La baja de los precios continúa. Si bien se estabilizaron en 45-50 dólares el barril, son demasiado bajos para la rentabilidad esperada por las empresas monopólicas, en proyectos como el de los no convencionales.
La baja de los precios continúa. Si bien se estabilizaron en 45-50 dólares el barril, son demasiado bajos para la rentabilidad esperada por las empresas monopólicas, en proyectos como el de los no convencionales.
Estos precios bajos son producto de la disputa por las cuotas de mercado, y la producción mundial. Arabia Saudita aumenta su producción para bajar los precios y, así disputarle el mercado asiático a Rusia principalmente y ponerle una barrera de contención a la producción del shale en Estados Unidos. Esta disputa está lejos de aflojar. Por ahora los Saudíes, se resisten a bajar la producción, por lo que los precios van a continuar en este nivel.
La disputa de monopolios petroleros no es algo nuevo. La Argentina está atada a esa situación y en una posición desventajosa, producto principalmente de la dependencia que tenemos de esos monopolios extranjeros. Esos poderosos grupos económicos están en un plan de ajuste a nivel mundial, sobre la base de una desfinanciación de la industria, y nosotros no escapamos de esos proyectos de ajuste. Teniendo esta situación internacional, es utópico esperar una lluvia de inversiones en nuestros yacimientos.
Por el contrario, los obreros petroleros y nuestros pueblos seguirán pagando los platos rotos de este asunto, con despidos, baja de sueldos, suspensiones, etc.
La única esperanza de inversión era YPF pero esta empezó un plan de ajuste, que pretende descargar sobre los trabajadores la crisis a la que nos han llevado. Durante 8 años, el gobierno K le permitió a Repsol sacar más del 100% de las ganancias a España, a cambio de meter a su socio Ezquenazi como CEO. Luego de un vaciamiento de los yacimientos, los K sacaron a Repsol y con el discurso de la recuperación de YPF cerraron negocio con Chevron y otras compañías, principalmente yanquis. Poniendo de CEO a Galluccio, volcaron todos los recursos para explotar Vaca Muerta, con la idea que les había dado el ministro de energía de EEUU, como afirmó Kicillof en su reciente visita a Neuquén: “el Estado debe invertir fuerte primero para luego dejarlas a las privadas”. Con esta idea “nacional y popular” que le dio el ministro yanqui, endeudaron a YPF y vaciaron la caja de la empresa, pagando el costo de la curva de aprendizaje para allanarles el camino a las operadoras extranjeras, pero el final de la historieta es la misma de siempre, lo único que llegó a los yacimientos es ajuste, baja de contratos, suspensiones, despidos, etc.
Frente a esta situación de crisis internacional, y de una YPF muy complicada en sus finanzas, la política de Macri es hacerle pagar a los trabajadores y a las pequeñas y medianas contratistas los platos rotos. Están abriendo la importación de crudo, y son los que más empujan los planes de ajuste que incluyen despidos y aprietes en los ritmos de producción. Como planteó Bizzotto (gerente de no convencionales de YPF) en el diario La Nación: Argentina tiene que ser más competitiva para que se den condiciones favorables para la inversión. “Debemos mejorar la eficiencia laboral y trabajar en conjunto entre los sindicatos, las empresas y el gobierno.” Por ejemplo, cuenta que para manejar el mismo equipamiento en la Argentina tenemos a 10 personas más que en los Estados Unidos. Además, si un equipo en la Argentina hace 40 fracturas en las formaciones rocosas por mes, en el país del norte se llega a las 150 por mes. Por otra parte, “aquí los salarios son un 15% más elevados. Además, en los Estados Unidos, el 30% de los sueldos están atados a resultados, acá no. Tenés el mismo sueldo si producís más o menos”.
La política de Macri nos pone a los trabajadores como responsables de la crisis. Para ellos somos los que rendimos poco, cobramos mucho y sobramos. Con esta política estamos en el horno.
Hay una salida a favor del pueblo y los trabajadores
La situación de crisis y desinversión que existe hoy en la industria hidrocarburífera, exige que el gobierno tome medidas profundas. Quedó demostrado con el paso de los años que las empresas privadas son las principales responsables de la pérdida de la soberanía energética, han saqueado nuestros recursos, se han llenado de dólares, y nos han dejado un país que no produce la energía que necesita. Estos resultados son los que muestran que hay que volver a una operación monopólica del Estado sobre los yacimientos. El Estado debe sacarle las concesiones a las operadoras extranjeras, y administrarlas. Ahí están los recursos que se necesitan para invertir y desarrollar los recursos no convencionales. Es imposible que YPF haga las inversiones necesarias para el desarrollo de estos proyectos si solo tiene en su poder el 30% de la producción de los convencionales, el resto está en manos de empresas monopólicas como Panamerican (60% BP ingleses, 40% Bridas), o Chevron, empresas que no están invirtiendo en sus yacimientos, solo están recaudando.
Las operadoras extranjeras son las responsables del desastre en la industria, no los trabajadores y el pueblo argentino. Es hora de que estos grupos se den por bien pagado después de haber saqueado nuestros recursos.
En definitiva, con la política de Macri las deudas de la herencia K la pagamos los trabajadores y el pueblo, con precios altos en los surtidores, con tarifazos, con despidos, suspensiones, aprietes, paritarias a la baja, etc.
Es hora de enfrentar esta política, y trabajar para estatizar la operación de los yacimientos, para poder hacer una política de defensa de la industria nacional, frenar los despidos y mejorar la infraestructura de la industria y de los pueblos que la rodean.
- Parar los despidos y las suspensiones.
- Si no suben todos los equipos al campo, hay que sacarle las áreas.