El objetivo manifestado del proyecto es “cambiar el vínculo de los estudiantes con la matemática” mediante dos acciones. La primera de esas acciones es separar a los estudiantes que deben matemática de primer año de su cursada de segundo o tercer año. Esto sucede durante dos de las cinco horas de clase semanal. En ese tiempo trabajan con docentes “facilitadores” un cuadernillo de temas que no son los de primer año.
El objetivo manifestado del proyecto es “cambiar el vínculo de los estudiantes con la matemática” mediante dos acciones. La primera de esas acciones es separar a los estudiantes que deben matemática de primer año de su cursada de segundo o tercer año. Esto sucede durante dos de las cinco horas de clase semanal. En ese tiempo trabajan con docentes “facilitadores” un cuadernillo de temas que no son los de primer año.
Simultáneamente, la mayoría del curso se queda con el profesor de la escuela y trabaja un cuadernillo de “Olimpíadas de Matemática”. Esto es para preparar su participación, obligatoria, en una olimpíada institucional en noviembre. Todo se repite en forma semanal durante seis semanas; en lo que los organizadores definen como una primera etapa.
Lo primero para tener en cuenta es que muchos de los profesores de las escuelas nos enteramos el domingo 12, y ninguno antes del miércoles 8. Todo en forma inconsulta con los que vemos los problemas en el aula en forma cotidiana. Así que se rompen todas las planificaciones anuales, las acciones reparadoras y de contención que ya se estaban implementando al interior de cada institución.
Además se destina un 40% del tiempo de cursada a temas que, no siempre son los que se deben ver en el año (los materiales son los mismos para segundo y tercer año). Los docentes “facilitadores” han sido empleados sin ningún tipo de contrato; y en muchos de los casos es su primer contacto con la escuela media, con sus chicos y sus historias. Así, el gobierno de CABA rompe, una vez más, el estatuto docente y saltea los requerimientos mínimos para que alguien trabaje en educación.
A poco de iniciar el trabajo con los materiales de “olimpíada” se ve la finalidad no manifestada del proyecto: mejorar el rendimiento en las pruebas PISA. Los temas no guardan ningún orden ni desarrollo, sino que solo se busca mostrar estrategias frente a evaluaciones de ese tipo para que los chicos se familiaricen con una forma concreta de evaluación, y cómo contestar desde lo que ya saben.
En el mejor de los casos, este es un parche (uno más) que quiere imponer el gobierno de CABA. ¿Por qué parche? Porque busca ocultar que los resultados de otros países en las pruebas PISA son sobre la base de una escolaridad de 7 u 8 horas diarias, contra las 4 y media o 5 de los chicos de ciudad. Con la diferencia en inversión educativa en salarios, estructura y comedores que eso implica.
En el peor de los casos, el proyecto es otro paso para una educación sin pueblo, sin historia y sin objetivos propios. Recordemos que las pruebas PISA tampoco son un valor en sí mismo. Nacen de la necesidad de los países centrales de comparar sus sistemas educativos con exámenes que emulan a los exámenes de aptitud para el ingreso a sus universidades. Esto puede ser un valor para esas sociedades, pero en un país dependiente, como el nuestro, solo termina legitimando el saqueo de saberes a las clases populares.
Seguir atados a ese tipo de pruebas estandarizadas modeladas en el exterior, o en el interior pero con esos mismos formatos ¿es para estar en mejores condiciones para implementar un examen de ingreso a la educación superior? En todo caso, lo seguro, es que es parte de la “herencia” que el macrismo elige mantener.
Agrupación Docente Enriqueta Lucero / Azul y Blanca en CABA.