1. Piquete y cacerola
Una gigantesca pueblada con asambleas, cortes de ruta y cacerolazos en 600 localidades, arrancó de la cárcel a Alfredo De Angeli y los 18 chacareros de Gualeguaychú presos, y repudió la represión ordenada por el gobierno kirchnerista.
La Argentina quedó partida en cien pedazos: ni la Gendarmería podía llevar a De Angeli al juez, ni éste podía llegar a donde estaba “el preso”. El aparato del gobierno se fracturó, con gobernadores e intendentes distanciándose del kirchnerismo.
En la vereda de enfrente, la foto daba “vergüenza ajena”. Kirchner en Plaza de Mayo, después de haber ordenado la represión, dirigiendo un acto que la prensa estimó “en unos pocos miles”, para que Moreno, Kunkel y D’Elía clamen por la “rendición incondicional” de la “oligarquía golpista”, y llamen a “armarse” para defender a Kirchner. En la plaza, y en Olivos, volvió el patoteo de grupos organizados por el kirchnerismo como fuerza de choque.
El lunes, un gigantesco cacerolazo en todo el país unió a la rebelión agraria con el descontento de trabajadores y capas medias de las ciudades, castigando la represión y las provocaciones del kirchenrismo. Fue enorme. Dos semanas atrás, este semanario tituló en tapa “En los piquetes agrarios palpita el Argentinazo”. Entre el sábado y el lunes ¡vaya si palpitó en los piquetes y las cacerolas! El país se balanceó al borde del estallido. “La política flamea débil e impotente delante de un precipicio que asoma”, sostuvo Eduardo Van der Koy, el columnista de Clarín (15/6).
2. La “caja K”
¿Cuál es la razón de que el gobierno actúe de manera de perder en tres meses su “capital político”? en enero, el gobierno alardeaba de que Cristina Fernández tenía el 56% de imagen positiva. Hace dos semanas dijimos que en las encuestas reales había caído al 20%. El domingo pasado, Joaquín Morales Solá, el columnista de La Nación, presentó esa misma cifra. ¿Cuánto de ese 20% tiró por la ventana el fin de semana pasado?
Lo que le queda hoy al gobierno es muy parecido a lo que inicialmente fue, sin haber llegado a ser nunca lo que en sus fantasías se imaginaban ser; cuando lo adulaban grupos de poder y mediáticos ilusionados con haber encontrado al “reconstructor” del aparato político derrumbado por el Argentinazo.
Al kirchnerismo lo guía su voracidad para acumular capital político y financiero propios y de sus “amigos”, los grupos petroleros, mineros, sojeros y aceiteros, y de capitales chinos. Muchos de ellos son grupos que llegaron tarde al reparto de Argentina y tienen que pegar codazos y panzazos para avanzar. ¿No es esto lo que hace Kirchner, pegar panzazos, codazos y manotear dirigentes ajenos?
Con esa política voraz, la clave para hacer “política” y “acumular capital” es la caja K. No los une el amor ni el espanto, sino los negocios. Kirchner decidió el aumento de las retenciones violando la Constitución, que establece que los impuestos son atribución del Congreso, y en contra de las opiniones de miembros de la Corte Suprema según la cual impuestos de más del 33% son confiscatorios.
Cuando tomó esa decisión, tenía en sus manos las cifras reales de la economía: aumento del hambre y la pobreza, del desboque de la inflación, el “enfriamiento” de la producción, la crisis energética, el aumento de los pagos de la deuda externa; y sobre todo que, más temprano que tarde, vendrá la ola expansiva de la crisis mundial. No hay que olvidar que Kirchner hizo su “acumulación originaria” expropiando varias decenas de casas de quienes no podían pagarle sus deudas. Si no pagaban por las buenas, para eso estaban los jueces y la policía. Usurero, no tuvo remordimiento antes, ¿por qué los va a tener ahora para confiscar parte del capital de los chacareros? Así de simple.
El kirchnerismo arma su mentira como si los que estuvieran en los cortes fuera la oligarquía enriquecida y golpista. La protagonista de los cortes es la masa de pequeños y medianos chacareros. Una parte fue empujada por la sojización a alquilar sus tierras a los pooles o convertirse en sus contratistas de máquinas; y ahora, con el aumento de las retenciones, era llevada a malvender su poca tierra: era su liquidación. Otra parte venía saqueada por las cerealeras, el encarecimiento de los insumos y los arriendos a los terratenientes; y el aumento de las retenciones también abría el camino de su liquidación. Por eso, grupos que son grandes pooles y también grandes terratenientes, el núcleo principal de la oligarquía, el que trabaja con el gobierno (Urquía, Elsztain, Grobocopatel, etc), se preocuparon para salvar el mercado a futuro, pero se preparaban para dar un salto en la acumulación de tierras, gracias a los Kirchner y el aumento de las retenciones.
La sojización fue “la locomotora” de la reactivación del país; de un país dependiente y con el cepo del latifundio, por eso goteó poco y nada para abajo. Ahora, que se sienten a pleno las consecuencias del paro de esa “locomotora”, y se multiplican las luchas obreras y populares, el “modelo” que venía “haciendo agua”, se desmorona.
“¿Existe todavía la famosa “caja” de los Kirchner, con la que disciplinó a los peronistas? Hay dudas. El Estado no paga desde hace meses servicios esenciales y no le envía ayuda a los amigos ni, mucho menos, a los adversarios. (…) El peronismo importante de Kirchner parece ser ya solo el que expresan los 20 intendentes del conurbano [bonaerense]”, (La Nación, 15/6). ¿Por qué sólo hay plata para esos 20 intendentes? Porque Kirchner sabe que las masas empobrecidas de esos municipios fueron la clave del Argentinazo que volteó a De la Rúa. Por eso ha lanzado la campaña macartista contra el PCR, al ver el esfuerzo de la CCC, junto al FTV Disidente y otras fuerzas, para abrirle la puerta del Gran Buenos Aires a la pueblada agraria, como se vio con la presencia de Eduardo Buzzi y Juan Carlos Alderete en La Matanza.
3. Otro round
En política, la rebelión agraria le venía ganando por goleada al kirchnerismo. El primer round (el primer tramo del paro agrario) finalizó con cerca de mil cortes de ruta, con toda la política agraria y la cuestión federal en debate, y con fisuras en el aparato político del kirchnerismo.
El segundo round había finalizado con otro triunfo político: el gigantesco acto del 25 de Mayo en Rosario, el PJ-K quedó fisurado.
El tercer round de esa pulseada se cerró con la pueblada nacional que derrotó la represión y judicialización kirchneristas de la protesta agraria, y el cacerolazo nacional que mostró que el campo se unía con la ciudad, y el aparato político kirchnerista estaba quebrado. Un nuevo triunfo. El gobierno quedó desnudado en su doble discurso y su mentira ante masas que votaron a la actual presidenta, quedó al borde del abismo.
Golpeado por la pueblada del sábado, y aislado por el cacerolazo del lunes, el gobierno hizo negociaciones de trastienda con otros sectores de poder, que se reflejaron en los discursos de Néstor y Cristina Fernández (habrá que ver qué negoció). Manteniendo sus posiciones dio un paso atrás, buscando ganar tiempo y espacio de maniobra, enviando al Congreso un proyecto de ley con el aumento de las retenciones. Fue el frío del abismo el que le hizo dar ese paso atrás, pero lo hizo buscando una salida, el Congreso, que le permitiera mantener sus posiciones, como se vio en los discursos del matrimonio presidencial, con lo que ahora, la batalla seguirá en el Congreso y del pueblo sobre el gobierno y el Congreso. Batalla en la que el pueblo debe jugar a fondo, porque ese Congreso es la misma “institución” que permitió sin chistar que Kirchner lo reemplazara en una de sus funciones específicas, la de definir impuestos.
Kirchner creía que todavía tiene impunidad, entre los de arriba, porque no aparece un candidato que los unifique y sea creíble para las masas populares, y aún no tienen mayoría para un recambio a través de una asamblea legislativa. Sabe que los grupos de poder rivales preparan planes para las elecciones de 2009 y 2011. Buscan un “aterrizaje suave” del kirchnerismo y tratan de ganar tiempo. Pero subestimó a los de abajo.
Además, los de arriba ya preparan planes por si la situación se precipita. Temen que el gobierno provoque su bancarrota, y “se lleve puesto” al PJ, como De la Rúa se llevó a la UCR.
Se organiza una fuerza con De la Sota, Schiaretti, Reutemann, los Rodríguez Saá, Duhalde, De Narváez, Busti, Romero, Puerta, Arnold, entre otros. Venegas trabaja los contactos con el sindicalismo y el campo. Reutemann le sacó a Kirchner el PJ santafesino a cambio de los delegados al Congreso nacional, y dicen que Obeid se unió a Reutemann.
Los aparatos peronistas de provincias sojeras (Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos) están en manos del peronismo anti K, y Duhalde trabaja para agrupar al de Buenos Aires. Macri juega en este andarivel. Se despliega la acción política de la Iglesia.
Se dispersa el “radicalismo K”. Presionan unos al vicepresidente Cobos para que endurezca sus posiciones, otros negocian su retorno a la UCR. Por su parte, el alfonsinismo trabaja para confluir con el reagrupamiento peronista.
En otro andarivel, Carrió busca ampliar su frente con sectores del centroizquierda y del peronismo no duhaldista. Por razones que no dice, augura un junio penoso y un jubileo en julio.
Al llevar las retenciones al Congreso, el kirchenrismo busca, también ir a la batalla por consolidar su fuerza parlamentaria, vía obligada para un golpe institucional. El PCR tiene historia antigolpista; sabemos que cualquier intento en esa dirección sólo serviría a recambios de las clases dominantes, más de lo mismo.
Lo nuevo, lo que tiene futuro, es el revulsivo de la rebelión agraria que ha teñido a todo el país, estimulando a lo nuevo que brota en las fábricas, sobre todo en la juventud obrera y combativa, y también en el estudiantado que irrumpe por presupuesto, y se une a los chacareros. Es la multiplicación de multisectoriales y acuerdos unitarios como el de Chabás (Santa Fe), las asambleas, los piquetes en las rutas, los delegados de los "autoconvocados" en los pueblos. Es el avance de la unidad de las fuerzas combativas de la ciudad y el campo.
El reclamo de los piquetes y cacerolas es “un cambio total y ya de la política antiobrera y antipopular del kirchnerismo”, como plantea el comunicado del PCR de 17/6, con la vuelta atrás en el aumento de las retenciones para establecerlas de manera diferenciadas y coparticipadas, y el conjunto de los reclamos chacareros y de los obreros rurales, incluyendo una reforma agraria imprescindible para resolver el hambre, la desocupación y la tierra.
Y esto va unido a la reapertura de las paritarias con salarios que resuelvan la canasta familiar, se elimine el IVA al consumo popular, se garantice el trabajo social de $ 500, el 82% móvil para los jubilados, y se resuelva el presupuesto necesario para salud, educación y vivienda.
Las fuerzas populares, patrióticas y democráticas, seguiremos impulsando el combate de las masas y el apoyo a la rebelión agraria en este nuevo round, para que el gobierno “abra la mano”. Pero también debemos estar preparados para jugar, terciando con independencia política, si la situación se precipita. Lo haremos por el camino que se ha probado eficaz en la Argentina, el del Argentinazo, para que esta vez corone un gobierno popular, patriótico y democrático.