A pesar de la patronal, el Estado y el sindicato no vamos a bajar los brazos
El 22 de febrero se dieron por terminadas las audiencias de conciliación por los seis despidos en Molinos Río de la Plata. Como era previsible, la empresa ratificó los despidos. En una clara demostración de revanchismo patronal siguieron sin aportar ningún elemento que pudiera sustentar el motivo de “bajo rendimiento”.
Los despedidos, como ya hemos relatado en estas mismas páginas, dirigieron desde 2009, durante cuatro elecciones consecutivas, la Comisión Interna de la Planta Barracas hasta su traslado a Echeverría. En el 2016 fueron parte de la lista Celeste y Blanca, de oposición a la Verde, en las elecciones del STIA.
Consiguieron con la unidad y la lucha reivindicaciones históricas, que nunca se habían obtenido en esta empresa. Lograron el traslado de todos, sin despidos, a Planta Echeverría cuando cerró la Planta Barracas, y el respeto a los derechos adquiridos que fueron expresados en el Acta que se firmó en el Ministerio antes de comenzar el traslado.
Una vez en Echeverría, pidieron la equiparación de derechos para los trabajadores que ya estaban en esa planta, ganando el respeto de todos. Por eso la planta reaccionó con un paro total, unánime, en los tres turnos ante los despidos.
Quedó absolutamente claro durante estos 43 días que el motivo de los despidos es una clara persecución sindical.
A la Comisión Interna actual le iba a resultar muy difícil ganar las elecciones de este año con los compañeros adentro, situación que obviamente fue evaluada por el Consejo Directivo del STIA.
Cuando ante la contundencia del paro la empresa pidió la conciliación obligatoria, el Ministerio la dictó pero no obligó a Molinos a cumplirla. Y el Sindicato, que debió exigir el cumplimiento para la parte patronal, no hizo ninguna presentación para que se cumpliera. El Ministerio tenía que obligar y multar a la empresa por los días de incumplimiento. Pero ninguno hizo nada.
Ni la empresa ni el Sindicato querían los despedidos adentro para que no se pudieran trabajar en la planta medidas para lograr la reincorporación.
El sindicato y la Comisión Interna actual no sólo no organizaron a los compañeros para pelear esa reincorporación sino que se dedicaron a meter miedo y división diciendo que iba a haber más despidos.
No sacaron un solo comunicado pidiendo la reincorporación. No pusieron un micro para que los compañeros acompañaran las audiencias, ni convocaron a los congresales para hacerlo. En la audiencia del 11 de enero avalaron la propuesta de la empresa de que los despedidos quedaran afuera mientras durara la conciliación. No pidieron que pudieran presenciar las negociaciones en el Ministerio aunque sea como oyentes, y llegaron al colmo de no permitir la participación de los despedidos en las asambleas en el portón de la fábrica. Eso no fue todo. Adentro de la planta permitieron el reemplazo de los compañeros despedidos por trabajadores contratados y que la empresa hiciera trabajar domingos y feriados.
Como había mucho descontento adentro, permitieron que la empresa estirara las conciliaciones para desgastar a los despedidos y enfriar el clima adentro de fábrica.
Cuando Rodolfo Daer (secretario del STIA) volvió de sus vacaciones convocó a un plenario de delegados. Allí realizó un recuento de las terribles situaciones que está viviendo nuestro pueblo con la política del gobierno de Macri. Comparó medidas con las que tomó Martínez de Hoz durante la dictadura, y luego habló de todos los posibles despidos en distintas fábricas de la Alimentación. Pero no lo hizo para preparar medidas de lucha defendiendo a los trabajadores sino para generar la idea de que hay que tener cuidado con lo que se hace, y, en todo caso, buscar un buen abogado para cobrar la indemnización. Esas fueron palabras del propio Daer en una reunión con los despedidos después del plenario, y repetidas por Tanda, vocal del Consejo Directivo, al salir de la última audiencia, justo un día después de la multitudinaria concentración del 21 de febrero en la Avenida 9 de Julio.
Rodolfo Daer, secretario general de la Alimentación, no estuvo en la movilización contra el ajuste de Macri. Pero esta semana irá a Europa con el ministro Triaca, a “conocer” las bondades de las organizaciones sindicales de España, Alemania y Holanda.
Seguramente discutirán en el viaje cómo le quitan más conquistas a la clase obrera argentina con una Reforma Laboral que quieren aplicar desde la época en que estaba en el Ministerio de Trabajo Triaca padre, con la complicidad de varios sindicalistas que siguen aún hoy. O sea, Jorgito Triaca quiere hacer el trabajo que no pudo completar su padre de la mano de Menem y Alsogaray.
La dignidad de los despedidos es un ejemplo
Los seis despedidos se mantuvieron unidos durante estos 43 días. Mantuvieron su firmeza en el reclamo de reincorporación, su denuncia de la falsedad del motivo del despido, su entereza para rechazar juntos los ofrecimientos de plata de la empresa, que quería quebrarlos para demostrar a los que quedan que todos tienen un precio y ellos tienen la plata suficiente para pagarlo.
Ya lo habían intentado cuando cerraron la planta Barracas. No pudieron. Los trabajadores fueron comprobando en la práctica que todos no son iguales, que no todos se venden, y que la unidad por abajo, confiando en las propias fuerzas, es la única garantía de conseguir conquistas para los trabajadores.
Por eso las familias de los despedidos respetaron su decisión de seguir manteniéndose unidos, y los acompañaron sin bajar los brazos a pesar de que todos tienen hijos que mantener.
Al otro día de la última audiencia los compañeros concurrieron a las 5 de la mañana a informar a los trabajadores del desenlace de la situación. Mantuvieron su presencia, los seis, desde las 5 hasta las 22 hs para conversar con todos los turnos. Los compañeros estaban muy dolidos, como muchos están expresando en las redes sociales.
Tanda, vocal del Consejo Directivo del STIA, y la Comisión Interna no pudieron “distenderse”. Los trabajadores les cuestionaron una y otra vez, que no hicieron nada para lograr la reincorporación.
Les cuestionaron una y otra vez que no se atrevieron a dejarlos participar en las asambleas porque no pueden mirarlos a los ojos. Quisieron argumentar con un comunicado vil por watsap que había diferencias entre los despedidos cuando los seis estaban en esos momentos presentes en los portones, juntos, esperando participar en las asambleas. No tienen argumentos valederos para explicar por qué no hicieron nada. No registran todavía que a ellos mismos los van a tirar como un limón exprimido cuando no les sirvan más a la empresa o al sindicato.
Los despedidos están enteros. Tienen la frente alta. Tienen la confianza total en la fuerza del pueblo y de los trabajadores que más tarde o más temprano harán tronar el escarmiento. Se sienten fortalecidos y acompañados por las expresiones de solidaridad que les hacen llegar los compañeros de adentro.
Como expresan en una parte de su comunicado: “los despedidos agradecemos el acompañamiento de todos los compañeros de planta. No queremos exponer a nadie ni generar situaciones que den excusas para nuevas represalias. Son la Interna y el Sindicato los que tienen que proponer y llevar adelante las medidas para la reincorporación… No vamos a bajar los brazos y desde otro lugar seguiremos dándole pelea a las patronales y los gobiernos que, con la complicidad de algunos, nos dejan sin el sustento para nuestras familias. Es un orgullo que no todos pueden exhibir. Fuerza compañeros. Preparémonos para no permitir nuevos atropellos”.