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17 de agosto de 2016

Argentina y las internacionales obreras (1)

Crónicas proletarias

 Luego de la primera guerra mundial se realizó en la ciudad de Amsterdam (Países Bajos), en agosto de 1919 el congreso constitutivo de la Federación Sindical Internacional, en la que confluyeron las principales centrales obreras de los países europeos y Estados Unidos, influenciadas por los partidos “socialistas” que se habían pasado a sus respectivas burguesías en el curso de la “gran guerra”, y por las corrientes sindicalistas.

 Luego de la primera guerra mundial se realizó en la ciudad de Amsterdam (Países Bajos), en agosto de 1919 el congreso constitutivo de la Federación Sindical Internacional, en la que confluyeron las principales centrales obreras de los países europeos y Estados Unidos, influenciadas por los partidos “socialistas” que se habían pasado a sus respectivas burguesías en el curso de la “gran guerra”, y por las corrientes sindicalistas.
La Internacional Comunista, fundada tras el triunfo de la Revolución Rusa, impulsó la creación de la Internacional Sindical Roja, que tuvo su primer congreso en julio de 1921.
En la Argentina también se expresó el debate sobre si las centrales sindicales debían incorporarse a alguna de estas dos internacionales, o no.
En la Federación Obrera Regional Argentina (FORA) del 9° Congreso, hegemonizada por la corriente sindicalista y que integraban también socialistas, comunistas y algunos anarquistas se dio un amplio debate sobre esto. Los sindicalistas impulsaron entrar a la Federación Sindical Internacional, lo que concretaron a fines de 1919. Frente a la propuesta de la Internacional Comunista, los sindicalistas defendieron su permanencia en la FSI, reconociendo sus “defectos”, como señalaba Sebastián Marotta, en nombre de mantener la unidad de la clase obrera. 
La “Circular Zinoviev”, por el nombre del dirigente de la Internacional Comunista que lo firmaba, llamando a conformar la ISR, criticó a las organizaciones de la FSI por su “rutina estrecha, decrepitud interior y adulación de las leyes burguesas” y criticaba su supuesta neutralidad política “que importa apoyar la política burguesa”. El propio Marotta da cuenta de los intensos debates acerca de esto en el movimiento obrero organizado, que llegó a un punto culminante en el 11 Congreso de la FORA, en enero-febrero de 1921. 
Allí los sindicalistas volvieron a plantear la pertenencia a la FSI, lo que fue replicado por los delegados comunistas, como Juan Greco, quien fundamentó la ruptura diciendo que allí se nucleaban los “social-traidores… lacayos de la burguesía”, y reclamando la incorporación de la FORA a la ISR “en la que se concentran los revolucionarios”. La crónica del periódico La Internacional dice que Greco “negó autoridad moral” al Congreso para “resolver semejante asunto”. Consigna también La Internacional que en el Congreso hubo una moción para separarse de la FSI “pero de ninguna manera ingresar a la de Moscú”. La resolución del Congreso llevó a la renuncia de los miembros del Consejo pertenecientes al Partido Comunista.