Los últimos días han trascendido algunos hechos protagonizados por dos jugadores de Boca: Edwing Cardona y Frank Fabra. No son hechos aislados, se le suman el último tiempo las denuncias al ex River y Huracán Luis Gonzales, quien intentó matar a su esposa en el balcón de su casa delante de sus hijos. También está el caso de Ricardo Centurión quien fue acusado de golpear y romper la dentadura a su ex novia y hoy tiene una restricción perimetral; y otros casos como Alexis Zárate, y recientemente Fernando Tobbio. Esto solo por nombrar los más resonantes, ya que existe una lista gigantesca de casos de violencia de género por parte de jugadores o profesionales ligados al fútbol.
Se han reavivado varios debates en torno al machismo que se le adjudica al mundo del fútbol y cómo determinadas prácticas parecieran estar naturalizadas. A estas se le suman expresiones machistas y xenófobas, manifestadas a través de cantitos donde se menciona la poca hombría que se le suele adjudicar al perdedor, o incluso se suele hablar de sexo violento cuando un resultado es abultado.
En síntesis, podemos decir que el fútbol no escapa a los estereotipos que la cultura patriarcal capitalista ha impuesto donde se asocia a la feminidad con pasividad, sensibilidad, sumisión y a la masculinidad con la actividad, agresividad y fortaleza.
No son actos de indisciplina, es violencia de género
En principio tendríamos que decir que la mayoría de los medios de comunicación masiva, pero principalmente los deportivos analizan estos actos desde la indisciplina, la falta de profesionalismo, falta de ética deportiva, discuten quién debería ser el reemplazante de tal o cual jugador en caso de que tenga un problema judicial, y en otros casos toman posición a favor de los jugadores relativizando los hechos y poniendo en duda las denuncias.
En sus inicios el deporte era una actividad destinada principalmente a los hombres mientras que la mujer era relegada como en gran parte de las actividades artísticas y culturales. Con el tiempo la mujer fue ganando espacios en el deporte, producto de grandes luchas reivindicativas a nivel social.
Las identidad desde masculinidad y feminidad se conforman socialmente aprendiendo pautas de comportamiento desde la niñez, es así como se nos impone que “las muñecas para nenas y la pelota para el nene”, esto influye en el proceso de los aprendizajes y desarrollo motores de utilización y percepción del propio cuerpo.
A partir de esto se ha naturalizado la idea de que el ambiente del fútbol es machista, y desde allí se legitiman sus prácticas. Muchas acciones y expresiones de violencia, machismo y xenofobia se esconden bajo la idea de “el folclore del fútbol”.
Lo cierto es que en su origen los valores del deporte y del fútbol en particular, no responden a estas ideas dominantes que se han ido construyendo.
El fútbol como juego y deporte no tiene dueño y tiene un origen popular, fue creado de manera colectiva, se fue construyendo desde muchos lugares, en los manuales de historia encontramos indicios del juego en Japón, en China, en Egipto, incluso hay registros de juegos practicados por los mayas, muy similares al fútbol. Practicar con una pelota aglutinaba a muchas personas, y eso siempre fue incómodo para las clases dominantes que intentaron prohibir estas prácticas, hasta que vieron en ellas la posibilidad de hacer dinero.
El fútbol como deporte y como actividad lúdica no es intrínsecamente machista, ejemplo de esto son los países con poca tradición futbolística como EE. UU donde el fútbol femenino supera ampliamente en importancia, ganancias, y cantidad de espectadores a la MLS (Mayor League Soccer, liga masculina)
El mercado ha modificado valores del juego, ha visto en el fútbol una fuente inagotable de recursos económicos para acrecentar su riqueza, impregnándolo de su moral, sus valores patriarcales, su amor al dinero, su culto a lo útil, a la eficiencia (lo único que importa es ganar como sea).
En materia deportiva aun es incipiente el fútbol femenino pero la mayoría de los clubes de primera división, tienen su equipo. Si bien el torneo de fútbol femenino existe desde 1991, en el último periodo ha habido una proliferación de clubes que han permitido generar una segunda división. Vale aclarar que no es el único torneo en Argentina, sino que en las distintas ligas regionales existen otros torneos locales. Similar a esos, este sería como el torneo regional metropolitano. Además, existen el Campeonato Nacional Femenino de Equipos y Selecciones de Ligas, y a nivel continental se ha creado la copa Libertadores.
En la Argentina el fútbol es un hecho cultural que atraviesa principalmente el sentimiento y la emoción de los sectores populares. Es por eso que en este contexto donde han salido a la luz varios casos de violencia de género es necesario que los clubes generen ámbitos de debate y discusión y acompañen un movimiento que en las calles a lo largo y ancho de todo el país se hace escuchar exigiendo derechos, poniendo en debate el rol de la mujer en la sociedad, exigiendo se declare la ley de emergencia de género y demás reivindicaciones.