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02 de octubre de 2010

Las esposas de Romina

Un tormento que deja huellas

Es domingo, son las 12 hs. y el almuerzo de las internas del Penal está ya listo. “Las chicas me van a guardar”, dice Romina, con alguna preocupación. Tiene el cabello recién lavado, húmedo.
“¿Qué es lo peor que puede pasar en la Corte?”, pregunta. Lo peor es que las cosas queden como están, con una condena firme a 14 años de prisión.
Romina está preocupada porque estaba entusiasmada con la escuela, y hace dos semanas ya no se dan clases allí (frente a su pabellón). “Los profesores se reparten por cada lado y solo tuve una hora de clases la semana que pasó”, cuenta. Ella cursa las materias de historia e inglés.
En el hospital donde acude dos veces por semana a atenderse con su psicóloga, se cruzó con N. “Me la imaginaba distinta”, dice. A ella le escribió una carta. Estuvo también con otra adolescente abusada, G., que buscó ayuda en la Casa de la Mujer María Conti de San Pedro. Romina, N. y G. compartieron juntas un encuentro de minutos con María Teresa López de Fernández, quien es sin dudas la ayuda profesional confiable a quien siempre La Casa acude.
Durante cuatro años y cinco meses, Romina acudió a ese hospital esposada. Pidió libros con poesías o cuentos cortos y quiere llevarlos cada vez que sale de la cárcel a ver a su psicóloga. “Hace un mes que ya no salgo con esposas”, relata. Los libros la ayudan a ocupar sus manos y así evitar juntar sus muñecas como si tuviera esposas invisibles. “Ya cuatro años y cinco meses que sigo así, me acostumbré”, explica.
“¿Van al encuentro de Córdoba?”, preguntó. Sí, allí vamos. Y vamos a hacer una convocatoria por su libertad y homenaje a María, el sábado a las 18.10 horas. Mirta Tejerina, su hermana, estará presente, entrados ya en la recta final en la lucha por su libertad.