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12 de octubre de 2016

Bases de la exclusión y la pobreza de los pueblos.

Latifundismo e imperialismo

 

 
El “Che” Guevara, en La revolución cubana, ¿una excepción?,  en 1961, planteó: “El latifundio, ya como forma de explotación primitiva, ya como expresión del monopolio capitalista de la tierra, se conforma a las nuevas condiciones y se alía al imperialismo económico eufemísticamente llamado “subdesarrollo”, que da por resultado el bajo salario, el subempleo, el desempleo; el hambre de los pueblos”. 
En su Mensaje a los jóvenes, de 1960, el Che afirmó: “No hay gobierno que pueda llamarse revolucionario aquí en América, si no hace como primera medida una reforma agraria. Pero, además, no puede llamarse revolucionario el gobierno que diga que va a hacer o que haga una reforma agraria tibia; revolucionario es el gobierno que hace una reforma agraria cambiando el régimen de propiedad de la tierra, no solamente dándole al campesino la tierra que sobra, sino, y principalmente, dándole al campesino lo que no sobre, la que está en poder de los latifundistas, que es la mejor, que es la que rinde más, y es además la que le robaron al campesinado en épocas pasadas. 
“Eso es reforma agraria y con eso deben empezar todos los gobiernos revolucionarios, y sobre la reforma agraria vendrá la gran batalla de la industrialización del país”.
 
El latifundio, como expresión del monopolio capitalista de la tierra, es lo que está en la base del tamaño de la renta absoluta capitalista, y de la concentración de su apropiación, junto a la renta diferencial, a través de la concentración de la apropiación de la producción basada fundamentalmente en el capital de los contratistas y el trabajo de los asalariados. Esto mayormente en la zona pampeana y en la producción agrícola extensiva, mientras en la producción intensiva, principalmente de chacras y quintas alrededor de las ciudades, predomina la producción a través de medieros o arrendatarios y asalariados. También en otras zonas subsiste el latifundio como forma de explotación primitiva, con campesinos originarios y criollos sometidos a la pobreza cuando no directamente desplazados cuando avanza el latifundio capitalista extendiendo la llamada frontera agropecuaria.
 
El otro elemento determinante de la producción y de cómo se distribuyen los resultados de esa producción, y de su indus-trialización y comercialización, en particular para la producción agropecuaria pero también para la mayoría de las producciones regionales e industriales, es el carácter dependiente del impe-rialismo del país, económica y también políticamente. 
Es parte de la cuestión nacional, una parte también fundamental de la cuestión agraria argentina por el carácter dependiente del país, que determina la deformación y subdesarrollo del capitalismo en el país. Tanto por el manejo monopólico imperialista de los insumos fundamentales del agro –como ocurre también en la industria– que limitan el desarrollo científico y tecnológico nacional, como de las llamadas “cadenas de valor” y de las exportaciones (no sólo de granos y derivados sino de prácticamente todas las producciones exportables).
El latifundismo y el imperialismo, a lo que tenemos que agregar el poder del Estado oligárquico-imperialista en que se sustenta –su legislación y políticas (incluidas las impositivas y crediticias) y su justicia–, determinan el qué y cómo se produce y cómo se distribuye el resultado de lo que se produce, con las consecuencias de una mayor explotación y opresión de los obreros y peones rurales, de los pueblos originarios y la mayoría del campesinado, particularmente a los medieros, arrendatarios, contratistas y pequeños propietarios. Esto es lo que está en la base de la exclusión y la pobreza que hoy padecen millones de argentinos.