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02 de marzo de 2016

Cada vez es más difícil el acceso a la vivienda propia, cada vez hay más alquileres. Y cada vez son peores las condiciones para los inquilinos.

Alquileres: se disparan los precios

Actualidad de uno de los temas de la vivienda popular

Dentro del drama de la falta de vivienda propia y las que existen pero con serias deficiencias, el de los alquileres es un recurso al que debe recurrir una parte cada vez más importante de nuestro pueblo. Esto se repite en CABA, Córdoba, Rosario y muchas ciudades del país.

Dentro del drama de la falta de vivienda propia y las que existen pero con serias deficiencias, el de los alquileres es un recurso al que debe recurrir una parte cada vez más importante de nuestro pueblo. Esto se repite en CABA, Córdoba, Rosario y muchas ciudades del país.
A la carga estructural que sobre los precios agregan las viviendas ociosas (no menos de 200 mil solo en CABA) que achican la oferta, se suma ahora otro incremento por los aumentos en los nuevos contratos, que oscilan entre el 30 y el 40%.
La suba de los valores junto con los aumentos del resto del costo de vida sin incrementos salariales en los últimos meses, agrava enormemente y pone en la superficie un drama cada vez mayor: según el especialista Arq. Fernández Wagner, “el alquiler es lo que más se incrementa en los sectores populares y parte de las clases medias. La gente que alquila entre los dos últimos censos aumentó un 80 por ciento”. 
 
La Ciudad de Buenos Aires
Como nos cuenta Norma, que vive desde los 14 años en la Villa 31: “cada vez más gente viene a la villa, incluso de clase media, y cada vez son más los que alquilan, hay menos propietarios; se construyen varios pisos donde había una casa, y la mayoría de esas nuevas construcciones son para alquilar”. Los alquileres aumentan tanto en la parte de la ciudad que figura en catastro como en la que no. En Paternal, Belgrano y/o en Villa 31, en la 21-24 o cualquier otro asentamiento de la CABA.
En Paternal el alquiler de un 2 ambientes pasó (ya sea con renovación, o por contrato nuevo) de $3.500 a $4.500. En Belgrano, en una renovación directa de propietario, un alquiler un poco atrasado de un 3 amb., pasó de $3.600 a $6.000. Los más afectados son quienes tienen que alquilar o renovar ahora; pero el efecto se potenciará también para los que van finalizando los contratos y tengan que ir renovándolos.
En las villas los valores y condiciones son más flexibles, pero no hay contrato, y los aumentos los deciden los propietarios, a veces cada dos meses. Dice Norma: “1 pieza 4×4 con baño compartido puede llegar a $2.500, cerca de la Terminal; ahora te piden dos meses de garantía y el mes adelantado”.
Las condiciones que se imponen y marcan tendencias son impuestas por las inmobiliarias más grandes, incluso para las inmobiliarias más chicas y los propietarios directos. Un ejemplo es la reciente disposición del “Ente regulador”, el Cucicba (Colegio de Corredores Inmobiliarios porteño), de permitir –en realidad intentando legalizar una práctica corriente- cobrar dos meses de comisión por encima del límite de la Ley 2340 de la CABA del 4,5% del contrato (un mes). Se ha generalizado en muchos casos aumentos semestrales, cuando las paritarias son anuales.
Según estimaciones de organizaciones de inquilinos, se calcula que para entrar en una vivienda, hoy hay que disponer de aproximadamente un mínimo de $30.000: 1 mes adelantado, 1 de depósito, 2 a la inmobiliaria, otros gastos, y algunas cobran el IVA, siendo que están exentas. 
 
Faltan casi 4 millones de viviendas
La problemática de los alquileres se enmarca en la política general sobre vivienda de los gobiernos de los últimos tiempos. En un plano más general, esto se articula con el histórico déficit de viviendas de casi 4 millones en todo el país; y la mínima política estatal en vivienda; profundizada desde la dictadura militar hasta hoy. Si bien en los últimos años se construyeron más viviendas por planes estatales que desde el 76 hasta el 2003, incluyendo las del Procrear, el déficit siempre sigue igual, sólo considerando el crecimiento poblacional anual. 
Sin políticas oficiales profundas y decididas a resolver ese déficit, difícil que las haya para regular o mejorar las condiciones de los inquilinos. En ese sentido, está el antecedente de las políticas de vivienda de los años ‘50 cuando junto a la Ley de Alquileres y el congelamiento de los mismos, se construyó la mayor cantidad de viviendas populares de la historia y también se dictó la Ley de Propiedad Horizontal. Con las limitaciones propias del gobierno peronista, se demostró que es posible abordar con políticas integrales una necesidad profunda y a la vez motorizadora de la economía nacional.
También está la experiencia de los gobiernos revolucionarios del Siglo 20, donde al igual que los enormes problemas del hambre, la tierra, la salud y la educación popular, el de la vivienda popular también pudo comenzar a resolverse.
La unidad y la lucha popular por las reivindicaciones específicas, seguramente tendrán mayores posibilidades de conseguir mejoras buceando en esas experiencias, y también en las de luchas de hace solo cien años, como la Huelga de las Escobas de principios del siglo 20.
Junto con las gestiones por leyes regulatorias desde el Estado actual, se necesita pelear por frenar los aumentos, mejorar las condiciones de los inquilinos y a la vez por construcción de viviendas estatales para alquiler, por impuestos progresivos a los grandes propietarios de viviendas ociosas (Wagner propone empezar por Puerto Madero). Y/o también por la transformación de grandes edificios actualmente vacíos en viviendas de alquiler económicas.
Tenemos ejemplos de luchas actuales por la vivienda: hace muy pocos años en Libertador, Jujuy, el Indoamericano, en Villa 20; y ahora en Abasto, Buenos Aires, donde mil familias decididas y unidas lucharon duramente conquistando 50 hectáreas para construir un nuevo barrio. Por ahí va.