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01 de marzo de 2016

Hace un año una pelota estaba atrapada entre las conexiones de un transformador de EJESA (empresa de energía jujeña) en el Barrio  Coronel Arias de San Salvador. 

Manolo, EJESA, y el capitalismo salvaje

Jujuy

Manolo la vio una y otra vez, hasta que sus juguetes escasos lo tentaron a rescatarla para jugar. Manolo trepó hasta ella. La única seguridad de ese transformador era la distancia de más de 3 metros que lo separaba del suelo. Con un palo trató de hacer suya la pelota. Una descarga eléctrica arrasó con él. No lo mató. Pero perdió el brazo derecho, y quedó con muchas quemaduras que le impidieron caminar por largos meses.

Manolo la vio una y otra vez, hasta que sus juguetes escasos lo tentaron a rescatarla para jugar. Manolo trepó hasta ella. La única seguridad de ese transformador era la distancia de más de 3 metros que lo separaba del suelo. Con un palo trató de hacer suya la pelota. Una descarga eléctrica arrasó con él. No lo mató. Pero perdió el brazo derecho, y quedó con muchas quemaduras que le impidieron caminar por largos meses.

EJESA no apareció. Y cuando la Sala I de la Cámara Civil -en una demanda autosatisfactiva- la condenó al pago de una suma insignificante para la empresa, pero imprescindible para MANOLO, nos enteramos que EJESA sí había aparecido en el barrio luego del accidente. No visitó a la familia de Manolo. Jamás se contactó a pesar de las llamadas. Solo se dirigió al transformador con una escribana para acreditar que el transformador estaba a más de 3 metros del suelo. EJESA había cumplido con la reglamentación, dirían en el expediente… pero MANOLO, de apenas 13 años, tenía la culpa de su propia tragedia.

“EJESA MATA” era la consigna vecinal en la lucha contra las plantas transformadoras frenadas por la Justicia. A Manolo, EJESA no lo mató, aunque sabemos que algo de ese niño murió el día del accidente. Murieron sus dibujos, los que hacía con una habilidad increíble,  con la mano perdida.

Los tendidos eléctricos con la sola seguridad de la distancia reglamentaria al suelo, con juguetes colgando y deseados por los niños humildes, no sensibiliza a los dueños de EJESA. Lucran con el servicio eléctrico, que debería ser estatal, para que prime el servicio y la seguridad, y no las ganancias. EJESA expresa el capitalismo salvaje, ese que es puro lucro, no importa si mata o quema.

Hoy Manolo espera junto a su mamá, enferma, que EJESA deposite el dinero a cuyo pago fue condenada judicialmente. Manolo no viaja a Europa a cambiarse la prótesis como nos mostraba Scioli durante su campaña. Manolo aún no tiene prótesis.  Ni siquiera podía viajar a la escuela si no lo buscaba un vecino solidario que lo llevaba en auto. Hubo una comunidad muy solidaria, y una empresa EJESA muy cínica.

Hoy los dos extremos siguen su camino. Por eso se planifica una marcha a EJESA, para que pague a Manolo lo que para MANOLO es mucho, y para la empresa NADA.