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22 de marzo de 2016

René Rufino Salamanca fue el líder de la corriente de obreros que marcó el resurgimiento del clasismo revolucionario y que protagonizó una de las experiencias más avanzadas del movimiento obrero argentino, desde la Regional Córdoba del Smata (Sindicato de Mecánicos y Afines del Transporte Automotor). 

Salamanca, un verdadero dirigente proletario

A 40 años de su secuestro el 24 de marzo de 1976

René Salamanca se sumó a los 20 años al proletariado de la ciudad capital de Córdoba como metalúrgico, fue parte de la agrupación Felipe Vallese y se afilió al PCR en 1968, como recuerda nuestro secretario general, Otto Vargas. Fue miembro del Comité Central y de la Comisión Política del Partido hasta el momento de su secuestro. Salamanca fue electo secretario general del Smata Córdoba por primera vez en 1972, y reeelecto en 1974. La dictadura militar lo secuestró el mismo 24 de marzo de 1976. Tenía 36 años.
Salamanca encabezó el resurgimiento de una corriente clasista revolucionaria en el movimiento obrero argentino. Esa corriente, incipiente en 1969, fue creciendo y retomando gloriosas tradiciones del proletariado, y alcanzó su máxima expresión con el triunfo de la lista Marrón en el Smata de Córdoba. La recuperación del sindicato por un frente único en el que tuvieron una participación destacada obreros clasistas revolucionarios junto a obreros peronistas, radicales y de otras corrientes, fue dirigida por nuestro Partido: junto a Salamanca jugó un papel excepcional en este proceso César Gody Álvarez, secretario del regional Córdoba del PCR y secuestrado por la dictadura el 24 de abril de 1976.
El Smata era, por esos años, el mayor sindicato industrial del interior del país. En el gremio impulsó la línea de que los sindicatos debían transformarse en herramientas aptas no sólo para la lucha gremial sino también para el combate político y revolucionario de la clase obrera, para lo cual era necesario fortalecer los cuerpos de delegados y las comisiones internas, los que podían transformarse en órganos de poder revolucionario. Salamanca fue uno de los tres principales dirigentes de la histórica CGT de Córdoba, junto a Agustín Tosco (Luz y Fuerza) y Atilio López (Unión Tranviaria Automotor).
Ya durante el gobierno peronista, Salamanca estuvo al frente de importantísimas luchas de los mecánicos cordobeses y denunció valientemente el golpe de Estado, que se comenzó a precipitar luego de la muerte del general Perón en julio de 1974, llamando a defender el gobierno constitucional de Isabel Perón. Esta denuncia y su firmeza de clase le ganó el odio de los jerarcas sindicales. José Rodríguez, secretario nacional del Smata intervino la seccional Córdoba y facilitó el encarcelamiento y persecución de muchos de sus dirigentes, como Roque Romero, secretario adjunto del Smata cordobés que cayó preso en octubre de 1974. Salamanca siguió al frente del gremio desde la clandestinidad, haciendo llegar sus famosas cartas a los mecánicos, y hasta apareciéndose disfrazado en alguna asamblea.
 
“Uno de los mejores hijos de la clase obrera”
Otto Vargas trazó una semblanza de Salamanca en su libro ¿Ha muerto el comunismo? De allí extractamos algunos párrafos.
“Era un cuadro obrero que se destacaba nítidamente como dirigente. Tenía un conocimiento del movimiento obrero de Córdoba desde abajo, con una profundidad notable… Salamanca integró la Comisión Política del PCR de Córdoba desde antes del I Congreso, e hizo durante mucho tiempo un trabajo de “patear” las calles, viendo a los obreros en la casa, en un momento en que había mucha represión y era muy difícil trabajar abiertamente en las fábricas.
“Esa primavera del 68 realizamos la reunión en una de esas viejas casonas de Córdoba con Gody Álvarez y con el compañero Oscar Marioni para afiliar a ese grupo al partido. La reunión se produce pocos días después del pronunciamiento del partido contra la intervención soviética a Checoslovaquia, lo cual es significativo respecto de las condiciones en que se afilió Salamanca al partido. Esto tiene su importancia ante los intentos de utilizar, tergiversándola miserablemente, la figura de Salamanca, despojándola de estos elementos de su pensamiento que fueron fundamentales en él.
“Nunca conocí a un obrero con las características de Salamanca, con un conocimiento tan profundo, tan de abajo, del movimiento obrero cordobés. Era un compañero que cuando hablaba, y como producto de su experiencia, hacía siempre una caracterización del movimiento obrero desde las entrañas del mismo y desde allí iba a la caracterización de los dirigentes.
“Salamanca tenía además una aversión muy grande al foquismo. Quiero subrayar esto porque hechos posteriores, como la ocasión en que Firmenich se coló en un acto del Smata han opacado esta cuestión. Y Salamanca tenía esa aversión porque rechazaba todo lo que implicase un menosprecio del rol revolucionario de la clase obrera. Tampoco he visto, salvo Gody Álvarez, un compañero con una confianza tan enorme, infinita se podría decir, en las capacidades revolucionarias de la clase obrera.
“Otra característica de René era su humildad, una humildad profunda de vida. La prensa registró en su momento las condiciones en las que vivían él y su familia, que eran extremadamente modestas… Fue él quien implantó en el sindicalismo argentino algo desconocido hasta ese entonces, que fue lo de seguir ganando como dirigente sindical lo mismo que ganaba como obrero en la fábrica, y combinar el trabajo de dirección con el retorno periódico a la producción.
“El otro rasgo que deseo destacar, verdaderamente notable, era su capacidad para conocer el estado de ánimo del conjunto de la masa. René llegó a tener un conocimiento profundo de Santa Isabel y de las empresas del Smata Córdoba, siendo muy cuidadoso siempre de no atribuir a la masa las ideas de un representante o de un grupo. Tenía en cuenta que sólo en ocasiones de auge revolucionario, cuando la lucha de clases polariza el combate y se abren dos trincheras, la masa se ubica en forma total en una de esas trincheras. Esto se da en muy escasas ocasiones en la historia. Después la masa reconoce la existencia de innumerables afluentes, de acuerdo a la extracción de los obreros, a sus lugares de origen, su experiencia profesional, el tipo de tarea que realizan, las características personales, etc. 
“Es muy difícil encontrar cuadros tan vinculados a la masa como Salamanca y a los que, como a él, no parezca afectarles las derrotas. Era como una roca inconmovible. No porque no analizara o no sacara conclusiones de las derrotas… Cuando se habla del genocidio de la dictadura, de la represión brutal que realizó, se debe tener en cuenta que segó la vida de miles y miles de los mejores hijos de nuestro pueblo, que en casos como el de Salamanca eran dirigentes llamados a grandes destinos.
“Se podría hablar mucho más de Salamanca, pero se podría resumir así: ‘Un verdadero dirigente proletario”, en el amplio sentido de la palabra; uno de los mejores hijos que ha dado la clase obrera argentina desde el siglo pasado’.
 
Juicio y castigo
A 40 años de su secuestro, sabemos que Salamanca estuvo cautivo en el centro de detención clandestino La Perla, y que el infame general Luciano Benjamín Menéndez, jefe del Tercer Cuerpo de Ejército, se vanagloriaba de haberlo interrogado, incluso algunos sobrevivientes han dicho que el mismo Menéndez lo ejecutó. Seguimos peleando para que haya castigo a los culpables del secuestro de René –cuyo legado sigue más vigente que nunca– y de todos los secuestrados por la dictadura genocida, y no pararemos hasta que se pudran en la cárcel.