En un editorial titulado: Los espíritus destituyentes, el diario oligárquico La Nación, ironiza sobre la “versión conspirativa“ de la política del gobierno, en la que “un enemigo oculto pero perfecto“ habría sido capaz “de gestar una gigantesca alianza a expensas del kirchnerismo en el reciente conflicto del sector agropecuario, capaz de congregar desde la Sociedad Rural hasta la Corriente Clasista y Combativa y desde el Partido Comunista Revolucionario hasta Confederaciones Rurales Argentinas, sin escalas. Todo es tan ridículo que si no previniese del Poder Ejecutivo Nacional, carecería de sentido prestarle atención. Pero precisamente esta visión conspirativa tiene su origen en la Casa Rosada“ (La Nación, 7/9).
¿También tendrá “su origen en la Casa Rosada“, esa misma “visión conspirativa“, pregonada por Jorge Altamira desde Prensa Obrera? Igual que Kirchner, Altamira califica a la rebelión chacarera de “lock-out de la patronal agraria“. Los campesinos pequeños y medianos, y las mujeres del Movimiento Mujeres en Lucha que encabezaron la lucha contra la expropiación de esos campesinos, son “patronales agrarias“, a las que hay que combatir. Altamira se queja de que digamos que su política es funcional al gobierno kirchnerista, pero durante 127 días combatió, junto con Kirchner, a decenas de miles –no solo de campesinos pequeños y medianos, sino también a sectores de obreros rurales y de la agroindustria– que cortaron las rutas.
Altamira, que en el 2001 se burlaba del PCR por propugnar el Argentinazo y luego quiso adjudicarse su paternidad, ahora agita el látigo contra los que cortaban rutas mientras él escribía contra los piquetes agrarios. Parece que la historia va por un lado y los desaciertos de Altamira por otro…
02 de octubre de 2010