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08 de marzo de 2017

La madre y la hermana del conscripto Alberto Ledo, secuestrado en Tucumán por la dictadura el 17 de junio de 1976, nos cuentan de su lucha de más de 40 años en búsqueda de justicia, y de la participación del exjefe del ejército César Milani en la represión.

“Juicio y castigo a Milani y a todos los culpables”

Marcela Brizuela de Ledo y Graciela Ledo

El viernes 3 de marzo, mientras comenzábamos la entrevista con Marcela Brizuela y Graciela Ledo, madre y hermana respectivamente de Alberto Ledo, se conocían novedades de la situación procesal del genocida Milani. Por un lado, una fiscal pedía la imputación por asociación ilícita en la causa por la que está preso (por el secuestro y tortura de Pedro Olivera, Alfredo Olivera y Verónica Matta). De otro lado, el juez federal de Tucumán, en la causa por la desaparición de Ledo, procesó a Milani por “encubrimiento y falsedad ideológica”. Graciela nos decía: “vamos a pedir la ampliación de la imputación por su participación en el secuestro y asesinato de mi hermano”.
Realizamos la entrevista en la sede del Eatip (Equipo Argentino de Trabajo e Investigación Psicosocial) en la Capital Federal, gracias a las gestiones de la compañera Diana Kordon, una de sus integrantes, de destacada trayectoria en la defensa de las libertades democráticas. 
 
El secuestro de Alberto Ledo
La madre de Alberto, de 86 años, estuvo en Buenos Aires tratándose por una dolencia. Con voz firme y las manos apretando el bastón que usa, Marcela –presidenta de Madres de Plaza de Mayo de La Rioja– vuelve a referir las circunstancias del secuestro de su hijo, un joven de 20 años, estudiante de la carrera de Historia en la Universidad de Tucumán. “Lo incorporan en enero de 1976, y el 20 de mayo lo llevan a Monteros (Tucumán) por el Operativo Independencia. Recibíamos cartas todas las semanas, nos decía que estaba bien, y en la última me dice ‘ya nos convertiremos en verdaderos soldados porque el 20 juramos la bandera’. Ya no tuve más comunicación con él.
El 2 de julio era su cumpleaños número 21. Yo, que en aquel tiempo trabajaba de empleada, el domingo 4 fui al Regimiento a verlo. Quería almorzar con él. El colectivo llegó bien temprano y me fui al portón de la base. “Ledo no está”, me dicen unos soldados. Me cuentan que salieron de recorrida con el capitán Sanguinetti, una vez, dos, y a la tercera ya mi hijo no volvió. Y me dicen ‘desertó’. Yo, conociéndolo, sabía que no se iba a ir sin avisar. Un soldado que se había hecho amigo de mi hijo me dio sus anteojos, que usaba permanentes. Me acuerdo que había una iglesia grande enfrente de la base, y me quedé ahí a esperar que vuelvan los colectivos para ir a mi casa. No sabía cómo decirle a mi marido que tenía mucho miedo, porque en esa época se vivía un clima muy oscuro”.
Graciela comenta que ya habían sufrido un allanamiento por la militancia de Alberto. Retoma Marcela: “Ahí comencé la búsqueda. Fui al Obispado y recuerdo que monseñor Angelelli me dice ‘hay que esperar a que aclare, está muy oscuro’ (A los pocos días Angelelli moría asesinado por los genocidas, en un hecho que se quiso encubrir como accidente de ruta). Presentamos habeas corpus en La Rioja y Buenos Aires, fui a la delegación del Ministerio del Interior, de la Policía Federal.
“La respuesta en todos lados fue: ‘No hay ninguna detención de su hijo’. Con mi hija fuimos a todos los organismos de derechos humanos: CELS, Liga del Hombre, APDH, Familiares, Movimiento Ecuménico… En 1979 nos presentamos ante la comisión de la OEA”. “Ahí -acota Graciela-  es donde está la primera denuncia contra Milani, por parte de Alfredo Olivera”.
“Iban pasando los años sin tener ninguna respuesta -prosigue la madre de Alberto- Visité las comisarías. Fui al Regimiento V de Tucumán. Sabe las colas de familiares que había ahí, ante la ausencia de los hijos. Conocí varias historias terribles, como una madre que me contó que a su hijo lo agarraron cuando, terminado el servicio, fue a retirar su documento.
“Ahí me enteré de la historia del hijo de Conte McDonell. Diana Kordon cuenta que el muchacho había desertado, y Augusto Conte lo convence que se presente y lo acompaña al regimiento, desde donde fue secuestrado. Conte McDonell fue fundador del CELS: “Nunca pudo superar esto, y terminó suicidándose años después…”, dice Kordon. Graciela agrega que tanto el hijo de Conte McDonell como su hermano, “figuran entre las primeras denuncias de 19 conscriptos secuestrados. Eso está en un folleto del 77 o 78 que me dieron en el CELS en el 2014, así que no pueden decir que no sabían”.
Marcela y Graciela van enumerando las denuncias y presentaciones realizadas en estos más de 40 años, y rescatan anécdotas, como la que cuenta Marcela que “El jefe del batallón Pérez Bataglia, una vuelta me dijo ‘No señora, le juro por la vida de mis hijos. Yo no tengo nada que ver con la desaparición de ese muchacho’. Como hay uno allá –mira para arriba Marcela– que sabe todo, al poco tiempo se le murió un hijo a Pérez Bataglia”.
Recuerda también la formación de la Filial La Rioja de la Agrupación Madres de Plaza de Mayo “el 23 de diciembre de 1983”, junto a Juana Gómez de Minué y Luisa Torres de Toledo. Pasan entre las historias la toma de la Casa de Gobierno en ocasión de una visita de Alfonsín, y la formación de la Comisión Provincial de los Derechos Humanos durante el gobierno provincial de Carlos Menem en 1983. Alfredo Olivera es nombrado secretario de esa Comisión Provincial, “y ahí se reciben todas las denuncias”, recuerda Marcela, que dice que así siguieron por años, porque “En ese tiempo nadie se animaba a hablar, sabiendo lo que pasó. Recién en el 2013 se reabre la causa”.
 
Estado de la causa contra Milani
En medio de las llamadas telefónicas contando las novedades, Graciela nos dice que hay diferencia en la causa de su hermano y en la que se lo juzga a Milani en la causa Olivera, porque “ahí hay un fiscal general que le cuenta las costillas e hizo que el juez actúe. En nuestra causa la tuvo un juez muy corrupto y un fiscal muy blando. Nosotros esperábamos que lo detuvieran cuando fue a declarar por la causa de mi hermano, pero ni el fiscal lo pidió ni el juez lo resolvió.
“Milani está preso por la causa Olivera. Nosotros hubiéramos querido que estén las causas juntas, pero dicen que no porque un hecho ocurrió en Tucumán y los otros en La Rioja. Y resulta que es más grave la imputación en una causa en la que hay detenciones ilegales y torturas, y más leve en la de mi hermano, que está desaparecido”.
La madre del conscripto secuestrado, uno de los 200 soldados desaparecidos, dice  “Cuando se conoce el nombramiento de Milani, y aparecen las fotos, ahí recién se lo reconoce, y empiezan a decir, éste estuvo acá, hizo esto y lo otro”. “Este tipo se había hecho invisible”, dice Graciela, contando la historia del ascenso de Milani “pisando cabezas de los que le hacían sombra. La cuñada, Clarita Waite, que es testigo de nuestra causa, dice que Milani conoció a los Kirchner en el sur”.
 
Milani al frente del ejército
Graciela nos refiere de la entrañable relación que une a su madre y a ella con Alfredo Olivera, el denunciante de la causa por la que está preso Milani. Recuerda que la madre de Alfredo es vecina de su madre, y que “Alfredo siempre fue un gran compañero”. Recordemos que el exjefe del Ejército del gobierno de Cristina Fernández está detenido por las detenciones ilegales de Pedro Adán Olivera, de su hijo Ramón Alfredo Olivera, y de Verónica Matta, ocurridas en la capital de La Rioja durante la última dictadura militar.
Sigue la hermana de Alberto: “Al ser designado Milani fue un descubrimiento múltiple. Ese día me llama “Yopo” Illanes, preso político de Chilecito y dirigente de la Juventud Peronista, diciendo que lo reconoció al verlo en la tele como el que hacía trabajo de inteligencia con él mientras estaba preso. Le cuento a Alfredo, que estaba conmigo, que Illanes dice que este tipo que han designado al frente del ejército es uno de los responsables de la desaparición de Alberto, y que se llama Milani. Ahí Olivera dice ‘¿Milani? Si ese es el que yo denuncié en el 79 a la comisión de la OEA, y en el 84. Mostrámelo’.
“Lo llevo a la computadora y me confirma que es él. Alfredo recuerda que Milani le decía ‘yo te corté la carrera de guerrillero’, que mientras lo llevaba a declarar, el secretario del juez le preguntó cómo se llamaba, y ahí escuchó “soy el subteniente Milani”. Olivera se hizo el firme propósito de no olvidar ese nombre, porque era la misma persona que había participado del operativo en el que se llevaron a su padre días antes de su detención. A su padre lo torturaron y se lo tiraron en la puerta de la casa con un ACV”.
 
No enfrentar pañuelo con pañuelo
A la pregunta obligada de qué piensa de la defensa que hizo Hebe de Bonafini de la designación de Milani al frente del Ejército, Marcela Ledo nos dice: “Mire, Madres tenemos una consigna, que yo respeto. Nunca un pañuelo blanco enfrentaría a otro pañuelo blanco. Durante todo el tiempo que estuve en contacto con las Madres, siempre me trataron bien. Pero cuando vi a Hebe con Milani, hablé por teléfono para preguntarle. Le pregunté a la secretaria que me atendió ‘¿Es verdad que recibieron a un represor?’. No sé qué estaba haciendo Hebe que no me atendió. Me llamó unos días después y me dijo ‘Yo no lo tengo como represor’. Yo nunca dije más nada. Tengo mi vida, mi trayectoria. Aprendí muchas cosas con las Madres, a tomar fuerza. Nunca tomé ningún compromiso partidario. Yo lucho por verdadera justicia. Que todos los responsables paguen con cárceles comunes. Juicio y castigo para todos los culpables, los militares y sus cómplices”.
 
El 24 de Marzo
Consultamos a ambas por la importancia de este 24 de Marzo, a 41 años del golpe de Estado genocida, y en el marco de la política reaccionaria del gobierno de Macri. Graciela dice que “siempre hemos sido convocantes en los actos del 24. Creo que más que nunca corresponde que todas las organizaciones sociales y de derechos humanos participen activamente más allá de las diferencias. Creo que en algunos casos son insalvables porque hay organismos que han claudicado, se han ido con sectores del poder y olvidaron sus principios: la defensa de los derechos humanos y de toda situación de opresión.
Debemos seguir reclamando por los genocidas que siguen libres, para que tengan cárcel común y efectiva. Seguir reclamando que a Milani no se lo excarcele, y se lo lleve a juicio por todos los crímenes que cometió, porque fue uno de los principales actores del aparato represivo de La Rioja. Que reivindiquemos a los 30 mil, y sigamos denunciando que esto fue un plan sistemático de exterminio, un genocidio. No bajemos esas banderas jamás. Esto lo necesita la sociedad argentina para curar sus heridas y ser una sociedad mejor. La impunidad siempre genera impunidad. Si hay genocidas libres, vamos a seguir teniendo asesinos que piensan que pueden estar libres, si tienen plata o poder.
Y la madre de Alberto, Marcela, reafirma: “Van para 41 años de lucha, sin renunciar. Una lucha de no abandonar. Yo siempre dije que no busco lugares ni dinero. Lo único que busco, y le pido a dios que me preste la vida para verlo, es justicia. Nunca dejamos de reclamar por los 30 mil detenidos desaparecidos, y los 500 chicos apropiados en los centros clandestinos de detención”, y se despide dando “Mi eterno agradecimiento a la prensa, que nos ayuda en todo momento”.