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24 de febrero de 2016

Continuamos con la serie de notas basadas en conversaciones con el compañero Claudio Spiguel, historiador y docente universitario.

El bicentenario de la Independencia

200 años del 9 de julio de 1816 (Nota 2)

 

 
La emergencia de las revoluciones hispanoamericanas en contra del dominio colonial se dio en determinada época histórica, en la llamada época de las revoluciones burguesas en Europa, marcadas en lo fundamental por la Revolución Francesa. Ese proceso en Europa culminaba un largo proceso histórico de cuatro siglos, la transición del feudalismo al capitalismo, y que Marx explicó muy bien sobre el desarrollo del capitalismo inglés, pues el corazón económico y extraeconómico fue el proceso de acumulación originaria del capital en Inglaterra. De ese proceso resultó la Inglaterra capitalista que cien años antes había hecho su revolución burguesa. Pero en el continente europeo esto emerge a fines del siglo 18 con la Revolución Francesa, preparado por las luchas campesinas, por el desarrollo burgués, por las ideas de la Ilustración y de la burguesía revolucionaria.
Las revoluciones de la independencia se dan en ese contexto internacional. Desde varios aspectos. Un primer aspecto es que el proceso revolucionario mismo en Europa debilitó el poder español. No sólo por el debilitamiento de la monarquía feudal, absolutista de Fernando Séptimo, sino porque la Revolución Francesa dio lugar a la apoteosis de la burguesía francesa con Napoleón que se convirtió en emperador, extendió los intereses de la burguesía francesa a otros países e invadió España. Al invadir España se inicia la Guerra de la Independencia española contra Napoleón, pero el poder monárquico y por lo tanto colonial de España se debilitó en extremo. Por lo tanto, había factores estratégicos, favorables, que los procesos de la época en Europa favorecían para los que aquí trabajaban por una ruptura de ese domino colonial. 
Pero, en segundo lugar, desde un punto de vista social e ideológico, también el contexto era favorable en términos de las tareas que aquí se proponían nuestros primeros patriotas. En particular, los exponentes de la corriente democrático-revolucionaria que buscaban que el logro de la independencia fuera el primer paso ineludible para una transformación democrática de la sociedad implantada por España. Esa sociedad colonial en donde predominaban las relaciones feudales y esclavistas. Una transformación democrática, en el concepto de la época, implica es una concepción antifeudal. Por lo tanto, era parte de la lucha campesina, artesana, plebeya y burguesa contra ese régimen feudal. 
Las fuerzas sociales que en Europa se pusieron en movimiento con la Revolución Francesa, y las ideas y proyectos que allí se levantaron en lucha contra las monarquías absolutas y el régimen feudal superviviente en Europa continental, resultaban pertinentes para las tareas que aquí se proponían por lo menos una parte de los que se alzaron contra el régimen colonial. Aquí abarcó el régimen de castas, con la esclavitud, con la opresión feudal… en las vertientes más revolucionarias, que los productores, los campesinos tengan acceso genuino a la tierra y sean libres de las opresiones feudales de los terratenientes. El desarrollo de la industria… eso con distintos contenidos.
Entonces, desde un punto de vista, las tareas democrático-burguesas, pero también democrático-campesinas, plebeyas, etcétera, que en Europa se ponían en movimiento contra las clases dominantes feudales, aquí tenían su correlato en las causas que motorizaban la lucha por la independencia en amplios sectores de la población. Pero, además, la lucha por destruir el poder colonial implicaba la lucha por la libertad de la sociedad que aquí existía, y que se pudiera dar un gobierno propio. No manejado por un poder extranjero. 
 
Las naciones no han existido siempre
Eso en las condiciones de aquella época implicaba afirmar la libertad de las naciones. Las naciones no han existido siempre. Son una categoría histórica que se desarrolla en Europa, precisamente con el proceso que de la Edad Media y el deterioro del feudalismo va a alumbrar el desarrollo capitalista. Desde el punto de vista que, en una interacción con el mercado mundial, los mercados internos son la base de la nación. Eso desde el punto de vista económico. 
Desde el punto de vista político, porque ningún país puede tener un desarrollo capitalista en aquella época sin lograr la libertad de la nación. Por lo tanto, sean los polacos oprimidos por los zares rusos, sean los revolucionarios de Alemania y de Italia que operaban en países disgregados en múltiples feudos, principados y reinos, o sean los súbditos del reino de Francia, que cuando toman en sus manos el poder tienen que enfrentar la reacción unida de todas las monarquías extranjeras que habían apoyado a sus primos… los reyes de Francia que se han vendido al extranjero… En todos esos procesos de lucha, la lucha popular, democrática y burguesa, requiere la formación de una nación, en el sentido moderno de la palabra.
Entonces, el tópico de la libertad nacional, el programa, la reivindicación, la bandera de la libertad nacional era una bandera que emerge con las revoluciones burguesas también, como una bandera de libertad, una bandera jacobina, una bandera sospechada de subversiva por todas las aristocracias de Europa. Así fue en su ascenso el proceso nacional dirigido por la burguesía. Después, en Europa la bandera de la reivindicación nacional va a ser una bandera ejercida por las burguesías reaccionarias cuando triunfen contra su propia clase obrera.
Pero en esta etapa histórica, esa bandera de la libertad nacional, tomada en sus manos por la burguesía y por el conjunto del pueblo contra la opresión feudal y extranjera, o aristocrática, es una bandera libertaria. Precisamente, es la bandera que aquí corresponde a la lucha anticolonial. Porque se lucha contra el colonialismo, ¿para qué? Para lograr, en un principio, el autogobierno de los americanos. 
 
La contradicción en América 
La contradicción era entre el poder colonial y los oprimidos que luchaban contra él, con distintos afluentes. Dentro de ellos, los criollos, los miembros de la oligarquía terrateniente, los blancos, pensaban que los americanos eran los españoles americanos. No consideraban ciudadanos ni a los indios ni a los negros. Pero crecía una población mestiza, indígena, negra, etcétera, que era americana. Y, por lo tanto, en los planteos más avanzados y democráticos de los primeros patriotas, se proponen la formación de una sociedad americana autogobernada, un proyecto de unidad confederal. Y si no de toda América –como dijo Mariano Moreno– por lo menos de “las regiones de antiguos vínculos”: la Banda Oriental, Paraguay, el Alto Perú. 
Entonces, de las relaciones de fuerza que se crearon, por razones de contenido social de las transformaciones de época y por razones de la lucha ideológica de la época… el contexto de las revoluciones burguesas fue sumamente favorable para que emergiera ese embrión de ruptura del dominio colonial. Pensemos que fue la primera gran oleada anticolonial de la historia moderna. Desde que Europa comenzó su expansión al resto del mundo, de Colón en adelante y se inauguró el colonialismo moderno, con todas sus secuelas de despojo, de racismo: el racismo moderno, en todas partes del mundo, es hijo de esa expansión colonial en todas partes. Antes había otras formas de discriminación de los pueblos. 
Pero desde ese momento hubo dos grandes oleadas: una fue la de la emancipación nuestra, de los americanos, en la época progresista de las revoluciones burguesas. La otra gran oleada fue después de la Segunda Guerra Mundial y hasta los años 60’s con el fin del colonialismo europeo en toda África y la mitad de Asia. Pero eso ya es la época del imperialismo y de las revoluciones proletarias y el triunfo del socialismo.