Tras los abruptos vaivenes de las Bolsas en el mundo, motivadas principalmente por la crisis de superproducción relativa de petróleo y demás materias primas minerales y agrícolas –y de industrias conexas (desde la metalurgia a los agroquímicos)– y las crisis escalonadas en la mayoría de los países dependientes del sistema capitalista imperialista, y en algunas de grandes potencias como Rusia y Japón, aparecen también las crecientes dificultades de las economías de China y de los propios Estados Unidos.
En Estados Unidos
Con el retraso propio de la confección de las estadísticas, el informe del Departamento de Comercio de ese país mostró una fuerte desaceleración en su ya débil crecimiento económico en el cuarto trimestre de 2015, por una segunda caída de las inversiones de las empresas y un freno en el gasto de los consumidores. Según esos datos, el PBI cayó al 0,7% anual en ese período, una fuerte baja con relación al 2% de crecimiento interanual que el Departamento había medido durante el tercer trimestre.
En todo 2015, el crecimiento fue de 2,4%, igual que en 2014. Pese a un suave inicio del invierno boreal, los gastos de consumo (que explican dos terceras partes del PBI estadounidense) se retrajeron al 2,2% interanual en el último trimestre, tras haber mejorado 3% en el trimestre precedente.
Las inversiones de las empresas cayeron 2,5% y completaron así el segundo trimestre consecutivo de bajas. El derrumbe de los precios del petróleo ha golpeado en particular al sector de producción del crudo, cuyas inversiones en infraestructura se desplomaron 38,7% en el trimestre.
El comercio exterior, otro sector de fuerte peso sobre el crecimiento económico estadounidense, se vio afectado por la revalorización del dólar, que hizo menos competitivas las exportaciones. Las ventas de bienes y servicios al exterior cayeron en un 2,5%, tras haber crecido apenas 0,7% en el tercer trimestre.
Las importaciones también se desaceleraron: apenas subieron 1,1%. A todo esto se agregó en el último trimestre un debilitamiento del gasto público, sobre todo a nivel de los estados y de los gobiernos locales, que sólo aumentaron 0,7% frente al 1,8% que habían crecido en el trimestre anterior.
Más temores por China
La pasada semana, el Instituto de Finanzas Internacionales publicó su estimación sobre las entradas y salidas de capitales en los “países emergentes” durante 2015. En ellos incluyen a China, con una salida de capital es de 676 mil millones de dólares. La magnitud del éxodo es tal, que deja chicas las salidas de capital de la Europa postergada y de África y el Medio Oriente. Para tomar una idea de la magnitud de esta salida, basta ver que supera en un 25 por ciento al Producto Interno Bruto de Argentina. Pero las salidas netas de capital de China no solo son gigantescas, sino también crecientes.
Acumulado en el año, China perdió 404 mil millones de dólares de reservas, pese al mantenimiento de su saldo comercial gracias a la caída de los precios internacionales de las commodities que importa. China tiene todavía cerca de 3,3 millones de millones de dólares en reservas, lo cual puede parecer que sobra. Pero esa cantidad respalda a un equivalente de 17 billones de dólares de yuanes en circulación (que incluye efectivo, sumados a todos los depósitos bancarios y otras obligaciones de corto plazo), que es el dinero del que toma la gente para comprar los dólares y fugarlos del país.
En el 2008, las reservas representaban el 28 por ciento de esos yuanes. Ahora, representan el 19 por ciento. Es decir, mucha gente está prefiriendo tener sus recursos en dólares antes que en yuanes. Están cambiando los yuanes por dólares, y los están sacando del país.
Esto tiene lugar porque existe temor de que el yuan se devalúe más de lo ya registrado. El Banco Central podría dejar de perder reservas si simplemente dejara de vender los dólares de sus reservas por yuanes. Pero eso haría que la moneda se devaluara mucho más rápido. Habría menos dólares por cada yuan en el mercado chino. Precisamente, para evitar esa devaluación más rápida, se están vendiendo dólares y perdiendo reservas.
Pero esto no puede hacerse durante mucho tiempo más si las salidas de capital continúan; y lo más probable es que así sea. Entonces, el yuan se devaluará de súbito, y las firmas chinas que deben en dólares no tendrán capacidad para pagar sus deudas. Otro temor para nada descartable que pende también sobre la economía mundial capitalista imperialista.