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29 de junio de 2016

El 24 de junio se cumplió un año del fallecimiento del compañero, Néstor Oliveri, el Dr. “Chino” como era conocido por sus pacientes de la sala de salud del Barrio María Elena, donde trabajó durante 26 años, siendo el director de la misma.

A un año del fallecimiento del “Chino” Oliveri

Un médico de barrio al servicio del pueblo

 La sala de espera se llenó con sus compañeros, los trabajadores de salud, pacientes y vecinos que en un emotivo y conmovedor acto de homenaje lo recordaron. Primero se vio la película “Cuento Chino Clasista y Combativo” del cineasta independiente Pepe Salvia que cuenta, a través de la figura del Chino, la experiencia de salud desarrollada por la sala en ese barrio y en barrios aledaños donde llegaba su influencia. A continuación se leyó una carta de uno de los hijos del Chino, Ariel Oliveri, que envió desde Mar del Plata.
Posteriormente, intervinieron compañeros y vecinos que con lágrimas en los ojos relataron anécdotas de su relación con el Chino o destacaron aspectos de su trabajo. Los pacientes se referían a él como “mi doctor” destacando su humanismo al atenderlos, su disposición a escucharlos incluso en la calle cuando lo encontraban, algunos llegaron a manifestar que se sentían desamparados al no estar más para atenderlos. Verdaderos testimonios de cariño y de dolor por la pérdida del compañero.
Por su lado, sus compañeros de trabajo hablaron de la herencia que les dejó, su espíritu de servir a la gente, su dedicación, su capacidad extraordinaria de trabajo, su atención a los problemas de cada compañero y que, si bien a veces era duro en el trato al criticarlos, sabía rectificar y reconocer sus errores para lograr la unidad para el trabajo.
Al final del acto se colocó en unas de las columnas de la sala de espera una placa recordatoria que mandó a hacer su compañera Beatriz Franco, “Betty”, sobre una madera fileteada con la cara del Chino rodeada por la colores de la bandea nacional y en el medio la hoz y el martillo y con la inscripción de la consigna “El pueblo debe tomar en sus manos la lucha por la salud”, realizado por la trabajadora social de la sala, Lorena Peña. 
Luego todos los presentes salieron al frente de la sala donde jóvenes del barrio con una batucada le dieron el cierre definitivo al acto. 
Entre los presentes se encontraba José Salamanca, hijo del querido dirigente de la clase obrera cordobesa y de nuestro partido, acompañado de su esposa.
 
Una política sanitaria al servicio del pueblo
Hugo Pollola, amigo del Chino y quien dirige en la actualidad la sala, dijo: “En lo personal y emocional ha sido un año muy difícil. En lo que hace a la organización de la sala con mucho esfuerzo de los compañeros para seguir con el trabajo y pelear a rajatabla la línea que se viene desarrollando desde hace cerca de 30 años, de una política sanitaria al servicio del pueblo. Ese es el principal legado que dejó el Chino, trabajar por una salud pública, gratuita, igualitaria y accesible para todos.
“En principio, la falta del Chino, además de la de un gran compañero, es la de un trabajador extraordinario ya que en las estadísticas de la atención representaba el trabajo de dos médicos. Hoy tenemos un solo médico, lo que es absolutamente insuficiente. Por lo cual tenemos una dura discusión con el municipio de La Matanza que no quiere invertir en nuestra sala. Tenemos trabajadores precarizados con becas que llevan tres meses sin cobrar y con el riesgo de perder algunos de esos compañeros ya que no aguantan más esta situación. Y en lo que hace a los médicos, por los bajos salarios y las condiciones laborales en este municipio no se consiguen, lo que hace que tengamos enormes dificultades para brindarle la salud que nos demandan los vecinos.
“La ausencia del Chino se siente también en el momento de tomar iniciativas, si bien algunos como en mi caso hemos estado muchos años formándonos al lado suyo en lo sanitario y político, el nivel de iniciativa del Chino era tremendo para enfrentar las dificultades, logrando integrarnos a todos en la tarea que proponía”.
 
Carta de Ariel, hijo del Chino
Reproducimos extractos de la carta: “Desde el año 1989 era becario de una Beca Salud para el Pueblo creada en 1987, de esos 26 años, un par de ellos ad honorem. Han pasado gobiernos durante estos últimos 26 años, muchos gobiernos que solo han nombrado durante todo ese tiempo a cinco profesionales de salud en esa salita en La Matanza profunda. Mientras tanto, la plata del pueblo vuela por los aires, vuela impunemente ya sea por los vuelos a Panamá o vuela entre los bolsos a través de medianeras a la madrugada en un Convento o se encuentra obscenamente en financieras para que todos miremos incrédulos e indignados. 
“Hoy se cumple un año desde que partiste, podría decirte muchas cosas, que te quiero y que te extraño. Pero la mejor manera de recordarte y homenajearte es contar lo que ha sido tu obra, no realizada como un superhéroe, sino en conjunto con los más pobres. Quiero decirte que lo que más admiro es que no fuiste un iluminado que fue a ayudar, fuiste un tipo común y corriente que ayudó a organizar a los más pobres para resolver los problemas de salud del barrio. Los cuales se fueron resolviendo entre todos, seguramente ellos sin vos no hubieran podido y vos sin ellos tampoco. 
Por eso mi manera de recordarte es abrazando fuerte a los trabajadores de salud de María Elena que te extrañan como yo o tanto más que yo, eso me cuentan cuando los veo. Hoy al año de tu partida quiero darte las gracias por trasmitirme como enseñanza que si no nos gusta el mundo en el que vivimos hay que luchar para cambiarlo. Que hay que dejar de lado las ambiciones personales, que el dinero no lo es todo, lo cual practicaste en tu vida. Elegiste el camino de lo colectivo en un mundo individualista hasta el hartazgo, lo cual es mi mayor orgullo. Quiero que sepas que cuando nos crucemos alguna vez vas a poder mirarme a los ojos y nos vamos a reír mucho”.