Durante estos años la empresa, sobre la base de multimillonarias ganancias, realizó un proceso de restructuración y concentración de la producción, que está en curso, con compras de empresas, cierre de plantas y traslados. Así sucedió con Planta Avellaneda, San Luis, Colombo, Bonafide, etc. Durante estos cambios muchos trabajadores quedaron afuera con despidos abiertos o encubiertos con la forma de “retiros voluntarios”.
En la planta Barracas este proceso comenzó con el desmantelamiento del envasamiento de arroz en 2008; situación que derivó en la organización de los trabajadores y la recuperación, en 2009, de la Comisión Interna para la defensa de todos los puestos de trabajo.
Con esta recuperación se forjó la unidad en asambleas de turno y generales, y se fueron conquistando varios derechos postergados durante años: las categorías más altas de convenio, efectivizaciones, adicionales, el no descuento del presentismo, mejores condiciones de trabajo. Todo se conquistó con la unidad y la lucha de todos los compañeros, respondiendo con firmeza y evitando así todas las suspensiones y despidos que intentó la empresa.
Luciano, delegado de la Interna, nos dice: “En octubre de 2013 la empresa Molinos nos comunica que van a dar vacaciones simultáneas a todos los trabajadores de Barracas del 29 de diciembre al 14 de enero. Convocamos a asamblea y se decidió rechazarlas. Se desconfiaba de los planes de la empresa. Dicen los compañeros: ‘vos te ibas en diciembre y nunca más volvías a entrar’”.
Se corría el rumor de que la empresa había anunciado en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires la venta del predio de Barracas, rumor que confirmaron posteriormente.
Dice Luciano: “Ahí, empezó el conflicto. La disyuntiva era: nos unimos para mantener los puestos de trabajo, o cada uno agarra la plata y se va. La empresa metió que se había vendido, y a su vez, habían parado la producción. Habían dejado sin insumos. Ellos querían vaciar el Centro de Distribución donde tenían toda la mercadería terminada, con 3.500 pallets.
“Entonces, a propuesta en asamblea de un joven compañero, que ya no está entre nosotros, le cortamos ahí. Una delegación de trabajadores concurrió al Sindicato para que apoyaran las medidas. Para eso era clave también hablar con los camioneros. Nos recibió el Sindicato de camioneros, también la CTA. Se obtuvo un acuerdo de hacer esa medida y a partir de ahí retomamos la conversación con la empresa. Hubo varias movilizaciones y audiencias en Ministerio de Trabajo. En la primera, el Sindicato, la Comisión Interna y la empresa retomamos el diálogo”.
Dice Luis: “Gracias al apoyo de los Camioneros también que les hicimos la lucha. Porque la empresa quería sacar sí o sí toda la producción afuera. Pero cuando nosotros veíamos que había dos mil pallets, bueno listo. Al supervisor le decíamos ‘no tocás más’”.
Luciano agrega: “Fue una medida justa, aparte, nosotros teníamos aval de la asamblea. Habíamos dado todos los pasos correspondientes, la empresa había quedado aislada”.
Se logró firmar, en mayo de 2014, un acuerdo marco para el traslado de todos, con el compromiso firmado de que la empresa no podía cambiar ninguna de las condiciones económicas que afectaran a los compañeros de Barracas en el nuevo destino.
Dice Luis: “Conseguimos, entre todos, el pase de los 96. Fue un proceso por etapas y difícil. La empresa hasta el último instante maniobró con los traslados e intentó dejar afuera a dos delegados, ofreciéndoles plata permanentemente para que abandonaran la lucha. De inicio, queríamos que el traslado fuera de todos de una vez. La empresa planteó que necesitaba seguir produciendo a medida que iba trasladando la producción. Así empezó el traslado a cuentagotas”.
“A cuentagotas, para hacerte sangrar”
“Las primeras tres etapas la empresa las cumplió bien, trasladando incluso a dos de la Comisión Interna –analiza Luciano–. Cuando llegamos a la cuarta etapa, donde teníamos que ir los 50 de rebozador, ahí vino todo el descalabro, porque hacían eje en que yo, como delegado, no iba a ser trasladado.
“Al momento del acuerdo estaba yerba Cruz Malta, Nobleza Gaucha y Pan rallado Preferido… Llegó diciembre de 2015 y no trasladó ni a uno. Pasó diciembre y nosotros empezamos con notas al Ministerio de Trabajo, con denuncias de que no estaban cumpliendo el acuerdo. Ellos que no te firmaban nada.
“Después empezaron a maniobrar: a dividir a los cincuenta en etapas. Se negaron sistemáticamente a mandarnos y dejarnos a los tres delegados hasta el final… Quedamos dos: nos empezaron a ofrecer plata, entonces empezaron a llevar a Echeverría de a seis, de a cinco… a cuentagotas como para hacerte sangrar. Y nos dejaron acá, sin tarea. Los compañeros de Echeverría buscaron apoyo allá. La mayoría de los trabajadores de Echeverría firmó un petitorio para el pase. Fuimos a la puerta de Echeverría para contar la situación, que no queríamos la plata, que queríamos el puesto de trabajo como se había firmado. También se movilizaron varios compañeros, en dos turnos, a la puerta de Barracas. Quedaban en Barracas 22. De esos, a 15 le firmaron el traslado para el 1 de agosto. Los 7 restantes quedábamos en una planta vacía, sin ningún tipo de actividad. El martes 2 la empresa nos muestra el papel de traslado de los que quedaban, excepto el de Luciano”.
Se concretó la firma del traslado de todos, pero, hasta el final, la empresa presionó para quebrar al delegado, dejándolo solo.
“Quiero hablar con vos –me dice el responsable de Recursos Humanos–, ¿cuánta plata querés? Mirá nosotros creemos que esta plata vos no la vas a ver nunca más, que tus compañeros se van a olvidar de vos, que en todo caso… se pueden acordar tus amigos. Vas a tener tus amigos y qué se yo… una página en alguna revista… pero la plata ésta… vos cuando tengas una familia, hijos y después te vas a preguntar, te vas a arrepentir… cinco, cinco millones y medio vos te podés llevar.
“Así de expeditivo, la empresa ya no tenía ninguna razón aparente para esto, ya que todos habían firmado el traslado. Mario, el otro delegado que quedó hasta el 1°, tampoco agarró la plata cuando se la ofrecieron. Es una cuestión de clase: piensan que todo tiene un precio, y que quebrar a un delegado significa para los compañeros que no se puede confiar en nadie”.
Luciano, con una conducta clasista ejemplar, con la cabeza puesta en todos los compañeros, en el momento de esta entrevista reflexiona: “son momentos de decisiones en la vida… Pero sabíamos que teníamos que reafirmar el camino que venimos recorriendo desde 2009. La Interna siempre tuvo claro que no tenía que venderse. Algunos decían: ya está, ya conseguimos el traslado de todos, no te vamos a criticar si agarrás la plata.
“Pero aunque esto se decía, todos estallaron de alegría cuando no agarramos la plata y firmamos todos el traslado. Hubo compañeros que lloraban conmovidos por la firmeza. Porque, en definitiva, aunque sea por uno solo, la empresa habría conseguido el objetivo de quebrarnos.
“Agradecemos al Partido y su línea justa que nos orientó y nos ayudó a no cometer muchos errores, que siempre hay, pero con la cabeza siempre puesta en la clase obrera, en la unidad con los compañeros, demostramos que no todo tiene un precio. Todo no se vende. La lucha continúa”, concluye Luciano.
Seguramente, en la nueva planta, se irá forjando una nueva unidad para enfrentar los planes de ajuste y entrega, antinacionales, del gobierno de Macri, que hoy castiga a nuestras familias con inflación, tarifazos y despidos.
En este sentido saludamos la unidad expresada el 29 de abril, con la masiva concentración impulsada por las 3 CGT y las 2 CTA, y la extraordinaria marcha del 7 de agosto, desde San Cayetano a Plaza de Mayo.