El 13 de mayo, se cumplen 14 años del fallecimiento de Norma Nassif. Ejemplo de comunista, porque sostuvo siempre con firmeza, pasión y entrega las ideas revolucionarias, sufrió las cárceles de la dictadura durante siete años y contribuyó a la construcción del PCR y la JCR.
Compartimos las palabras de Andrés Suárez, sobrino de Normita, y de Otto Vargas, secretario general del PCR, en el homenaje realizado en mayo de 2014 en la ciudad de Buenos Aires.
Andrés Suárez, trazó una cálida semblanza de su tía, enhebrando recuerdos familiares con destacadas enseñanzas de Norma “Esa adolescente inquieta, rebelde, alegre, que luchó hasta el último aliento, para transformar esta sociedad en la que le tocó vivir y en la que nos toca vivir a todos nosotros. Desde adolescente tomó lugar en ese naciente PCR, junto a sus hermanos. Y esa decisión fue fundacional para toda nuestra familia. Era una adolescente de 15 años que abrazó e hizo carne eso que dijo el Che de endurecerse sin perder jamás la ternura.
“Normita fue secuestrada cuando tenía 23 años. Los estudiantes toman la Facultad de Medicina y logran que la blanqueen como presa política. Primero estuvo en Tucumán, en setiembre de 1975 la llevan a Devoto, y allí estuvo 7 años. Tengo muy pocos recuerdos de ella contando sobre la cárcel, ella no hablaba sobre la cárcel, uno le tenía que preguntar. Pero ella sí contaba de esa juventud de los 70. Vivió la cárcel llevando siempre tranquilidad hacia afuera, hacia su familia, sus amigos, sabiendo que sus compañeros la habían salvado de las garras de la muerte y que otros no habían corrido con su suerte. La certeza de que su Partido seguía luchando en las duras condiciones de la dictadura le dieron la fortaleza necesaria para seguir adelante; mientras otras se derrumbaban por la traición de sus organizaciones, Normita se hacía fuerte. Fueron 7 años duros, sobre todo al principio, sobre todo porque algunas presas intentaron aislarla, acusándola de “isabelista” por defender al gobierno constitucional de Isabel Perón -ese gobierno que la había detenido- del golpe de Estado que se avecinaba. Presenció con dolor el festejo de aquellas que creyeron que el golpe era lo mejor para el país. Y, luego, sin revanchismos, siempre peleando por unir a las presas. Eso que hizo en la cárcel lo practicó en su militancia, siempre luchó por la unidad. Siempre con los principios en alto, teniendo en claro quiénes eran los enemigos del pueblo, buscándolos del otro lado de las rejas y no al lado suyo (…)
“Esos siete años de cárcel terminaron de consolidar esa personalidad que se había forjado en las aulas, en la organización del FAUDI, en los Tucumanazos, donde ella fue una de las protagonistas negadas por la historia oficial. Porque hay gente como Norma, como el Flaco Gigli, como muchos otros, para los cuales la cárcel fue realmente una escuela, que los hizo crecer, que los hizo fuertes ante las adversidades.
“Los que no conocían a Norma podrían decir que era débil, porque era dulce, tierna, pero era implacable con sus enemigos. Era de esas personas que dicen lo que piensan y hacen lo que dicen en todos los niveles de su vida. Por eso, cuando su enfermedad, dio su última batalla con todas sus fuerzas para darnos nuevamente una lección de vida a todos nosotros: no entregarse nunca. Y ella nunca se entregó.
“Normita salió de la cárcel y siguió viviendo su vida intensamente, quería seguir estudiando Medicina y la Universidad Nacional de Tucumán no la dejó. Pero no se desanimó. La vida la llevó a Buenos Aires, siguió militando desde aquí, y formó su familia. Como diría Atahualpa Yupanqui “malaya con mi vida, caminar y caminar, siempre ando por todas partes, siempre vuelvo a Tucumán”. Y ella volvía, siempre volvía. Ya enferma estuvo en Tucumán, y fue a recorrer la ruta 38, llega a las puertas de Grafanor, donde había conocido a ese grupo de obreros combativos, que luego se hicieron comunistas, que recuperaron la Comisión Interna, que enfrentaron el golpe de Estado y que fueron protagonistas de los actos del Córdoba Sport, de René Salamanca y del SMATA de la Lista Marrón. Ahí comprendimos que a Norma no la metieron presa solo por ser una dirigente estudiantil sino por ser una dirigente comunista que fue clave para ese Partido que nacía en Tucumán, principalmente en el movimiento estudiantil y echara raíces en el movimiento obrero.
“Yo soy parte de la generación que se sumó a la JCR cuando Normita era parte de su Comité Central, parte de esa generación que nos formamos con su ejemplo. Ella llegaba a Tucumán, se sentaba en una reunión y te escuchaba, tomaba nota, preguntaba, y solo después opinaba; te hacía cambiar de opinión, nunca te decía lo que tenías que hacer, si no estaba de acuerdo te lo decía, nunca se iba a guardar una opinión por miedo a lastimarte, pero te la decía de tal manera que uno sabía que era para ayudarte, y te hacía pensar, pensar juntos. Tenía un estilo único, te transmitía esa confianza que tenía en su pueblo y en su juventud, y te hacía querer ser como ella, cosa que uno pelea cada día. Discutía sin prejuicios, siempre de frente, peleando por la unidad. Sin dudas, ella fue parte de duros debates en el seno del Partido, pero jamás hubiera permitido que en nombre de esos debates y diferencias se rompiera el Partido que ella construyó.
“Siempre peleó por la unidad de su partido, y ese legado lo sabremos honrar porque juramos ante ella hace 10 años y no estamos dispuestos a faltar a ese juramento. Seguiremos adelante luchando por el mundo por el que vos luchaste”.
Otto Vargas. “Familiares de Normita aquí presentes, a las amigas, a los amigos, a los camaradas ¿Por qué realizamos este merecido homenaje a Norma Nassif? Porque Norma fue parte de los cientos de camaradas que con su conducta heroica salvaron al Partido y permitieron que el PCR, en aquellos años de terrible dictadura, la más sangrienta que conocimos, pudiese seguir luchando dentro del país. Porque nosotros, cuando triunfó la dictadura decidimos cavar trincheras y quedarnos en el país (…)
“Aquí, gracias a militantes como Normita y a centenares como ella, miles de comunistas revolucionarios seguimos defendiendo las banderas del marxismo, leninismo, maoísmo, y luchando por una sociedad sin explotados y sin explotadores (…)
“Tuve la suerte de trabajar con Norma, cuando durante años desarrolló tareas en la secretaría política del Partido. De entonces recuerdo que fue una de las oradoras en la Asamblea Piquetera de La Matanza; durante el Argentinazo, desde el Centro de Estudiantes de Ingeniería personalmente dirigió los piquetes y las barricadas que se organizaron en el centro de la ciudad de Buenos Aires.
“¿Cómo era Norma? ¿Por qué todos la llamábamos Normita? Porque tenía un trato cálido, sabía escuchar a los compañeros, pacientemente, y ayudaba a resolver los problemas.
“Voy a leerles un párrafo de una carta de Norma desde la cárcel, donde dando un ejemplo de humildad dice lo siguiente: Los que estábamos en la cárcel en aquellos años de brutal represión, teníamos que tener siempre como punto de referencia a los que estaban afuera, luchando, sufriendo represión, resistiendo, los que estaban peor que nosotros. Y no creerse el centro del universo, porque a camaradas como Gody Alvarez, René Salamanca, Angelito Manfredi, Quebracho y cientos más los estaban torturando hasta morir, por no entregar un solo secreto del Partido. Y dice también Normita que la dignidad en la cárcel era defender sus ideas, sus principios, y por eso rechazó la opción para salir del país y obtener la libertad. Norma trabajó por la unidad de los que estaban adentro, poniendo por delante la solidaridad a pesar de las diferencias, porque el enemigo estaba de las rejas para afuera.
“Yo siento como si Norma estuviera acá. Y siento que en cada lucha, en cada combate, cada día, está junto a nosotros. Y estoy absolutamente seguro que estará también con nosotros cuando triunfemos, para compartir con nosotros la felicidad de derrotar para siempre al enemigo que oprime al pueblo”.