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09 de noviembre de 2016

 
La Revolución Socialista triunfante en octubre de 1917 en Rusia conmovió al mundo. Los explotados y oprimidos vieron que se encendía un gran faro que mostraba el camino para la lucha por la emancipación de la clase obrera y de los pueblos.

La revolución de febrero de 1917

Hacia el Centenario de la Revolución Rusa (1)

 
En ese inmenso país, en 1905, se había producido una revolución que la autocracia zarista y las clases dominantes lograron derrotar, pero dejó ricas enseñanzas. Lenin y los bolcheviques consideraban que el levantamiento revolucionario de 1905 sirvió de “ensayo general” de 1917. 

 
En ese inmenso país, en 1905, se había producido una revolución que la autocracia zarista y las clases dominantes lograron derrotar, pero dejó ricas enseñanzas. Lenin y los bolcheviques consideraban que el levantamiento revolucionario de 1905 sirvió de “ensayo general” de 1917. 
Ese año comenzó con un auge del movimiento huelguístico. Poco antes había estallado una sublevación de masas en naciones oprimidas de Asia Central y Kazajstán. En el frente de la guerra se multiplicaban los casos de insubordinación de la tropa (la primera guerra mundial imperialista se había iniciado en 1914). En las aldeas crecían las luchas contra los terratenientes.
Por otra parte, se agudizaban las contradicciones entre los de arriba. El zar negociaba una paz por separado con Alemania mientras que la gran burguesía quería continuar la guerra en alianza con los imperialistas anglo franceses.
En la segunda quincena de febrero los obreros de las grandes fábricas de Petrogrado ganaron las calles. A ellos se sumaron las mujeres que hacían colas para conseguir alimentos. Las consignas eran: ¡Pan! ¡Abajo la guerra! ¡Abajo la autocracia! Los comunistas (los bolcheviques) proponían la huelga general y su transformación en insurrección popular. Los obreros fueron reprimidos sangrientamente el 25 de febrero. Al día siguiente los trabajadores comenzaron a desarmar a la policía y a armarse ellos. Se produjeron nuevos choques con elevado número de víctimas en el pueblo. Los soldados empezaron a vacilar. Los obreros lograban entrar a los cuarteles y llamaban a la tropa a unirse a la revolución. El 27 de febrero se extendió la insurrección a todo Petrogrado.
 Los obreros asaltaron el cuartel y se armaron en masa. Más de 60 mil soldados de la guarnición se les unieron. Se liberó a los presos políticos. El partido Bolchevique llamó a derrocar al zar, constituir un gobierno provisional revolucionario, proclamar la república democrática, implantar inmediatamente la jornada de ocho horas, confiscar la tierra de los terratenientes en beneficio de los campesinos y junto a los obreros de los demás países conseguir el cese inmediato de la guerra imperialista. En este clima aparecieron los primeros delegados electos en fábricas y unidades militares y dieron origen al Soviet de Diputados (Consejo de Delegados) Obreros y Soldados. La revolución se extendió a toda Rusia. Por su parte, la gran burguesía maniobraba para instalar un gobierno provisional controlado por ella y “restablecer el orden”. En el Soviet de Petrogrado predominaban en los primeros meses los partidos reformistas (mencheviques, eseristas).
Se fueron formando soviets en las ciudades y en el campo. Por su lado la gran burguesía a través de la Duma impulsó paralelamente la formación de un gobierno provisional y el “restablecimiento del orden”. Su primera medida fue enviar una delegación al frente, donde se hallaba el zar Nicolás II, para convencerlo de que abdicara a favor de su hijo. Esta posición era respaldada por los jefes militares de todos los frentes. El zar abdicó en nombre suyo y de su hijo, a favor de su hermano Miguel. El pueblo rechazó enérgicamente la continuación de la monarquía. El Comité Provisional de la Duma entabló negociaciones con el soviet de Petrogrado, en el que predominaban los partidos reformistas y apoyaron la creación de un gobierno provisional burgués presidido por el príncipe Lvov. Se creó una dualidad de poderes: el gobierno provisional burgués, por un lado y, por otro, el Soviet. Sobre la base de los Soviets en las fábricas y en el campo se organizaron milicias en reemplazo de la policía zarista. En muchos lugares los obreros obligaron a los capitalistas a pagar las horas dedicadas a su entrenamiento y al servicio público. Los bolcheviques impulsaron a fondo esta práctica y el armamento general de hombres y mujeres, que las milicias confiscasen el pan y la leche a los acaparadores y las viviendas desocupadas de los ricos y que los campesinos tomasen directamente las tierras.