Cuando, en 1806, Gran Bretaña invadió Buenos Aires por primera vez, Manuela decidió acompañar a su marido soldado en el fragor de la batalla, sin acobardarse por metralla y cañones. Cuando él cayó atravesado por una bala, Manuela tomó su fusil y mató al inglés que le había disparado. Terminada la lucha, Liniers la recompensó con el grado de alférez y goce de sueldo.
Cuando, en 1806, Gran Bretaña invadió Buenos Aires por primera vez, Manuela decidió acompañar a su marido soldado en el fragor de la batalla, sin acobardarse por metralla y cañones. Cuando él cayó atravesado por una bala, Manuela tomó su fusil y mató al inglés que le había disparado. Terminada la lucha, Liniers la recompensó con el grado de alférez y goce de sueldo.