Levantamos la voz para expresar nuestro profundo repudio a la orden del ministro Bullrich de quitar los cuadros de nuestros compañeros Isauro Arancibia, Marina Vilte y Graciela Lotufo del salón Alfredo Bravo del Ministerio de Educación. Con ese gesto, cargado de significado, Bullrich y los suyos se muestran como lo que son: enemigos de la escuela que pretendemos al servicio del pueblo.
Levantamos la voz para expresar nuestro profundo repudio a la orden del ministro Bullrich de quitar los cuadros de nuestros compañeros Isauro Arancibia, Marina Vilte y Graciela Lotufo del salón Alfredo Bravo del Ministerio de Educación. Con ese gesto, cargado de significado, Bullrich y los suyos se muestran como lo que son: enemigos de la escuela que pretendemos al servicio del pueblo.
El gobierno de Macri descolgó los cuadros de Isauro, Marina y Graciela movido por la impotencia, el desprecio y el odio de clase. Este ministro que afirma que nuestros alumnos usan los planes sociales “para comprar balas” y reivindica la “conquista del desierto” necesita hacerlos desaparecer por segunda vez; y con ellos a nuestros 30.000. Es la misma lógica con la que intentaron arremeter una y otra vez en la historia; la de desaparecer los cuerpos, borrar la memoria, prohibir nombrarlos, ocultar la historia, crear eufemismos para disfrazar la realidad, negar la existencia, censurar nuestra cultura. Así, llamaron “desierto” a la tierra habitada por nuestros paisanos; “barbarie” a la vida de nuestro pueblo y perfeccionaron la maquinaria para secuestrar, torturar y desaparecer a los mejores hijos de nuestra clase.
No pueden, no podrán desaparecerlos. Les duele la memoria porque saben que en cada guardapolvo que marcha, en cada docente que lucha por la escuela pública, en cada trabajador de la educación que se funde en el pueblo persiste la enseñanza de Isauro, Marina y Graciela.
Temen a sus rostros, temen a sus palabras, temen a su ejemplo. A este proyecto político de mayor concentración, exclusión y dependencia lo hieren los dichos de Isauro Arancibia: “No hay maestro cierto y auténtico que no luche por la liberación de su pueblo”. En cada una de nuestras luchas, Isauro, Marina y Graciela vuelven a dar clase y con ellos, nuestros seiscientos compañeros trabajadores de la educación que nos arrebató la dictadura.