Todo estaba bien. El país estaba “creciendo”. En el pueblo reinaba la “alegría”. Y de pronto, como relámpago en noche clara, apareció el fantasma más temido: el Fondo Monetario Internacional. Después de dos años y medio de gobernar, Macri nos dice que, en realidad, todo está mal en el exterior y en el país y por eso necesitamos entregar la dirección de la economía a una organización dominada por los capitales financieros de los principales países imperialistas: el FMI.
El Fondo está asociado a las mayores catástrofes económicas y sociales de la Argentina. La política de Martínez de Hoz en la dictadura. Las extranjerizaciones a precio vil de las principales empresas estatales como Somisa, YPF, Ferrocarriles, Gas del Estado. La flexibilización laboral, la privatización de las jubilaciones (AFJP). Y el robo de los ahorros de los argentinos a través del “coralito”, el “corralón”, etc.
La política del FMI y del gobierno de Macri no pueden ser la solución de los problemas argentinos, porque son la principal causa de esos problemas a través de la extranjerización y concentración de la economía, y las políticas impositivas y de superexplotación, para maximizar las ganancias de los monopolios, remitidas rigurosamente al exterior.
Ese saqueo y drenaje permanente de la riqueza nacional son el origen del déficit fiscal y la impagable y usuraria deuda externa. No, los $7000 de la jubilación mínima, o el 15% de aumento en convenciones salariales a la baja.
Se puede salir de este círculo tenebroso, que nos lleva cíclicamente a situaciones de crisis, desborde inflacionario y explosión del dólar. Con terribles consecuencias para la clase obrera, los pequeños productores de la ciudad y el campo, las Pyme, los desocupados.
Se puede, aplicando medidas económicas y políticas totalmente al revés de las que proponen Macri y el FMI, que son más de lo mismo, pero peor.
Argentina es un país inmensamente rico, e inmensamente empobrecido. Tenemos grandísimos recursos naturales, trabajadores y pequeños productores muy capacitados. Producimos alimentos para más de 400 millones de personas, minerales, petróleo y gas. Y tenemos una industria moderna en rubros importantes como siderurgia, petróleo, automotriz, maquinaria agrícola, alimentos.
Pero esas riquezas y esa producción están puestas al servicio de las ganancias de los monopolios.
Tres ejemplos
Los terratenientes, los pooles de siembra y las exportadoras (mayormente extranjeras) venden la producción agrícola en dólares, se les permite dejar esos dólares en el extranjero y no traerlos al país, se les han reducidos las retenciones. Y encima ahora exigen rebajar más los impuestos, rebajar los salarios (Reforma laboral) y un dólar a $40 (desborde inflacionario). Con esas superganancias, la Bolsa de Comercio de Rosario se da el lujo de poner un nuevo Banco para la especulación financiera.
Violando todas las leyes argentinas, se ha empujado la venta de la cooperativa agrícola más antigua e importante del país (Sancor) a monopolios extranjeros que tiene tambos de 1500 vacas, miles de hectáreas de soja y maíz y el 30% de la producción total de arroz, como ADECOAGRO.
Las terminales automotrices importan más autos que los que fabrican, e incluso en los que fabrican, el 60% de los componentes son importados. Con eso y la remisión de las ganancias a sus países de origen, cuanto más crece su producción, mas desfondan el país. Ahora chantajean con los despidos, para lograr mayores beneficios a costa de todos nosotros.
Este saqueo del país se cubre pidiendo créditos del exterior. Un nuevo e inmenso negocio de los bancos y el capital financiero. Con intereses que crecen a medida que crece la deuda hasta que se hace impagable. En esos momentos aparece el FMI con recetas para aumentar la superexplotación y la pobreza de la gente, la entrega de las riquezas y la soberanía. Dicen que es necesario para “salvarnos” del infierno.
Infierno es lo que vivimos y vamos a vivir, si no le torcemos el brazo a Macri y a todo su equipo económico que cínicamente han declarado que tienen sus fondos en el exterior.
Se puede evitar el infierno, pero tomando medidas de fondo y a favor del pueblo, no de los explotadores y especuladores.
- Hay que impedir la firma del humillante acuerdo con el FMI. Los que lo firmen o lo apoyen, son verdaderos traidores a la patria.
- Hay que aumentar los salarios y las jubilaciones para reforzar el mercado interno. Y prohibir todo despido mientras dure la “crisis” a que nos llevaron.
- Hay que bajar las tarifas impagables para el pueblo y la pequeña y mediana empresa nacionales.
- Hay que recuperar la soberanía política y económica para ejercerla con total control del pueblo.
- Hay que cortar de cuajo con la especulación financiera, con una profunda reforma monetaria.
Para estas medidas hay que buscar los recursos donde están y no en los bolsillos vacios del pueblo. Aumentar las retenciones a los terratenientes (y eliminarlas a los pequeños productores), obligando a declarar en el momento y depositar los dólares en el país. Restablecer los impuestos de la gran minería contaminante. Aumentar los impuestos a la especulación financiera de los bancos que en el medio del desastre son grandes ganadores.
Se puede, pero no es sencillo. Se necesita una lucha dura y prolongada. Profundizando los grandes combates que dimos en diciembre contra el robo a nuestros jubilados. O los que dimos contra el 2 x 1, el 24 de Marzo, el 8 de Marzo.
Y se necesita imponer una gran unidad de todo el pueblo. De absolutamente todos los afectados por los planes reaccionarios de Macri y el FMI. Pasando por encima de las direcciones que concilien o traicionen.
Escribe Luis Molinas, secretario del PCR de Santa Fe