Santa Cruz, a comienzos del siglo 20 tenía menos de 18 mil habitantes, de los cuales más de la mitad eran extranjeros. La mitad de la población vivía en alguno de los cuatro puertos de la provincia, la otra, desperdigada en las inmensas estancias que acaparaban un puñado de terratenientes, entre los que se destacaban los Menéndez Behety, cuyos “campos en el sur de Chile y la Argentina ocupaban 1 millón 28 mil has”, refiere Otto Vargas en El marxismo y la revolución argentina, tomo 2, y agrega “La embajada norteamericana en la Argentina, en su informe al Departamento de Estado del 28/1/1922, consigna que en el entonces Territorio Nacional de Santa Cruz, 2.108 leguas pertenecían a 439 propietarios, de los cuales 36 poseían 1.164 leguas”.
Así como hay una apropiación de la tierra arrancada a los pueblos originarios que no conoció fronteras, también hubo integración entre las primeras organizaciones obreras chilenas y argentinas. En las estancias, hubo varios casos en que se negociaban los convenios de los trabajadores de manera conjunta entre la Federación Obrera de Magallanes y la Sociedad Obrera de Río Gallegos. Esta última se había creado en 1910, y agrupaba a estibadores del puerto, cocineros, mozos y empleados de hotel de las ciudades, además de un incipiente trabajo en el campo.
En las estancias las condiciones de trabajo eran muy malas tanto para los esquiladores, como para los distintos oficios (ovejeros, peones, carreteros, domadores, velloneros, etc.) vinculados a la producción lanar, largamente la más importante del territorio. Ésta tenía un ciclo anual que arrancaba en marzo con el baño de los lanares, seguía con la invernada, la marca de los carneros y la esquila que arrancaba en noviembre/diciembre. El pago, como reflejan los convenios, se hacía en la moneda inglesa, libras esterlinas, lo que nos exime de comentarios sobre la real situación de la soberanía en estos territorios.
Entre fines de 1916 y comienzos de 1917 se desarrolló en las estancias de ambos lados de la cordillera y en Tierra del Fuego una huelga que planteó demandas salariales y el pago “en moneda nacional”, además de cuestiones que pasarían a ser centrales en las grandes huelgas de 1921-1922, desde la comida, el alojamiento, hasta la representación obrera en la negociación de los conflictos. El conflicto paralizó “las actividades ganaderas y comerciales de toda la Patagonia argentino-chilena, por espacio de 49 días” (Historia del trabajo y los trabajadores en Magallanes y la Patagonia, Manuel Luis Rodríguez U.).