Estaba a días de cumplir 81 años, había sufrido la pérdida su querida compañera, la Porota. Tiempo después, una insuficiencia renal lo obligó al esfuerzo de más de tres años de diálisis, que se fue complicando con otras dolencias; dura situación en la que fue acompañado por sus hijas, por su nieto que le alegró la vida en esos difíciles años, y por sus compañeros de militancia.
Estaba a días de cumplir 81 años, había sufrido la pérdida su querida compañera, la Porota. Tiempo después, una insuficiencia renal lo obligó al esfuerzo de más de tres años de diálisis, que se fue complicando con otras dolencias; dura situación en la que fue acompañado por sus hijas, por su nieto que le alegró la vida en esos difíciles años, y por sus compañeros de militancia.
Llevaba al PCR en la cabeza y el corazón, y nunca abandonó la lucha.
Se incorporó muy joven a la Federación Juvenil Comunista en la Capital Federal, en la que fue electo secretario de organización del Comité de Zona,
Daniel integró el contingente de los miles de militantes de la FJC y el PC que rompieron con la dirección revisionista de ese partido, integrando el núcleo fundador del Partido Comunista Revolucionario.
Ya en el PCR, fue secretario de una de las zonas de la Capital Federal. Daniel y Porota guardaban un gran cariño de esa época, cuando conoció y compartió su militancia con Antonio, César Gody Alvarez. Más tarde fue secretario de la Zona Matanza, Morón y otros partidos de la Zona Oeste del Gran Buenos Aires. Y durante un largo período, hasta su último día, militó en otras tareas revolucionarias de construcción del Partido, en las que se esforzaba en su militancia, peleándole con su enfermedad.
Siempre estuvo dispuesto a hacer las tareas necesarias para avanzar hacia la revolución. Vivió las buenas y las malas. Se escapó por los techos, escondiéndose en una obra en construcción vecina, durante una redada de la dictadura. Tenía una voluntad a toda prueba, tanto para el trabajo clasista del PCR en Mercedes Benz o la ocupación de los monoblocks, como para pelear las tareas cotidianas de la construcción revolucionaria. A todo lo tomaba con firmeza de clase, sin dejarse mellar por el escepticismo.
Fue infaltable, cada 2 de Abril, en el Cenotafio, en los actos de homenaje a los caídos en la Guerra Nacional de Malvinas; causa nacional y antiimperialista a la que se dedicó hasta su último aliento.
Querido camarada Daniel, nos dejaste tu ejemplo de vivir con alegría y firmeza la lucha por la liberación de toda forma de explotación y opresión del hombre por el hombre. Esas banderas que seguiremos enarbolando hasta el día de la victoria.
Querido camarada Daniel: ¡Hasta la victoria siempre!