En el Encuentro de Originarios realizado en Rosario el 10 y 11 de setiembre conversamos con Carina (40), Hugo (26), Nadia (26) y Verónica (23) de la comunidad Tastil de Salta, quienes contaban sobre su participación. Carina decía: “Nosotros como comunidad es la primera vez que participamos. Nosotros venimos de distintos parajes. Nuestra comunidad es extensa, pertenece a la Quebrada del Toro, el paraje más cercano a la ciudad de Salta son 60 kilómetros. Ingeniero Maure, San Bernardo, El Rosal.
“Como debatimos con todos los hermanos de la república, la preocupación son las tierras. Allá hay una empresa que apareció ahora y que va a abarcar todo lo que es Quebrada del Toro, que dice que es dueña de las tierras. Nosotros ahora estuvimos discutiendo sobre la Ley que se está por vencer en noviembre y queremos saber hasta dónde nos ampara porque nosotros desconocemos eso. Por eso vinimos a participar del Encuentro, porque nos preocupa el tema de la tierra, más que nada… porque son tierras donde vivieron nuestros padres, nuestros abuelos. Nosotros vivimos ahí… de repente ahora aparece “un dueño”.
Por su parte, Hugo contaba que en esas tierras, su comunidad siembra “habas, arvejas, papas, choclo, maíz capia -con el que se hace la humita, aclara-, tenemos gallinas, chanchos, hacemos pastoreo de ovejas… ahora se trajeron seis chivas del sur para hacer queso, también tenemos las cabras del lugar que también son lecheras pero no tanto como las del sur”.
Los cuatro entrevistados cuentan que hacen trabajo rural, “con los animalitos”, aclara Verónica. Hugo, cuenta que “se viene la época de siembra ahora, y en diciembre se cosecha habas, arvejas, en febrero se cosecha el maíz capia.”
Hablando sobre las posibilidades de estudiar, y el acceso a la educación, Carina cuenta que hay “un paraje que se llama El Alfarcito donde el padre Chifri hace unos años atrás creó un colegio de montaña para que los jóvenes no abandonen los estudios, que no se vayan a otros lugares, para que se queden dentro de la comunidad, estudiando. Es una escuela con internado para los chicos que viven lejos. Algunos tienen días de viaje, entonces se quedan una semana o un mes, depende de la distancia de donde viene el chico. Hay primaria y secundaria”.
Hugo cuenta que muchas veces los chicos terminan la escuela y se van a la ciudad, y al no tener una salida laboral “tenemos que vivir de la siembra, pero no es un sostén de vida, por eso muchos chicos llegan a migrar a la ciudad”.
Carina agrega “es difícil el desarraigo. Mucha gente se va un tiempo a la ciudad, y vuelven a la quebrada porque no se acostumbran, porque es tan distinta la vida, el clima, todo. Por eso, sí o sí volvemos al cerro”.
La salud es otro de los temas que les preocupa: “a nivel comunidad estamos para atrás. Por ejemplo en El Rosal no hay enfermero. En otro pueblo se quedaron sin enfermero porque se jubiló el que estaba y no hubo reemplazo”, cuenta Hugo.
Respecto a la lengua y la cultura, Verónica agrega: “Nuestros ancestros hablaban quechua, pero nosotros no tenemos un programa de difusión del idioma de nuestros ancestros…trabajamos mucho el cardón, tejidos en telares”.