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19 de abril de 2017

La guerrilla en el Alto Perú

Tte. Cnel. Manuel Asencio Padilla (Nota 2)

 
La generalizada insurgencia por la Independencia de los pueblos altoperuanos surgida luego del levantamiento insurreccional Chuquisaca en 1809 que instaló el primer gobierno patrio en La Paz, se prolongó hasta el año 1825. 

 
La generalizada insurgencia por la Independencia de los pueblos altoperuanos surgida luego del levantamiento insurreccional Chuquisaca en 1809 que instaló el primer gobierno patrio en La Paz, se prolongó hasta el año 1825. 
La guerra popular prolongada protagonizada por el ejército” irregular” insurgente, acaudillada por jefes de la talla de don Manuel Asencio Padilla, aferró al territorio altoperuano, al ejército realista en una guerra de desgaste heroica, surgieron así las mal llamadas “Republiquetas”. También llamada guerra de recursos, o de guerrillas.
Corría el año 1812, “Habiendo reclutado Padilla el número de seiscientos hombres, volvió a ocupar los puntos de Quilaquila y Chataquila. Hizo las hostilizaciones necesarias; interceptó en la Calera, camino de Potosí, muchas correspondencias enemigas, las cuales después de abrirlas, se las pasó al comandante Doctor Guzmán que estuvo en el pueblo de Pitantora”. Se reafirma que eran fuerzas armadas articuladas, todas ellas para lograr la Independencia de las Provincias Unidas de Suramérica.
Las retiradas desordenadas de los ejércitos enviados por Buenos Aires luego de las derrotas ante los realistas, obligaban a los pueblos alteños o arribeños a increíbles sacrificios y heroísmos en la guerra desigual contra los enemigos realistas.
En este punto Padilla “Los derrotó, les quitó doce fusiles”,” Hizo después sus correrías, incomodando al enemigo por cuantos medios le fueron posibles. Se avanzó a ir hasta Saytucancha y Olguinpampa, distante dos leguas de la ciudad a quitar una partida de mulas custodiadas por un piquete de soldados; ninguno de ellos cayó en sus manos porque salvaron a uña de caballo”.
La táctica guerrera era muy simple como aconsejaba Mao Tsetung, escritos cien años después de estos acontecimientos, si el enemigo te ataca retrocede, si se detiene, hostígalo y si retrocede, atácalo…
Padilla “siguió embarazando (ocupando) los caminos y cortándolos. Se posicionó de algunos pueblos del partido de Porco y casi todos los de Chayanta tanto que apurado Goyeneche con semejante movilización, mandó de Potosí a un coronel Imaz, con más de novecientos hombres armados, y un cañón de calibre a arrasar a toda su gente y prenderlo. No le acobardó esta tropa de línea, antes sí fue a esperarla al punto de Guanichuro, que está en los lugares de Tocobamba”.
Padilla los atacó “y dio fuego por espacio de cuatro horas hasta haber muerto a dieciséis de aquellos, heridas a muchos y quitándoles algunas armas. Viendo que el enemigo era de superior fuerza, que él no tenía más armas de palos y sus pechos, hizo que pasase dicho punto, pero cargó toda su indiada sobre el ganado vacuno y armas que habían saqueado de los pueblos por donde vinieron y los restituyó a sus respectivos dueños, de los que quedaron satisfechos y agradecidos”. Después los persiguió hasta Pitantora causándoles muchos daños.
Distinto resultó el comportamiento de los ejércitos enviados por Buenos Aires, que en la presurosa retirada, cometiendo saqueos y vejaciones, lo que hizo que perdieran prestigio, salvo las comandadas por el Gral. Belgrano. Al llegar a Cochabamba y no encontrar tropas leales, se sobrepuso y “decidió atacar a los tiranos. Mató, en la acción, e hirió algunos y, viéndose rodeado por todas partes de la caballería enemiga, no pudo menos por salvar su vida que apearse del caballo y arrojarse peña abajo con el fusil en mano y corriendo a pié hacia otro cerro del frente. Reunió su gente allí y volvió a perseguirlos”.
Todas las citas corresponden al libro del historiador boliviano Benjamín Torres, Manuel Asencio Padilla.