El gobierno popular, democrático y antiimperialista del compañero presidente Evo Morales Ayma y el pueblo de Bolivia vienen sufriendo agresiones y provocaciones desde los inicios del mandato por parte de una derecha racista y reaccionaria y su sustento exterior: el imperialismo norteamericano y sus aliados.
Estas agresiones y provocaciones, sin ser novedosas, hoy han tomado un estado crítico, debido a los intentos desestabilizadores del gobierno por parte de los grandes latifundistas asociados al capital extranjero y propietarios de la mayoría de los medios de información. Estos oligarcas de la denominada media luna —conformada por los comités cívicos, prefecturas y grandes empresarios de Pando, Beni, Tarija y Santa Cruz de la Sierra, a los que ahora se ha sumado el tristemente célebre Manfred Reyes Villa, prefecto de Cochabamba, quien ha llegado a pedir la destitución del presidente constitucional del país— han armado grupos de choque fascistas como la Unión Juvenil Cruceñista, Nación Camba y otros, que agreden y amenazan a trabajadores, campesinos, originarios y a toda la población que no se suma a los denominados “paros cívicos” u otras medidas de presión antipopular, y amenazan con el separatismo y la guerra civil, o aprovechan en azuzar conflictos como el de la capitalidad de Sucre.
Frente a esta situación, los pueblos no debemos ni queremos estar ausentes ni ser cómplices, con nuestra pasividad, de las agresiones reaccionarias a la hermana Bolivia y a su pueblo, conformado en su mayoría por originarios que sufren, desde hace más de 500 años, la opresión, la humillación y la explotación de los poderosos. Nuestra hermandad con Bolivia no se remonta solo a los tiempos de la lucha contra la España colonial, sino que en el presente Bolivia es uno de los socios energéticos más importantes de Argentina, y ambos países comparten distintos escenarios regionales e internacionales.
Por otro lado, cientos de miles de bolivianos engrandecen nuestra tierra con su trabajo y forman parte de nuestra comunidad, al igual que sus hijos y nietos, ya asentados en forma permanente en nuestro país.
Por todo esto, desde Argentina debemos redoblar el apoyo al gobierno y pueblo de Bolivia, superando las solidaridades formales para establecer un movimiento capaz de movilizar a la opinión pública en defensa de su soberanía y autodeterminación de un pueblo cuyo destino se halla indisolublemente ligado al nuestro por razones históricas, culturales, geopolíticas y de complementación económica.
Convocamos sin distinciones partidarias, ideológicas, sociales o religiosas a todos/as los que en Argentina reafirmen su decisión de luchar en conjunto con los hermanos bolivianos por el derecho que asiste al gobierno y al pueblo de ese país hermano a decidir su destino con plena independencia nacional, conquistando la justicia social por la que vienen combatiendo desde hace siglos y por su efectiva liberación, y demandamos al gobierno y legisladores argentinos a pronunciarse por el respeto a la legalidad y la democracia en Bolivia y en contra de los intentos golpistas de la derecha.
02 de octubre de 2010