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20 de abril de 2016

“Menores huérfanos, vagos o viciosos”(4)

Crónicas proletarias

 Hemos visto cómo, en 1919, luego de la gran lucha de la Semana de Enero, las clases dominantes buscaron avanzar en la represión de las luchas sociales, y que un aspecto de esto fue la Ley Agote, la Ley de patronato de la infancia. Además del previsible apoyo a esta norma por parte de los diputados conservadores, a cuyo partido pertenecía el doctor Luis Agote, patrocinador del proyecto, el mismo fue aprobado por la bancada radical y hasta por los diputados socialistas, algunos de los cuales sólo presentaron objeciones parciales.
Agote, además, contaba con el aval de los estudios de criminología que realizaba José Ingenieros, con quien había consultado aspectos del proyecto de ley. Eso sí, mientras que Ingenieros, desde su análisis positivista de la realidad social que pronosticaba que el 90% de los pequeños vendedores de diarios se transformarían en delincuentes, ponía el centro en eliminar la explotación de mano de obra infantil, Agote centraba en sacar a los niños de la calle, planteando como solución los reformatorios y hasta encerrar a todos los niños delincuentes en la isla Martín García.
Es que Agote hablaba en nombre de la clase que defendía el trabajo infantil, pero en su provecho. Años antes había planteado este punto de vista el oligarca Miguel Padilla, director del Centro Azucarero Argentino que agrupaba a los ingenios del norte argentino. Padilla, siendo diputado por Tucumán, en 1906, mientras se discutía la ley que reglamentaba el trabajo de mujeres y niños, había dicho: “Se ve más corrupción, se ven más caras macilentas y más cuerpos endebles que en los talleres chicos, en las calles de las ciudades, como ocurre en la Capital de la república, cuando los niños pueden ocupar su tiempo útilmente en las fábricas contrayendo hábitos de trabajo y llevando una ayuda a sus padres, evitando de esta manera los vicios que se adquieren por la ociosidad y por la vagancia”.
Los diputados socialistas, durante la discusión de la “Ley Agote”, al tiempo que denunciaban el “desquicio” en el Patronato de menores que funcionaba en La Plata, sólo propusieron, vía el diputado Mario Bravo, la modificación del artículo que sacaba la patria potestad de los hijos de un matrimonio anterior “a las viudas que contrajeran nuevas nupcias” (La Vanguardia, 29 de agosto de 1919). El propio diario socialista consigna que en el debate en particular, Agote introdujo un agregado “declarando menores abandonados a los jóvenes de menos de 17 años que venden diarios en las calles”. Así salió la ley por la que el Estado obtuvo la “patria potestad” de los “menores delincuentes”.