Señor Presidente, le escribimos estas líneas porque queremos ponerlo al corriente de la situación que vivimos muchos jóvenes argentinos. Somos pibes y pibas de organizaciones sociales y comunitarias de todo el país, que vemos con preocupación, bronca y tristeza como la pobreza está disolviendo nuestra esperanza de una vida mejor en un caos cotidiano. Caos de tal magnitud que nadie puede saber a ciencia cierta sus alcances en el tiempo. Convencidos que la resignación no es el camino, decidimos este domingo 7 de Agosto, salir a las calles a reivindicar aquellas banderas que San Cayetano supo pregonar y que hoy nos unen a gran parte de los jóvenes de nuestro país. Sin embargo, en la actualidad la Paz, el Pan y el Trabajo siguen siendo una deuda para las mayorías.
Hoy por hoy la pobreza alcanza a un 35% de la población: es decir, a más de 15 millones de personas. En ese marco, los aumentos desmedidos de tarifas de los servicios de gas, luz y transporte y principalmente de los precios de los alimentos, golpean con gravedad al pueblo argentino. Y donde más daño producen es entre los más humildes. El temor crece en la mesa de cada familia de nuestros barrios. Así de grave es la situación.
Por otro lado, durante los últimos meses también asistimos al empeoramiento de la situación del trabajo. Por causa de despidos masivos, de suspensiones, de salarios aplastados por la inflación y sobre todo por la falta de políticas orientadas a la generación de nuevos puestos laborales y de contención frente a las medidas que apuntan a enfriar la economía, el laburante argentino la tiene complicada. Y los jóvenes somos uno de los sectores más afectados por este escenario: 1.500.000 jóvenes que no acceden al trabajo ni a la educación, dan cuenta de ello. Quienes logran acceder al empleo, lo hacen en su mayor parte en negro o bajo altas condiciones de precarización laboral y en su mayoría por debajo del salario mínimo. También hay un fenómeno que notamos crecer: el empleo informal, que afecta sobre todo a los jóvenes. La famosa changa viene desapareciendo en cada uno de nuestros barrios, porque lo primero que recortan las familias de sus gastos son los pesos que le daban al pibe que cortaba el pasto, o a la piba que les cuidaba los chicos. Por cada trabajo formal que se pierde, se pierden 3 en la economía informal o popular.
En las zonas rurales, los jóvenes nos vemos permanentemente amenazados por el avance de la concentración de las tierras y la expulsión de los más pobres del campo. Nos expulsan a las villas miserias de las ciudades y se quedan con nuestras tierras, despojándonos así de nuestra cultura y despedazando nuestros proyectos de futuro.
En el terreno de la educación, el recorte al presupuesto para las universidades públicas y la falta de un boleto educativo nacional que contemple a todos los estudiantes, dificultan el acceso y la permanencia de miles de jóvenes en el sistema educativo.
Todo esto genera exclusión, urgencia y necesidad, que juntas conforman un caldo de cultivo para que se afiance el negocio de la droga que arroja todos los días nuevas víctimas.
Sumado a esto, la violencia de género se despliega con más fuerza entre las mujeres más jóvenes. Se hace cada vez más urgente la necesidad de ejecutar políticas activas para terminar con los femicidios y las desigualdades entre géneros. Creemos que es el gobierno el que debe ocuparse de posibilitar una vida más plena y libre para todos y todas.
Queremos decirle, señor Presidente, que vemos durante estos 7 meses de gestión de Cambiemos, que el avance y el cambio sólo se expresan en el aumento de patrullas que ingresan a nuestros barrios, en la mayor cantidad de kiosquitos narcos en las esquinas de nuestras casas, y en la criminalización política de los pibes de la Argentina que nacimos en calles de tierra. Estas son realidades que forman parte de la otra cara del ajuste: las políticas represivas, el gatillo fácil, la violencia y el consumo de drogas, que se llevan las vidas de nuestros hermanos, primos y amigos del barrio. Por estas razones, el próximo 7 de agosto en el día del patrono del trabajo y siguiendo el consejo del Papa Francisco, quien nos convoca a que “hagamos lio” ante las injusticias, vamos a realizar una gran caravana desde San Cayetano hasta Plaza de Mayo.
Necesitamos políticas que den respuesta a la realidad que vivimos, políticas sociales activas para los jóvenes que menos tenemos: trabajo, educación, deporte y cultura. Medidas para terminar con los femicidios y el narcotráfico.
Presentamos esta carta porque queremos ser escuchados. Porque pateamos los barrios con la esperanza de mejorar nuestro futuro y ser protagonistas de la transformación del presente. Somos parte de una generación que se moviliza porque nos conmueve la desigualdad social, desigualdad social frente a la que nos encontramos desprotegidos. Nosotros estamos abajo, luchando para llegar a fin de mes, organizados con la esperanza que nos une para seguir en pie. Sentimos cada injusticia como propia, sentimos como un deber defender nuestros derechos, defender a los nuestros.
Es por eso que le pedimos que nos reciba en audiencia, para así poder conformar una mesa de diálogo con el objetivo de atender las problemáticas que viven los jóvenes argentinos en su vida cotidiana. Señor presidente, no somos Tinelli ni Mirtha Legrand, pero la importancia del trabajo que realizamos desde cada una de nuestras organizaciones demanda una respuesta. Nos hacemos eco de su promesa de campaña sobre pobreza cero, lucha contra el narcotráfico y disposición al diálogo. Queremos pan, paz y trabajo. Queremos la dignidad que nos merecemos para nuestro pueblo y nuestros pibes.