Con el revoleo público de las anotaciones en cuadernos de Oscar Centeno, como chofer del ex secretario de Coordinación del Ministerio de Planificación Federal, Roberto Baratta, se armó un gran alboroto la semana pasada, que el gobierno de Macri ha tratado de utilizar para tapar las consecuencias nefastas de su política y seguir poniendo el blanco en la corrupción del gobierno kirchnerista.
La investigación que lleva a cabo el juez federal Claudio Bonadío se inició a fines de 2017, a partir de la declaración testimonial hecha por la ex esposa de Centeno, quien relató que el hombre se encargaba de llevar y traer bolsos desde la oficina de Baratta, tanto recogiendo dinero como repartiéndolo. A ello se sumó hace dos meses, la copia de los ocho cuadernos con anotaciones detalladas del ex chofer sobre los viajes realizados durante más de diez años, aportados al expediente por el periodista Diego Cabot del diario La Nación.
En las anotaciones de esos cuadernos, el ex chofer registraba los kilómetros recorridos y viajes, tenía detalladas direcciones, nombres de ex funcionarios y de grandes contratistas del Estado, patentes de vehículos utilizados y fechas del traslado de bolsos con millones de dólares –presunto pago de coimas ligadas a la obra pública– desde distintos puntos de la Ciudad de Buenos Aires, incluido el departamento del matrimonio Kirchner en el barrio de Recoleta, a lo que se agrega la Quinta de Olivos.
Detenido, el chofer Oscar Centeno aceptó ser “imputado colaborador”, al prestar declaración ante el fiscal federal Carlos Stornelli. La figura del imputado colaborador es la misma a la que se incorporó Leonardo Fariña –en la causa conocida como la Ruta del Dinero K–, y Alejandro Vandenbroele, señalado como testaferro de Amado Boudou.
La causa judicial derivó en más de una docena de detenciones, allanamientos e indagatorias a funcionarios y empresarios cuyos nombres y domicilios figuran en los cuadernos. Así, en un par de días la investigación ya tenía 16 detenidos en total, y 18 citados a indagatoria, entre ellos Cristina Fernández y el ex juez Norberto Oyarbide.
En los allanamientos a las distintas propiedades se secuestraron desde armas de fuego calibre 22, municiones y una pistola de aire comprimido Bereta, hasta 386.805 pesos, 27.912, dólares, 14 vehículos, 35 teléfonos celulares, 7 computadoras, 20 notebooks, 3 tablets, 13 pendrives, 4 ipads, 2 agendas, 9 discos externos y documentación varias. Entre los autos secuestros hay distintos modelos de la marca Audi, varios Peugeot, Renault, Volkswagen, Hondas y Toyotas.
¿Qué se dice y qué se esconde?
En su columna del diario La Nación del 3 de agosto, el periodista Carlos Pagni señala que una particularidad del caso es que toca por primera vez en gran dimensión al sector privado, recordando que el ex ministro Lavagna ya había hablado de este tema, entre 2003 y 2004, en la Cámara Argentina de la Construcción y al poco tiempo lo echaron. Y lo relaciona con el Lava Jato en Brasil, para afirmar que esto tiene que ver con la corrupción como tema central de América Latina.
Luego recordando que el chofer era, además, un suboficial retirado, se plantea algunos interrogantes: ¿Para quién escribía Centeno esos escritos tan minuciosos? ¿O estaba informando a alguien con esos cuadernos? ¿Estamos frente a una operación de inteligencia hecha por alguien que escribía para alguien? ¿Es alguien de acá o de afuera del país?
Tras esto, Pagni apunta como blanco de la investigación a los intereses de China en Argentina y América Latina, vinculándolos a las irregularidades con que Gerardo Ferreyra, de Electroingeniería, se quedó con la licitación de las represas de Santa Cruz. Y se pregunta: ¿No habrá alguien a quien le interesa que se identifique a China como socio de gobiernos corruptos? Y señala expresamente a los Estados Unidos como interesados en el caso frente a la expansión de China, planteando un interrogante sobre el presidente Macri, al recordar que su padre es representante de China en la Argentina.
Nada dice Pagni de la confrontación de los Estados Unidos con los intereses de Rusia y europeos en Argentina y América Latina, también envueltos en esta investigación por sus estrechos lazos, históricos y actuales con muchas de las empresas nombradas en los cuadernos del chofer. En la volteada, además de Electroingeniería, caen Iecsa, Techint, Pescarmona, Roggio, Isolux, etc. En esto también podemos encontrar semejanzas con los empresarios implicados en el Lava Jato de Brasil, como es el caso de Odebrech, con ondas expansivas aquí y en varios otros países de América Latina. La oportunidad del revoleo de los cuadernos del chofer, ¿no tendrá también que ver con el encuentro de Macri con Putín en Sudáfrica, además del realizado allí con Xi Jinping?
Escribe Eugenio Gastiazoro
Hoy N° 1729 08/08/2018