Cómo decíamos en el hoy del 25 de abril, el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, reprimió salvajemente al pueblo que salió a la calle a partir del cambio en el régimen de pensiones (se aumenta la contribución de empleadores y trabajadores e impone una deducción del 5% a pensionistas).
Las protestas, que comenzaron en las universidades el miércoles 18/4 con una marcha pacífica, fueron reprimidas por fuerzas de choque y por la Policía Nacional. Cuando ésta provocó los dos primeros muertos, la población salió a las calles. Hubo cacerolazos en la capital, Managua, en Matagalpa. También hubo manifestaciones en Estelí, bastión del sandinismo, y en Masaya, donde en el barrio de Monimbó, simbólico por su resistencia a la dictadura somocista, se alzaron barricadas.
La represión continuó, especialmente contra los estudiantes. Desde que comenzaron las protestas dejaron al menos 45 muertos, la mayoría entre el 18 y el 22 de abril pasado, según el Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh), mientras que otras organizaciones humanitarias elevaron a 63 los fallecidos. Hubo unos 200 heridos.
A partir del 23 de abril, en que el gobierno tuvo que retirar sus fuerzas de choque de las calles, el pueblo, con carteles de “nos quitaron tanto que nos quitaron el miedo“, marchó por las principales calles de Managua.
Alguna prensa “de izquierda”, que apoya ciegamente a Ortega destaca que una asociación empresaria convocó a la manifestación, pero omite decir que la marcha cambió la ruta y, portando banderas con los colores de Nicaragua, llegaron hasta la Universidad Politécnica de Nicaragua (Upoli) para apoyar a los estudiantes. Esta multitudinaria marcha en Managua fue la primera en al menos nueve años en la que la población pudo manifestarse sin represión.
Desde ya que las cámaras empresariales también hacen su juego, aunque están afectadas por las medidas, y rechazaron la represión contra la población y la censura a los medios de comunicación independientes.
La ex comandante guerrillera Mónica Baltodano, actual dirigente del Movimiento por el Rescate del sandinismo, declaró que las manifestaciones marcan un antes y un después porque se rompió la lógica de que las calles son del partido de gobierno. Y agregó: “la juventud pasó, en un solo movimiento, de una exigencia social, a las demandas de la democracia y las libertades ciudadanas y políticas, como resultado de un acumulado de molestias anteriores, puestas de manifiesto desde hace años”, y que escalaron por la represión.
Por otra parte, Sergio Ramírez, otro dirigente del sandinismo, que fuera vicepresidente de Nicaragua de 1985 a 1990, en el primer gobierno de Daniel Ortega -y luego se alejara en disconformidad con el camino adoptado por éste-, al recibir el Premio Cervantes, dedicó el premio “a la memoria de los nicaragüenses que en los últimos días han sido asesinados en las calles por reclamar justicia y democracia, y a los miles de jóvenes que siguen luchando sin más armas que sus ideales porque Nicaragua vuelva a ser república”. También habló del exilio de miles de centroamericanos empujados hacia Estados Unidos “por la marginación y la miseria”. Y de las “fosas clandestinas que se siguen abriendo, los basureros convertidos en cementerios”, en clara referencia a México.
Todos los sectores en Nicaragua están ahora abogando por un diálogo nacional, que no sólo aborde las reformas a la seguridad social sino también cuestiones democráticas.
Ante esta situación, la vicepresidenta de Nicaragua, Rosario Murillo, dijo que el gobierno estaba en “absoluta disposición” a una mesa de diálogo nacional “sin limitaciones” y “con el corazón abierto” para superar la crisis.
El Episcopado aceptó mediar, pero dará un mes de plazo al gobierno de Ortega para que cumpla los acuerdos de un eventual diálogo nacional. “Los obispos no nos dejaremos instrumentalizar y solo buscaremos lo mejor para . Que los criminales que han asesinado y torturado a nuestros jóvenes no piensen que el diálogo nacional será un manto de impunidad. Ante todo verdad y justicia”.
Recordemos que hace no mucho tiempo miles de campesinos marcharon contra la entrega de la concesión al empresario chino Wang Jing para la construcción de un Canal Interoceánico, un proyecto estancado que implica el desplazamiento de miles de familias de la zona.
Hoy N° 1716 09/05/2018