—¿Cómo fue la resolución de la Conaduh de aceptar la oferta del gobierno, después de este largo proceso?
—¿Cómo fue la resolución de la Conaduh de aceptar la oferta del gobierno, después de este largo proceso?
—Una primera valoración es que la resolución de la Conadu Histórica se hizo llevando cada una de las propuestas realizadas por el gobierno a las asambleas, en cada asociación de base. Fue un congreso y un plenario de secretarios generales los que tomaron la decisión en base a esos mandatos de qué hacer. Entonces, esto es importante señalarlo porque hace a un método de resolución de toma de decisiones en los momentos clave del conflicto, que es cuando se decide si aceptamos o rechazamos.
La situación concreta terminó siendo que el gobierno responde a las contrapropuestas que le realizamos nosotros. Las otras federaciones rápidamente resolvieron firmar y acordar, pero nosotros, la Conadu Histórica, recibimos la propuesta, nos tomamos tres días, se hicieron las asambleas, se reunió el plenario de secretarias y secretarios generales, y recién ahí se resolvió aceptar.
Se acepta en base a que hemos avanzado en la defensa del salario de los docentes: en relación a cómo empezó el gobierno (con una oferta de un 20, 25%) y los incrementos salariales obtenidos del 34 y 36%; con dos aspectos muy importantes: uno –que figura en el acta– que el 28 de septiembre se reúne la paritaria de vuelta, y si se mantienen los niveles inflacionarios actuales –que es lo que el gobierno promete que no va a suceder– se rediscuten los porcentajes. Esto, que se llamaba cláusula de monitoreo o cláusula gatillo, evaluando el desarrollo de la inflación, es un reaseguro de que si la inflación se mantiene, se rediscuta todo.
Otro aspecto muy importante, y que es una conquista de la Conadu Histórica, es volver a la paritaria en febrero. La paritaria tiene vigencia hasta el 28 de febrero. Va a ser una paritaria corta, de nueve meses. El punto adquiere importancia porque antes discutíamos en febrero, en simultáneo con los otros niveles de la educación, pero en el 2013 el kirchnerismo impuso una paritaria de un año y medio, lo cual nos llevaba la negociación a junio, con la clara intención de separar nuestra negociación del resto de los niveles.
Por lo tanto, un avance relativo en los porcentajes y fundamentalmente la cláusula de monitoreo y la paritaria a febrero es lo que llevó a la mayoría de las asambleas a decir: firmemos este acuerdo paritario y sigamos la lucha por mayor presupuesto, por el convenio colectivo de trabajo, por la eliminación del impuesto a las ganancias.
—¿Qué valoración tenés de este proceso de lucha tan largo e importante?
—Ha sido muy largo: eso tiene que ver por un lado con la dureza del gobierno, que tenía toda la decisión de ir a un ajuste muy fuerte en los salarios y poner un tope salarial que no superara el 25%. Eso es lo que nosotros en principio logramos desmontar, pero eso implicó que la lucha tuviera que ser muy larga. A su vez, lo que logró que pudiéramos avanzar fue fundamentalmente la decisión de la Conadu Histórica de ir a un plan de lucha con fuerza y con decisión.
Mientras desde la Conadu Histórica hacíamos medidas de fuerza que fueron prolongándose y profundizándose –llegando a semanas enteras de paro las últimas dos– las otras federaciones, con sus vacilaciones tradicionales, realizaban paros de 48 o 24 horas.
Lo fundamental fue la decisión, sobre las últimas dos semanas del conflicto, de ir a una movilización nacional que fue propuesta por la Conadu Histórica, al igual que la fecha. El resto no quería esa fecha, quería hacerla casi sobre junio. La decisión de marchar el 12 permitió empalmar el reclamo de la docencia universitaria por salario con el reclamo por el presupuesto, que es el otro gran ajuste que está haciendo el gobierno. Y permitió que se desplegara esa movilización que fue imponente, que mostró los límites que tiene el gobierno de Macri. Porque esa movilización le marcó la cancha al gobierno en términos de: no queremos ajuste en la universidad, y si lo van a hacer, estamos nosotros en la calle.
Estuvieron, como hace muchísimos años no había, decenas de miles de estudiantes en la calle; más de 50 mil se dice en Buenos Aires, pero la movilización fue nacional –literalmente– porque hubo casi cinco mil en Neuquén, 2 mil en Misiones, otros 2 mil en Jujuy, en muchas universidades nacionales hubo movilizaciones de centenares y miles de estudiantes, docentes y no docentes. Así que esa movilización fue un punto de inflexión, que hizo que el gobierno tuviera que hacer ofertas que fueran consideradas por las asambleas, ceder y llegar a esto que es un avance desde el punto de vista de nuestros derechos.
Lo otro que impuso esa movilización es que dejó puesto en la calle, en la escena política nuevamente, al movimiento estudiantil en conjunto con los docentes y los estudiantes; lo cual augura la resistencia que va a tener cualquier política de ajuste sobre la educación y sobre las universidades públicas.
—Fue muy evidente el carácter activo que tuvo el paro, las clases públicas fueron cimentando la unidad con el movimiento estudiantil.
—Esa combinación se fue consolidando y fue creciendo con los paros porque, por la modalidad de trabajo nuestro, hasta que no llegamos a la semana de paro, fue difícil establecer un clima de movilización de la envergadura de la que se logró. Fue un acierto clave de la Conadu Histórica arrancar con paros de 48 horas, después ir a las 72, y después, en el momento más importante ir a jornadas de semana entera de paro. Lo otro importante fue ir intercalando esas semanas de paro con semanas de actividades, de tal manera de volver a las aulas, a las reuniones y asambleas, y poder discutir con los estudiantes la necesidad de salir juntos a la calle. En ese sentido, fue acertada la dinámica –creemos nosotros– de ir creciendo en magnitud, de prolongar los días de paro, intercalándolos con semanas de actividades normales, sin paro pero con mucha reunión y asamblea.
El otro gran debate que se dio fue con sectores del kirchnerismo que paradójicamente planteaban no hacer muchas medidas de fuerza ahora para no gastar fuerzas, ir al segundo cuatrimestre y desde esa perspectiva, la mejor estrategia es que no haya acuerdo salarial y forzar al gobierno a que imponga por decreto los incrementos salariales. Traducido: que nadie firme, que no haya acuerdo y en agosto ir al conflicto social para que el costo político lo pague Macri. Y con esa estrategia no hacían medidas de fuerza para no gastar energías en la lucha que vendría recién en el segundo cuatrimestre. Quedó demostrado que esa estrategia nos llevaba al fracaso y que la estrategia era gradualmente profundizar la lucha ahora y a su vez ganar la lucha salarial o avanzar lo más que se pueda. A la par de estas discusiones con los sectores kirchneristas, peleamos y garantizamos que todos seamos convocantes de la movilización del 12 de mayo.
La política de hacerle pagar el costo político a Macri porque impone los aumentos por decreto, es regalarle la obtención de aumentos miserables, al lado de lo que con nuestra lucha podemos conseguir.
—La Conadu Histórica salió fortalecida después de esta lucha.
—Salimos muy fortalecidos, muy unidos y con el orgullo de haber sido vertebradores de este proceso de lucha que más allá de lo que avanzamos –que se podrá discutir si es poco o mucho–, se adelantó mucho en la necesidad de volver a instalar la defensa de la universidad pública, y la movilización como instrumento para esa defensa en decenas de miles que protagonizaron esa movilización. Si hay algo que hicimos bien y que le “hicimos daño” al gobierno de Macri es haber estimulado y promovido esta movilización de decenas de miles.
—Por lo tanto, la perspectiva para el segundo cuatrimestre es buena desde el punto de vista de la defensa de la Universidad pública.
—No sólo para el segundo cuatrimestre. En muchas universidades las federaciones universitarias estudiantiles empezaron a armar sus propios planes de lucha en relación al presupuesto. Ya tenemos una propuesta de jornadas que está proponiendo nuestra federación y se discutirá con las federaciones estudiantiles: tomar el 15 de junio, aniversario de la Reforma Universitaria, como una nueva jornada de lucha en defensa de la universidad y de la educación pública.