cuerpo social de cientos de miles de personas que pasan a vivir en condiciones infrahumanas y en emergencia sanitaria. Emergencia a la que suma, según se desprende de las deficiencias en la infraestructura y en la falta de personal, detectadas en una reciente recorrida por los centros sanitarios de todo el país, la necesidad de declarar a la estructura hospitalaria de la Argentina, en estado de emergencia.