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25 de abril de 2018

Sala “Dr. Néstor Chino Oliveri”en Laferrere, La Matanza

Curso de agente sanitario

Desde el año 1989 en que se inició se han formado alrededor de 700 agentes sanitarios en este curso anual que organiza la sala de salud del barrio María Elena de Gregorio de Laferrere. Vecinas y vecinos del barrio y otros circundantes a la “salita”, como la llaman los lugareños se acercan para formarse durante un año, de abril a diciembre, en la teoría y práctica de la medicina social.
El corresponsal de hoy habló con el compañero Hugo Pollolla, psicólogo social, responsable de la sala, para interiorizarnos de esta experiencia de avanzada que promueve, como dice una frase en las paredes exteriores de la sala, que “el pueblo debe tomar la salud en sus manos”.

—Se inició el curso anual de agente sanitario; este es el número 29. ¿Qué podés decir del mismo, qué características va a tener este año?
—En principio quiero destacar que es una de las actividades que hemos podido mantener después de ese golpe tremendo que significó para la sala el fallecimiento del Chino. Este es un curso más numeroso que el año pasado, están participando 40 alumnas/os. En este vamos hacer un segundo año para los egresados del año pasado con los cuales realizaremos cinco o seis experiencias de campo con investigaciones y tareas en los temas de salud de la población circundante a la sala y coordinados con talleres como Psiquiatría, Memoria de la Tercera Edad, Familiares de Pacientes Crónicos y con Tutorías con estudiantes de Medicina de la Universidad Nacional de La Matanza.
Este año hemos planteado entre los alumnos una encuesta donde tienen que contestar varias preguntas como, por ejemplo, de dónde son originarios, por qué vienen al curso, si tienen experiencias previas en el trabajo de salud o estudios realizados y su área de interés personal en su vida cotidiana. Por un lado, nos va a permitir conocer mejor con qué tipo de población trabajamos y además integrarlos a las actividades que se desarrollan en la sala a nivel cultural, recreativo o incorporarlos a los propios talleres de salud permanentes que tenemos.

—Se observa que alrededor del 90% de los asistentes son mujeres. ¿Por qué creés que las compañeras están más vinculadas a los temas de salud?
—Eso ha sido así históricamente durante estos 29 años del curso. En la presentación en común que hacemos surge que en gran parte el interés por el curso surge de quienes vienen de realizar cuidados en la salud de otros, tarea que habitualmente la realizan las mujeres en la familia o en el barrio. Ese es uno de los motores que las acerca al curso.
Pero en la medida que avanzan en el curso, adquiriendo conocimientos, conceptualizando su experiencia a partir de conocimientos científicos, aparecen otros intereses para profundizar su práctica de salud en otros terrenos. Se puede afirmar que ese rol social que se le asigna a la mujer en nuestros barrios populares de cuidados de la salud de otros, es lo que las moviliza para acercarse al cuso.

—Este año hay varios estudiantes universitarios de las carreras médicas y ellos destacan la importancia de las prácticas de salud para sumarse al curso.
—Sí. En los últimos años hemos ganado varios estudiantes para este curso. Pues ellos conocen por vecinos suyos de las acciones prácticas sanitarias que realizan en la sala y les dan mucho valor a esas prácticas, pues en las cursadas de las instituciones de enfermería o en la carrera de medicina en la Universidad local no las tienen. Te doy un ejemplo: tenemos una estudiante de tercer año en la carrera de enfermería con una práctica de un mes.
A estos estudiantes les resulta atractivo el curso, por la jerarquía que le damos en la sala al trabajo de salud comunitario. Y como contrapartida, contar en el curso estudiantes universitarios o de nivel terciario es muy importante, le da otra dinámica. Nosotros siempre hemos buscado integrar los conocimientos teóricos con la práctica permanente y grupal.

Corresponsal

Hoy N° 1714 25/04/2018