El 9 de julio, en su discurso frente a la Casa Histórica donde se reunió el Congreso que declaró la independencia, el presidente Macri hizo gala de su cipayismo y su profundo sentimiento patronal. Estaba rodeado de gobernadores, funcionarios de gobiernos extranjeros (ningún presidente latinoamericano asistió), y del “rey emérito” de España, Juan Carlos, en una clara afrenta a la dignidad nacional.
El 9 de julio, en su discurso frente a la Casa Histórica donde se reunió el Congreso que declaró la independencia, el presidente Macri hizo gala de su cipayismo y su profundo sentimiento patronal. Estaba rodeado de gobernadores, funcionarios de gobiernos extranjeros (ningún presidente latinoamericano asistió), y del “rey emérito” de España, Juan Carlos, en una clara afrenta a la dignidad nacional.
Macri, además de reiterar sus conocidas declaraciones sobre los supuestos “éxitos” de sus siete meses de gestión, dejó frases que quedarán para el recuerdo. Justamente el día que nuestro pueblo festejó los 200 años de la declaración de la independencia, Macri afirmó “Estamos movilizados con los gobernadores, pensando qué sentirían ellos en ese momento, claramente debían sentir angustia, querido rey, de separarse de España. Nunca es fácil. No fue fácil en ese momento, ni es fácil hoy”.
Tampoco se privó de mostrar su esencia de clase, despotricando contra las conquistas de los trabajadores argentinos: “Tenemos que alejarnos de lo que pasó en los últimos tiempos, que creció el ausentismo, las licencias, las jornadas horarias reducidas. Cada vez que un gremio consigue reducir una jornada horaria, todos los demás argentinos lo estamos asumiendo como parte de un costo y no está bien”.
Más temprano que tarde, nuestro pueblo sabrá pasarle la factura a este gobierno por su política de ajuste y entrega.
