Plantearnos la vigencia del Che a 50 años de su asesinato, no tiene que ser una cuestión formal sino que debe ser un interrogarnos realmente si, en una época desde muchos puntos de vista tan diferentes a aquella en que vivió el Che, siguen siendo válidas las cuestiones fundamentales del pensamiento y la obra de este revolucionario.
Plantearnos la vigencia del Che a 50 años de su asesinato, no tiene que ser una cuestión formal sino que debe ser un interrogarnos realmente si, en una época desde muchos puntos de vista tan diferentes a aquella en que vivió el Che, siguen siendo válidas las cuestiones fundamentales del pensamiento y la obra de este revolucionario.
El momento actual es un momento difícil para los trabajadores, para el pueblo en general y para las naciones oprimidas por el imperialismo. Porque es un momento donde, aunque hemos comenzado a recuperarnos de ese gran golpe que sufrió el proletariado a nivel mundial con la derrota de las revoluciones socialistas, derrota que naturalmente nos afectó también a nosotros, todavía no podemos decir que haya una contraofensiva revolucionaria y popular en el mundo. Asistimos a innumerables luchas todos los días: las mujeres, los originarios, los obreros, los pueblos sometidos a tremendas penurias por guerras que han desatado las potencias imperialistas, a pesar de esa lucha permanente, incesante, todavía no han podido coagular en un proceso de verdadero triunfo popular. Por el contrario, en muchas de estas heroicas luchas se han encaramado gobiernos reaccionarios como vimos luego de la “primavera árabe” o se han desatado guerras que ponen al mundo al borde de una nueva catástrofe mundial como en Siria y el Oriente Medio.
Entonces el pensar en la vigencia del Che, tratando de ser objetivos, no lo hacemos desde una posición neutral, sino desde una posición que entiende que los grandes problemas que sufren los pueblos y las naciones oprimidas por el imperialismo no han cambiado desde que el Che luchara y diera su vida por sus ideales revolucionarios; por el contrario, se han agravado. Tampoco han cambiado, de fondo, las razones que nos llevaron a muchos de nosotros a iniciar el proceso de construir un partido revolucionario, el PCR, con la convicción de que no había en la Argentina ningún partido revolucionario y eso nos permitió confluir con los que rompieron con el Partido Comunista, revisionista. Ya en aquel momento hace 50 años -la fundación de nuestro Partido también cumplirá 50 años en enero del año que viene- estaba claro que el Partido Comunista había traicionado todas las banderas revolucionarias por seguir un camino que el Che enfrentó decididamente, que tenía que ver con la orientación que impulsaba la Unión Soviética. En aquel momento, una corriente juvenil independiente, el Movimiento Estudiantil Nacional de Acción Popular (Menap), que también planteaba como necesidad la revolución y tenía como ejemplo a la Revolución Cubana y al Che, convergimos con los jóvenes revolucionarios que rompieron el PC decadente, revisionista y traidor, y formamos el PCR.
El Che tuvo mucho que ver con nuestra fundación, no sólo porque era un ejemplo para nosotros, sino porque la gota que rebalsó el vaso dentro del proceso en que se venía, fue cuando el PC se opuso a que su juventud accionara a favor del Che, sabiendo que iba un tren con armas mandado por la dictadura de Onganía a reforzar a los militares bolivianos y los rangers yanquis que lo estaban acorralando. Entonces, frente a esa situación y al asesinato del Che, se precipitó la ruptura. Podemos decir, como tantas veces lo afirmó nuestro secretario general Otto Vargas, que nuestro partido nace íntimamente ligado al destino del Che Guevara.
Entonces, a 50 años de su asesinato, reflexionar sobre la vida del Che, sobre las enormes enseñanzas que nos dejan no sólo sus enormes aciertos sino también lo que consideramos con toda humildad sus errores, es fundamentalmente pensar si el camino revolucionario que planteó el Che como el único camino posible para la felicidad de los pueblos, sigue teniendo o no vigencia hoy.
Pensé abordar la charla deteniéndome en tres aspectos: el primero es, ¿Cómo el Che llega a ser el Che? Es decir, no nace Ernesto Guevara siendo el Che Guevara. En segundo lugar, el encuentro con los revolucionarios cubanos, el proceso que va desde que lo conoce a Fidel Castro y decide sumarse a la epopeya revolucionaria hasta el momento que se ve obligado a irse de Cuba. Un tercer momento, que yo caracterizo como el momento del fracaso, de la derrota y de la traición que va desde su salida precipitada de Cuba, la dramática experiencia en el Congo y su asesinato en Bolivia. Estos son los tres momentos, por supuesto que es necesario hacer un gran esfuerzo de síntesis, para que podamos intercambiar opiniones y reflexiones con ustedes.